Nuestro contenido

Batman: Presa – Doug Moench y Paul Gulacy

Rarezas de Culto: Popeye (1980)

Carta abierta a Draco Malfoy: educación y demás dilemas

Reseña: El fin del mundo y antes del amanecer

Apropósito de The Truman Show

Reseña: The Color Out of Space (2020)

Las Batallas Divinas: Inspirar es divino, editar es humano

Secret Wars, el fin del Universo Marvel

Opinión sobre Indiana Jones y los Cazadores del Arca Perdida

Batman + Mignola + Lovecraft = La maldición que cayó sobre Gotham

Death Stranding – Volver a conectar con los demás

El Testamento de la Tía Aurora: una joya del pasado

Reseña: Kanata no Astra

El Testamento de la Tía Aurora: ¿un clásico de culto?

Carta abierta a Meerus: de los mejores personajes salidos de Dragon Ball

Hablemos de géneros: novela gótica

Reseña: Reiraku, ¿el manga autobiográfico de Inio Asano?

Planetary, lo extraño y oculto dentro nuestro mundo

Reseña: Fragmentos

¿Qué le pasó al terror hollywoodense?

Reseña: La muerte de Wolverine. ¿Una acertada jugada editorial?

Concurso: Gana con Sietch Ediciones

Blumhouse y la producción de cine de bajo presupuesto: El camino al éxito comercial

London After Midnight, el regreso del Terror Clásico

Reseña «Beautiful Boy»: La emotiva relación de un padre y su hijo

Experimento Génesis: el riesgo de ser dioses

Puntaje a Puntaje: La Liga Kanto

Reseña: The Dark Knight – El murciélago, el payaso y una moneda

Wotaku ni koi wa muzukashii: “El amor es difícil para los otakus”

Crítica a Tech Noir: Identitatem, un cómic contemporáneo

Opinión Civil War

Nueva colección de bustos Marvel, El Mercurio

Hard Boiled: Noir futurista

Reseña «I’m Thinking of Ending Things»: El inevitable viaje de la vida

Crítica a Duam, La Piedra de Luz. Una obra maestra para el cómic chileno

Opinión Terminator: Destino Oculto

Rumiko Takahashi World: 1orW

Reseña: Spiritfarer – ¡A descansar en paz!

The Devil All the Time: La eterna lucha entre el bien y el mal

Reseña a Intensamente: Una película cargada de emociones.

En un rincón del cielo nocturno: Una belleza de historia

Reseña: Prey, un fantástico FPS olvidado