Experimento Génesis: el riesgo de ser dioses

¿Qué haría un grupo de científicos en el lugar de Dios? Eso nos plantea Experimento Génesis, de Luis Trujillo y editado por Áurea Ediciones.

Escrito por Ktlean

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Áurea Ediciones se ha caracterizado en el último tiempo por poner a nuestra disposición gran variedad de libros. Como editorial centrada principalmente en los géneros de la ciencia ficción, el terror y la fantasía, ha sabido dar una perspectiva amplia y a la vez amplia.

Entre sus publicaciones, Experimento Génesis, del autor Luis Trujillo, cumple a la perfección los parámetros de la editorial: ciencia ficción para todo público y ambientada en Chile.

Pero lo bueno no termina allí. Entre las virtudes de Experimento Génesis destaca el hecho de que interpela con una pregunta portentosa: ¿qué haríamos en la posición de Dios?

La historia

Adriana es una prometedora científica. Como tal, forma parte de la planta de trabajadores de Industrias Cohens, que se encuentra en la cima en cuanto a tecnología y avances se refiere. Allí, nuestra protagonista dirige un proyecto exitoso y goza de la admiración de sus pares.

Sin embargo, esto no parece impresionar demasiado a su madre, quien, en vez de felicitarla por sus logros, le recuerda que es mejor no hacerse ilusiones respecto su importancia dentro de la historia científica. Quizás por eso, Adriana saca a relucir bastante seguido una inseguridad que la hace renegar de los halagos y dudar de las nuevas oportunidades laborales.

Aún así, cuando le invitan a participar en el hermético Experimento Génesis, ella accede. Aunque con dudas. Es que el proyecto, a su juicio, le queda grande, sensación que va en aumento a medida que entiende mejor qué es lo que de verdad implica el trabajo de sus compañeros.

Pero la curiosidad es más fuerte, en especial cuando el objetivo de este es Orbis, un universo en miniatura.

Ser como dioses

No es la primera vez que vemos en ficción que algún personaje tiene un micro universo a su disposición. Las series Rick y Morty o Los Simpson deben ser una de las más recordadas. Pero en este par de ejemplos, debido probablemente al tono humorístico de ambas, el recurso no causa un impacto filosófico mayor.

En Experimento Génesis, la cosa es diferente. No solo el tono es más serio, sino que se hace evidente que la intención es que todo gire alrededor de Orbis y el universo que contiene en su interior. Las reflexiones en torno a este no tardan en producirse, tanto en los personajes como en el lector.

La sensación de estar inmersos junto a los miembros del experimento en cada cambio producido dentro de Orbis es total. Algo esencial en este punto es que, exceptuando algunas escenas, casi toda la acción transcurrirá en el interior de Industrias Cohens. Solo a Adriana la veremos en otros ambientes y muy pocas veces.

Ilustración de Loreto Arluciaga.

Esto implica que los personajes también están prácticamente reducidos al rol que cumplen dentro del experimento. Aun así, con lo poco que se muestra de ellos, nos basta para comprender el por qué de sus decisiones respecto de Orbis. El autor demuestra de esta forma no solo una gran economía, sino también la capacidad para saber qué decir y cómo para que el lector no requiera mucho más.

El caso de Adriana es paradigmático. Al ser la protagonista, es de quién más sabemos, pero eso no implica que la información sea abundante. Bastan algunas escenas para que comprendamos la difícil relación que tiene con su madre, el trauma que supone el recuerdo de su padre y cómo estas dos cosas derivan en su forma de ser.

Más importante aún, es gracias a esos aspectos de su vida que sus decisiones dentro de Orbis tienen sentido.

Lo mismo sucede con el resto de los personajes. Por medio de pequeños flashbacks sabremos de dónde vienen, cómo fue su infancia o juventud y las relaciones que los marcaron. El autor no se extiende demasiado en estos recuerdos, son más bien chispazos, pero aun así, con esta reducida información, entendemos por qué cada uno hace lo que hace.

En medio de esta estructura, el día a día no importa, solo importa el experimento. Ya sea cuando cumplen un turno en las dependencias de Industrias Cohens o porque reciben una alarma desde Orbis, las vidas de los personajes giraran en torno a la esfera como si fueran satélites pensantes.

A pesar de esto, el desarrollo psicológico está. Son Orbis y el pequeño universo los que ponen en jaque a los personajes. La pregunta es siempre hasta qué punto ayudar, si es ético o no impedir que los pequeños humanoides que estudian se auto destruyan, tal como la humanidad parece destinada a hacer.

Un Orbis, un libro

La poca información que Luis Trujillo entrega sobre sus personajes, o la estructura con la que se nos relatan los hechos, con constantes saltos entre un día y otro marcados siempre por las alertas de Orbis, puede parecer a primera vista un error. Un hueco argumental, por decirlo de otro modo.

Sin embargo, a medida que la lectura avanza, una idea va tomando fuerza. Algo que puede ser tomado como sobre interpretación, pero que dado el tema de la novela termina teniendo todo el sentido del mundo: tal como Adriana y sus compañeros contemplan Orbis, nosotros los contemplamos a ellos.

Un libro es también como un pequeño universo donde el tiempo pasa más rápido que en nuestra realidad. Por muy interesante que nos parezca un personaje, es raro que queramos ver cada uno de los hechos de su día a día. El autor, al escribir, hace una selección, elige dónde poner el foco. A veces un día puede ser narrado en varias páginas, para luego dar un salto narrativo de una semana, un mes o años.

Yendo incluso más allá: un escritor también se enfrenta muchas veces a la pregunta de cuánto surge de su intervención y cuánto es el curso natural que toma la historia. Un día se siente como un dios y al siguiente como otro sujeto a merced de lo que algunos llaman destino.

El lector también comparte parte de esa sensación de divinidad: puede llegar a saberlo todo y decide cuándo la acción continúa o termina con el simple acto de cerrar o abrir el libro.

Por esto, mientras se avanza entre las páginas de Experimento Génesis, todo parece un juego de espejos: el micro universo dentro de Orbis es observado por Adriana y sus compañeros, mientras nosotros los observamos a ellos. La pregunta que queda es, ¿alguien nos observa mientras leemos?

Opinión personal

Leí este libro en apenas unas horas, pero pensé en la trama durante mucho más tiempo. Creo que eso habla bien de la novela y se debe en gran parte al tema que trata. El hecho de conseguir abordarlo en una novela tan corta (tiene una extensión de apenas 131 páginas), me parece una genialidad.

Disponible en el sitio web de Áurea Ediciones.