¿Qué le pasó al terror hollywoodense?

Mientras las series y el cine de terror fuera de Estados Unidos dan la cara, Hollywood es incapaz de renovarse. Cabe preguntar, ¿qué ha pasado?

Escrito por Pía Marian

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No es pesimista decir que el cine de terror estadounidense lleva varios años —tal vez más de una década— en una crisis que parece no resolverse. Si quieres encontrar un filme del género que no sea otro clon de El Conjuro o Actividad Paranormal debes voltear a otros países o esperar que salga alguna joya. 

Esto es algo curioso si se toman en cuenta la cantidad de estrenos y la popularidad de la que parece gozar el género: ¿qué fue lo que pasó?

Un cambio en el paradigma del terror

Para comprender un poco qué es lo que ocurre, debemos voltear a mirar cómo ha crecido y madurado otro formato: las series

En algunas de los últimos años como Bates Motel, American Horror Story, Hannibal o La maldición de Hill House se puede notar siempre un punto en común: no importa qué tan sobrenatural sea el origen del terror, el factor humano es más importante. 

Hoy en día, se ha dejado atrás el miedo a la monstruosidad, a lo grotesco y deforme para dar paso al miedo a la propia falta de humanidad: ver el descenso a la locura de los personajes y lo que son capaces de hacer nos asustada más que cualquier criatura.

Incluso nuestros monstruos han evolucionado para representar esto, como se comentó en la reseña sobre literatura vampírica. El énfasis que se le da al carácter humano de las criaturas y cómo, en el fondo, sus motivaciones o sentimientos no difieren demasiado de los nuestros nos inquieta profundamente. 

Un fantasma que hace boo

Este es el problema de películas como la saga de Actividad paranormal, todo lo que conlleva el Warrenverso, los remakes que se realizaron de cine slasher y muchas obras similares. Se empecinan en crear monstruos terroríficos que la audiencia moderna es completamente incapaz de concebir como algo real. 

A esto se le suma que los personajes suelen ser extremadamente blandos, meros clichés que están allí para morir asesinados por la criatura tenebrosa de turno, haciendo que su dolor nos de exactamente igual.

Esto, junto a la extraña tendencia de sobre explicar lo que está ocurriendo (como si la audiencia fuese un niño pequeño incapaz de disfrutar lo que está viendo si no le dicen cada por qué) terminan por matar cualquier inmersión.

Todo esto se ve perfectamente en la película Annabel: Creation, obra en que se nos relata el origen de la muñeca que tanta inquietud causaría en filmes de la misma saga. 

Al inicio, parte excelente: la misteriosa mujer que se halla encerrada en su habitación, la niña enferma que no sabe si sobrevivirá a su dolorosa recuperación y cómo los extraños acontecimientos que se tejen a su alrededor son indistinguibles de la paranoia, forman un ambiente muy interesante.

Sin embargo, todo se va al diablo cuando la película decide que no puede continuar sin antes revelar uno por uno cada misterio que ha planteado con un nivel de detalle casi absurdo, además de mostrar una especie de demonio genérico que más asemeja un disfraz de Halloween (y no uno bueno) que una criatura a la que temer. 

Conclusión

Honestamente, soy bastante pesimista respecto a los filmes de terror que provengan de Estados Unidos, creo que únicamente disfruté Oculus y El Conjuro allá por 2013, teniendo que llegar la primera parte de It en 2017 para volver a encantarme con algo.

Y considero esto una verdadera lástima pues, al fin y al cabo, es precisamente lo que sale de Hollywood lo que más llega a latinoamérica. Ir a ver una película de terror al cine es un hábito que he perdido porque sé que, probablemente, no valdrá la pena. 

Espero que los futuros directores y guionistas del género logren fijar la vista en lo que se teje más allá de su país o, al menos, en cómo se está manejando el género en otros formatos para variar, aunque sea un poco, la desgastada fórmula que se maneja actualmente.