Carta abierta a Draco Malfoy: educación y demás dilemas

¿Se han preguntado qué hay detrás de la sonrisa de un brabucón como Draco Malfoy? Pues justo lo que hallaremos tras su propia actitud

Escrito por alexander.r.roez

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Dentro del Fandom de Harry Potter es común escuchar repudio contra el joven Draco, algo que no debería ser raro, considerando la actitud que su persona mostró durante la obra. Hecho que en realidad, es justo lo que lo vuelve tan valioso, a pesar de todo.

No podernos negarlo, su conducta era insufrible. Pero con un padre clasista, racista, apático y soberbio, y una madre que, en palabras de la misma Rowling, lo tenía bastante consentido, se entiende su conducta egocentrista, grosera y repelente.

Este argumento de «la educación parte por casa«, incluso podría decirse que construye en Draco un arco trágico, en el sentido que vemos cómo esta formación es la causa de todos sus infortunios, al punto de destruirlo poco a poco, tanto psíquica, como emocionalmente.

Pero antes de continuar, es preciso aclarar que estas líneas no buscan proyectarlo como una víctima, al contrario, se busca indagar en el origen de sus acciones, así como en su significado. Condiciones reales que ratifican la importancia de una formación asertiva.

Rebobinemos entonces al momento que nos causó aquella primera impresión…

Narcisismo y dependencia

Si bien es cierto que en el libro nos presentan a Malfoy en el Callejón Dyagon, y luego en el expreso de Hogwarts, esta pequeña escena captaría las consecuencias de su educación, presentándose como un listillo, para luego insultar a la familia Weasley (cuya referencia, ¿quién lo diría?, sería su padre). Razón por la que Harry, como se esperaba, lo mandaría a cocer tapioca.

De este evento, evidenciamos dos cosas importantes: que Malfoy no sabe perder, y que tampoco soporta la idea de que le quiten la atención. Esto prueba que detrás de esa soberbia, hay un niño inseguro, emocionalmente dependiente.

Lo último se enfatizaría mientras oye los comentarios sobre el “Niño que Vivió”, lo que habitualmente lo saca de lugar, a la vez que lo motiva a querer opacar a Harry. Después de todo, sabe que hostigándolo le dará lo que quiere.

¿El famoso Harry Potter no puede entrar en una librería sin armar revuelo?

Chris Columbus, Harry Potter y la Cámara Secreta (2002).

Comportamiento autodestructivo

En este punto se debe felicitar a Rowling. Porque, a diferencia de otros autores, cuyas historias suelen idolatrar al brabucón, la escritora sabe cómo bajar a Draco de su nube, dando un mensaje más crítico de lo que significa el abuso.

Para empezar, tenemos el susto que pasó en el Bosque Prohibido, castigo que, ni siendo el hijo del Ministro de Magia podía eludir; a esto sigue su caída en escoba como Buscador, demostrando que un auto deportivo no sirve, si el conductor no sabe manejar. Sumamos el incidente con Buckbeack, con Hermione, su estadía como hurón, entre muchos otros malos ratos.

Pero de todos estos instantes, uno de ellos sería la cúspide del daño que Draco se ocasionaba. Este ocurriría en su Quinto Año, como Prefecto de su Casa, y miembro de la Brigada Inquisitorial de Umbridge, donde abusaría de su status, fomentando la intervención del Ministerio en Hogwarts y ayudando a agravar la crisis que traía el regreso de Voldemort. Crisis que finalmente le explotaría en la cara.

Este momento resultaría crítico, pues Draco sería sacado de su burbuja para volverse un arma en una guerra. Esto se agrava al considerar que no tenía amigos que le dieran apoyo. Porque no, para él, Crabbe y Goyle, como el mismo señalaría en Harry Potter y el Legado Maldito (2016), solo eran dos zoquetes que no sabían distinguir un lado de otro de la escoba.

Draco afrontaría así las consecuencias de su actitud, colapsando poco a poco frente a la ansiedad, cargando con el secreto de que debía matar a Dumbledore, además de sentirse constantemente observado tras el arresto de su padre (aumentando aún más sus inseguridades). Así finalmente, con su orgullo deshecho, solo le queda encerrarse en el baño. Y llorar.

Señores, esto no es un juego. Es una consecuencia real. Aquí presenciamos lo que pasa de no educar asertivamente a un niño, más aún si los padres cuentan con malos hábitos.

Draco es el resultado del nulo desarrollo de habilidades blandas, de fomentar falsas superioridades en lugar de la empatía, lo que a la larga crea a un sujeto incapaz de interactuar de forma sana con sus pares. A esto se suma que, por una pizca de atención, estos sujetos pueden hacer lo que sea, pasando a ser tontos-útiles para deleite de malintencionados.

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Diecinueve años después…

Ahora bien, pasada la guerra, hay que señalar lo mucho que Draco maduró, a la vez que, sí, se vuelve más introvertido. Pero al menos dejó esa soberbia, volviéndose para su hijo un ejemplo, pese a no ser bueno para comunicarse.

Pero a pesar de todo, es algo que Draco lograría reforzar, especialmente en su nueva relación con Harry, ya en el mundo laboral. Algo admirable, porque partimos con este mocoso narcisista, que luego se volvió un joven temeroso y desconfiado, para finalmente volverse un hombre capaz de vivir sin dañar a su alrededor, abriéndose emocionalmente y reconociendo a los demás como sus pares.

Cabe agregar, dicho panel resaltaría otro punto interesante. El cómo los padres tratan de verse siempre como unos bastiones implacables, pero basta un solo instante de flaqueza para sentir que van a perder el respeto de sus hijos. Cosa que en realidad, no podría estar más errado. Es más, entender desde ya que los padres también se equivocan, sienten miedo, o dudan, es importante para que aprendan a empatizar, volviendo más fuerte su vínculo, e incitando a la cooperación.

Comentarios finales

El caso de Malfoy es muy parecido al de Pacífica Noroeste en Gravity Falls, una niña de alta sociedad que imita los mismos malos modos de sus padres, quienes no la ven más que como una extensión de ellos mismos, a la vez que la hacen cargar con las atrocidades cometidas por la familia. Pero que gracias a la ayuda de quienes la escucharon y le dieron el apoyo, ella rompe el ciclo, se descubre a sí misma, y se propone mejorar.

Este es otro ejemplo de cómo la educación parte por casa, y si entre adultos se sigue fomentando el abuso y el desprecio, ¿cómo esperar que los niños no hagan lo mismo? Pero si historias como las de Draco, o Pacífica nos dicen algo, es que el ambiente en que nos formamos jamás será absoluto. Podemos elegir algo mejor. Y aunque suene idealista, si alguien en esa situación puede con ese cambio, es porque todos podemos. Solo es cuestión de voluntad.