Hablemos de géneros: novela gótica

Mucho se ha dicho sobre la novela gótica en Comiqueros, pero, ¿en qué consiste? ¿Cuáles son sus antecedentes? Y, sobretodo, ¿su legado?

Escrito por Pía Marian

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Se ha hablado mucho sobre la novela gótica en Comiqueros. Y con razón. Este género fue el amo y señor del terror, prácticamente su debut formal en el mundo de la literatura. 

En este pequeño artículo, se hablará sobre sus orígenes, características y obras célebres. 

Antecedentes arquitectónicos

Antes de empezar, cabe señalar un detalle bastante importante: la arquitectura gótica

A pesar de la mala fama de los godos como constructores (debido a que se les consideraba bárbaros), este estilo empezó a ganar fama durante el siglo XVIII debido a su asociación con lo sublime, la recuperación de la cristiandad y lo sensible. 

Todas estas características serían lo que inspiraría a tantos autores. 

Sus orígenes

En su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, Lovecraft menciona que el terror, a pesar de su antigüedad, llega a la literatura formalmente junto a la prosa, a la que parece extrañamente ligado.

El maestro también considera a The adventures of Ferdinand, Count Fathom, publicada en 1752 por Tobias Smollett, como uno de los primeros precedentes. A pesar de su trama (un dandy villanesco que se dedica a estafar gente por toda Inglaterra), ya presentaba muchos de los elementos que posteriormente caracterizarían a este género. 

Sin embargo, la que iniciaría todo sería El castillo de Otranto, escrita por Horace Warpole, publicada en 1764. Su trama gira en torno a un castillo maldito cuyo antiguo dueño fue asesinado en las cruzadas.

Posteriormente, aparecerán una gran cantidad de obras del género, destacando Sir Bertrand, de Anne Laetitia Aikin, y El viejo barón inglés, de Clara Reeve.

A finales del siglo XVIII, esta forma de escritura se popularizaría gracias a Ann Radcliffe, escritora de Los misterios de Udolfo. Según el maestro de Providence, aportó una mejora en la ambientación y un fuerte sentido de lo sobrenatural a pesar de tener algunos errores.

Sin embargo, sería Mathew Lewis, con su novela El monje, quien mejor usaría los tópicos del género. A partir de este momento, se volvería extremadamente popular, siendo la moda del momento. 

Características y grandes exponentes

La novela gótica tiene un poderoso énfasis en la ambientación, no solo en los lugares físicos (usualmente castillos o construcciones similares), sino en la descripción de las emociones de los personajes. Ejercen una especie de paralelo con el sitio donde está ocurriendo la acción.

Por esta razón, los vicios, virtudes, contradicciones y cuestionamientos de los personajes son esenciales. A veces, demasiado, porque este énfasis en lo emotivo suele caer en lo patético, algo que hoy en día recordaría más a una teleserie.

Otra cosa llamativa es que tanto las locaciones físicas como los personajes están ligados a la aristocracia de alguna manera: poseen un estatus económico o social por encima de los demás. Estas apariciones a veces derivan en pequeñas críticas a la sociedad imperante, algo que se dio en autores como Radcliffe o Lewis. 

El elemento sobrenatural es algo siempre presente, en forma de fantasmas o hechos inexplicables, pero siempre ligado a la emocionalidad de los protagonistas. Esto dará pie a un arquetipo que se volverá parte importante del terror hasta tiempos modernos: la damisela en peligro.

Las entidades sobrenaturales de este género tienen que ver con lo prohibido,  lujurioso, trágico y  antinatural: el monstruo de Frankenstein es una criatura hermosa, pero sigue siendo una aberración contra las leyes de la vida y la muerte; Carmilla intentará corromper a una doncella virgen, y el Fantasma de Canterville es un asesino cuyos pecados solo serán expiados gracias a la bondad de una joven. 

Sin embargo, nada puede ser eterno. Luego de casi 100 años gozando de una popularidad inconmensurable, sus recursos terminarían por agotarse hasta que llegó un cierto literato a darle un aire de frescura. 

La importancia de Edgar Allan Poe 

Poe tiene una relación interesante con este género, no solo porque lo reinventó de formas que ningún escritor —salvo, quizás, Mary Shelley o Bram Stoker— pudo antes, también acabó de poner los clavos en su ataúd. 

Muchos de sus cuentos poseen tanto la estructura como la ambientación propia del gótico. Un ejemplo es La caída de la casa Usher, donde vemos como la locura del personaje va reflejándose en su casa, la que termina por ser destruida. 

Sin embargo, este autor aterriza muchas de las ideas que no terminaban de cuajar en lo anterior. Lo sobrenatural pierde bastante su presencia para convertirse en algo de fondo, si es que tiene cabida; pasa a centrarse completamente en la psicología y la introspección.

Paulatinamente, empezó a mutar lo suficiente para dejar atrás al gótico, volviéndose un género nuevo: el terror psicológico. 

A pesar de continuar superficialmente en el  pulp, el cual estaría fascinado con sus vampiros sexys, monstruos de andar incómodo, cementerios y casas encantadas, el daño ya estaba hecho. Todos sus símbolos habían sido despojados de su significado original para volverse solo un adorno.

Reflexión personal: El gótico, hoy

En la actualidad, la novela gótica suele ser vista como una curiosidad, algo que forma parte de la historia del terror pero que tendemos a mirar con cierto recelo. Parte porque muchos de sus tropos han envejecido mal y parte porque su sociedad se encuentra tan alejada de nosotros, que nos cuesta mucho comprender cómo la gente de su época se aterraba con algunos relatos.

Sin embargo, otras obras del género como Frankestein o Drácula son consideradas clásicos prácticamente inmortales que se continúan leyendo y estudiando. Algo muy similar ha ocurrido con buena parte de su simbolismo, el que, aunque actualizado y modificado, sigue siendo parte del imaginario del terror. 

A pesar de no existir como un género del que se escriba abiertamente, podemos ver constantemente tributos a su estilo. Es un poco duro haber sido el rey, pero al menos, su legado es algo que siempre tendremos presente.