Cine de clase B: cuando el dinero no es impedimento

Para hacer cine, se necesita dinero. Cuando este no está, hay que recurrir a otros métodos. Así nacen las películas tipo B, el subgénero del terror.

Escrito por Esteban Beaumont

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La industria cinematográfica mueve millones anualmente y, con el paso del tiempo, ha aumentado el nivel de producción e inversión. Para las compañías es clave lograr grandes números en materia de recaudación. Una muestra de eso es cuando se anuncia, como si fuera una nominación a un importante premio, que un filme logró superar los mil millones de dólares en ganancia.

Dentro de lo costoso que es hacer una película, hay un tipo de cine comercial que se arma lejos de los focos, los inversores y los rimbombantes contratos comerciales. El cine de serie B ha permitido jugar con algunos géneros, además de que, sin intentarlo, ha dado como fruto clásicos en la historia del cine.

La Marca de la Pantera y los inicios

Era 1930, Hollywood sufría las repercusiones de la Gran Depresión que azotaba el mundo. La gente había dejado de ir al cine y las empresas no sabían cómo sobrellevar esta crisis. En este contexto nacen las películas de clase B. Las producciones de bajo presupuesto se emitirían en jornadas dobles junto con alguna gran película del momento, de esta forma las personas verían dos películas por el precio de una.

En 1942 se estrenó La Marca de la Pantera, considerada la primera película de clase B en convertirse en una obra de culto, incluso hasta el punto de ser seleccionada para su preservación en el National Film Registry. Con un presupuesto de 135 mil dólares y filmada en una semana, la historia de una mujer que se transforma en una pantera recaudo más de 4 millones de dólares.

Ante el problema de contar con poco dinero para su producción, la película opta por mostrar el terror desde las sombras. El director, Jacques Torneur, hablaba de que lo que les da miedo a las personas es lo desconocido; La Marca de la Pantera aprovecha sus limitaciones para aterrar desde el no ver lo que pasa con claridad, los sonidos son claves. Martin Scorsese (un director que dio sus primeros pasos en el terror clase B) la considera una de las grandes obras de la historia del cine.

1948 y la justicia norteamericana fallaba contra los estudios de Hollywood por romper la ley federal antimonopolios. Este hecho histórico permitió el nacimiento de muchas productoras independientes y, por ende, la masificación del cine clase B. Si bien la mayoría de los géneros donde veíamos producciones de bajo presupuesto eran en el terror o la ciencia ficción, el cine clase B no discriminaba.

En estos años nacerían películas como La tiendita del horror (1960), La Caída de la Casa Usher (1960) o El Cuervo (1963), todas de Roger Corman, quien popularizaría las adaptaciones de obras de Edgar Allan Poe y lanzaría al estrellato a Vincent Price. El 2009 Corman recibió un premio Oscar honorifico por sus aportes al cine.

Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, James Cameron, James Gunn o Benicio del Toro tuvieron sus primeros trabajos en producciones de clase B. Este género sirvió de catapulta para directores, escritores y actores, ya que recibir el visto bueno para crear una película de bajo presupuesto era relativamente fácil, mientras que las dificultades obligaban a los directores a sacar lo mejor de sí para poder contar una historia con poquísimo presupuesto.

Los 80 y lo absurdo

Durante los 80’s se vivió un alza en el cine de terror, con el que nacieron un sinfín de películas de bajo presupuesto que se transformaron en cine de culto. La moda que impuso Spielberg con Jurassic Park de hacer efectos prácticos permitió que varios jóvenes directores echaran a volar su imaginación e hicieran largometrajes con poco dinero.

En estos años se dieron películas como Re-Animator, basada en el relato de H.P. Lovecraft y que hoy es considerada como de culto entre los fanáticos del terror, o Puppet Master, la historia de una maldición que provoca que decena de títeres cobren vida y comienzan a matar. Esta última fue lanzada directamente a video y cuenta con ¡diez secuelas! Si, existen once películas así, además de haber inspirado la creación de Chucky y de la película Juguetes Demoníacos.

Lo absurdo tomaba relevancia y comenzábamos a ver ridículas historias como Killer Clowns from Outer Space. Sí, trata sobre payasos asesinos del espacio exterior.

En esta película, los directores hicieron todo que quisieron, pese a el poco presupuesto. El resultado: un clásico. Los payasos tienen un circo como nave espacial, disparan popcorn, transforman a los humanos en algodón de azúcar y tienen un perrito hecho con un globo (como dato, tuvieron que poner cinta adhesiva en las patas del perro para que no se reventara al contacto con el piso).

Pero por cada filme absurdo, hay una obra de arte. El producto del cine B que más impactó este tiempo fue The Evil Dead. Con un presupuesto de 375 mil dólares, Sam Raimi creo una película clave a la hora de entender la evolución del terror en el cine.

Armada con una cantidad absurda de sangre y una narrativa atrapante, la película creó escuela en el género y fue aplaudida por los máximos exponentes. Dejó como herencia dos secuelas (cada una más ridícula que la otra), un remake y una serie, además de crear a Bruce Campbell, quien es uno de los mejores héroes de la ficción, es el saldo de esta película.

Actualidad, homenajes y diversión

Sin dinero se pueden hacer cosas valiosas y, lo más importante, con corazón. Tal vez no todas sean memorables, pero sí son entretenidas. Hoy el cine clase B sigue vivo, en gran parte gracias a los directores que homenajean constantemente el género, como es el caso de Martin Scorsese, Quentin Tarantino o Robert Rodríguez. Películas como Machete, Kill Bill o Del Crepúsculo al amanecer contaron con un presupuesto de millones de dólares, aunque se veían y sentían como clase B.

El 2009 se vivió un momento histórico en Hollywood, algo que cambiaría la formula para hacer películas de terror: Actividad Paranormal recaudaba 193 millones de dólares, una cifra increíble si consideramos que costó 15 mil dólares. La formula estaba dada, se invertía poco y se ganaba mucho. Insidious, Sinister, La Purga e incluso Whiplash nacieron bajo el sello de Blumhouse Production, una productora experta en crear éxitos de taquilla sin invertir más de 5 millones.

Existe el cine clase C y clase Z, pero eso será para otra nota. Lo que sí hay que entender es que los grandes contratos o inversiones en Hollywood no lo son todo, lo más importante a la hora de hacer una película es el corazón e ingenio. Teniendo esas dos, puedes revolucionar la industria y maravillar a millones de personas, aunque tengas que hacer malabares con el poco dinero. Es parte de la magia del cine.