“Marriage Story” es una historia compleja, por supuesto, no difícil de entender… su temática llega directo al corazón del espectador. Pero es su conflicto y cómo se relacionan sus personajes para intentar solucionarlo lo que le da vida a la historia.
Protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver, y traída a este mundo gracias a Netflix, no solo cautivó… también enojó, hizo llorar, reír, cambiar de postura, de opinión, tomar bandos y cambiarse de bando a todo el público. Pero, ¿qué nos provoca este menjunje de emociones? ¿Por qué la historia del divorcio de Nicol y Charlie pone en conflicto a quién la ve?
Las últimas décadas han contribuido a sus espectadores (y a la narrativa) con personajes e historias que intentan escaparse un tanto del bien y el mal y permanecer en un área gris. Esto no significa necesariamente que las historias contemporáneas no tomen posturas claras frente a ciertos temas, es más, logran complejizar un poco más las conversaciones… y para efectos de los que aquí importa, volver más interesante un conflicto.
Por que nos será más relevante un conflicto que nos interpele, que nos ponga en cuestionamiento, a uno que nos entregue todas las respuestas. A fin de cuentas es la complejidad humana lo que nos hace conectarnos con un relato.
En Marriage Story todo lo mencionado se hace presente. Un conflicto central, con personajes reaccionando a él, no de manera cien por ciento resolutiva… más bien de formas bastante improvisadas, poco calculadas, dejándose llevar por la emoción y el instinto.
A estas alturas la escena del climax es un pequeño clásico moderno.
Sus personajes son dinámicos. A veces responden activamente al conflicto y son ellos quienes llevan la trama y arrastran a los demás… pero otras, toman un papel pasivo y son arrastrados por las acciones de su pares. Charlie por ejemplo, distraído por atender su trabajo durante el primer tercio de la historia es obligado a moverse por las proactivas acciones de Nicol (que tras su ruptura, comienza a llevar las riendas de su vida).
Este tira y afloja, judicial y moral, va cargando a los personajes con tensión. Una tensión dramática que los hace reaccionar. Y que a los espectadores los hace mirar fijo la pantalla (y tomar un bando, basado en las decisiones de los protagonistas).
Todo este dinamismo no solo “carga” de drama e interés la película. Le hace adquirir una capa más profunda de complejidad. De “verdad”, de intimidad. Marriage Story pareciera ser un fragmento de la vida real puesto en pantalla.
No estamos viendo a la luz enfrentarse a la oscuridad, vemos a una pareja que se amaba, que aún se guarda cariño, en una disputa judicial. Nicol puede estar de acuerdo con que su abogada hable abiertamente de cómo Charlie se negaba a mudarse, lo que para la trama significa un gran desacuerdo, pero aún así lo termina ayudando a elegir su almuerzo en la misma escena. Porque aún lo conoce. Puede no amarlo, pero compartieron años de citas, almuerzos y cenas.
Otra escena muy consciliadora es cuando Nicol se ofrece a cortar el pelo de Charlie.
No vemos al bien contra el mal. Charlie puede ser un imbécil, un real imbécil. Y lo pasa realmente mal. A veces pensamos que se lo merece con justa razón. Pero otras, su patetismo nos conmueve, con una de las escenas más cómicas de la película.
El mismo personaje de Laura Dern (y vaya que personaje). Una mujer que logra tener éxito en un rubro dominado por hombres/abogados/depredadores, se desprende de esas dinámicas y juega un rol de contención sumamente importante para Nicol.
Ganadora a Mejor Actriz de Reparto en los Globos de Oro y Oscar, por su papel de Nora Fanshaw.
Porque el mundo es complejo. La madre de Nicol puede estar del lado de Charlie y ayudarlo, su hijo puede no querer pasar tiempo con él, se puede hacer el ridículo frente a una visitadora social y un juez les puede decir en su cara que no tiene tiempo para dramas burgueses.
Marriage Story habla más del mundo que cualquier épica heroica, habla de las profundidades y contradicciones que tienen las personas. Cómo lidian con ellas, de manera asertiva o no. Porque el mundo no siempre será asertivo… pero tampoco violento.
Su final es una luz de esperanza dentro de su propio mundo. Nicol realizada ya como directora, triunfando, trabajando en algo que siempre quiso y entendiendo porque Charlie ama su trabajo. Y por otro lado el mismo Charlie, alegrándose por los logros de su ex, mudándose al fin, aceptando los cambios y pudiendo conectar con su hijo.
Aceptar la complejidad y no abatir contra ella logró la resolución. Entender que Nicol tiene todo el derecho a estar con su hijo. Entender que él también puede ser proactivo para ver a su hijo. Aceptar, ceder, llegar a consenso. El entendimiento fue lo que pudo concluir esta compleja historia.