El Arte de Defenderse: Karate y masculinidad

El Arte de Defenderse no es tu típica película de karate o artes marciales. Posee una propuesta fresca e interesante

Escrito por Lord Dragón

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Las artes marciales son un tema recurrente en la pantalla grande. No por nada hay todo un género dedicado a ellas cultivado principalmente en Asia, y son incontables las producciones donde las peleas y la violencia son el centro de la historia. No obstante, hay ciertas películas que las emplean como un medio para contar una historia o para transmitir un mensaje y destacan por su buena trama o guion antes que por los combates y la testosterona. La cinta de la que hablaremos a continuación podría encasillarse en este último grupo.

Ficha Técnica

El Arte de Defenderse (The Art of Self-Defense) es una película estadounidense de karate y humor negro estrenada el año 2019. Fue dirigida por Riley Stearns y protagonizada por Jesse Eisenberg, Alessandro Nivola e Imogen Poots. Actualmente está disponible en Netflix para Latinoamérica

Argumento

Nuestro protagonista es un hombre de 35 años (Jesse Eisenberg) llamado Casey Davies.  Es una persona tímida, solitaria y de carácter (que se podría considerar) débil. Vive en su casa en soledad, con su perro como única compañía y en sus tiempos libres estudia el idioma francés para algún día cumplir su sueño de visitar ese país. Desde un primer momento se nos deja claro que Casey es el típico “debilucho” que vemos en el cine americano.

Su contextura delgada y desgarbada, su evidente introversión, su renuencia a defenderse y su miedo a todo tipo de conflicto lo convierten en el blanco perfecto para los odiosos y bravucones que abundan en su trabajo y en la calle. Frecuentemente se aprovechan de su “pasividad”, es intimidado, es pasado a llevar, es empujado e insultado por cualquiera que se cruce en su camino y se sienta con el derecho de humillarlo.

Una noche, al volver de la tienda, es brutalmente golpeado por un grupo de motociclistas a rostro cubierto quienes lo dejan tirado en el suelo, sangrando y malherido. Este hecho traumatizante lo lleva a vivir con miedo (más de lo normal) y a buscar una forma de sentirse seguro. Eventualmente llega a un dojo de karate y conoce al carismático Sensei que lo invita a unirse a su clase con la promesa de que recuperará su confianza y no volverá a tener miedo de nadie. Todo parece ir mejorando en los primeros días, ha encontrado una nueva afición que lo llena y le da sentido, mientras que su confianza vuelve lentamente.

Tras unas semanas tomando lecciones de Karate, descubre que la actitud de su Sensei y sus compañeros de clase no es tan amigable y fraternal como pensó en un principio. A medida que pasa tiempo con ellos, los va conociendo mejor, van mostrando su verdadero rostro y el joven se verá inmerso en un mundo de violencia y agresividad del que será difícil escapar.

Análisis

La propuesta de esta película en un principio no tiene nada de original. Hemos visto incontables veces la historia de un joven indefenso víctima de bullying que cambia radicalmente su vida al aprender y dominar las artes marciales. El mayor ejemplo de ello, y al que este film hace referencia directa, es Karate Kid. No obstante, El arte de defenderse es más de lo que parece y supera las expectativas de lo que una típica película de karate puede suscitar.

La cinta logra retratar de manera cercana e íntima una vida insípida, deprimente, y sin sentido. Donde la soledad es la principal compañía (después de su perro) y la rutina ahoga toda posibilidad de introspección.  Casey simplemente vive el día a día, sin mayores sueños y aspiraciones que el de alguna vez visitar Francia. Mientras tanto cumple con su trabajo y lo que ahí le pidan, de forma mecánica, siguiendo su rutina sin cuestionarse las razones ni darle muchas vueltas en la cabeza, a la vez que aguanta estoicamente los atropellos constantes que sufre.

Violencia y sexismo

Otro de los puntos tratados o satirizados aquí es el de la masculinidad toxica, la masculinidad frágil y el machismo (con misoginia incluida).

Los otros juzgan la forma de ser tranquila y poco belicosa de Casey, catalogándola como afeminada, como un comportamiento propio de las mujeres, y por consiguiente asocian la “debilidad” con lo femenino.

El círculo social en que se desenvuelve tiene fuertemente arraigados valores o ideales retrógrados y machistas, que ven en el protagonista todo lo opuesto a lo que un hombre debería ser. Plantean que la única forma en que él pueda tener confianza, éxito y librarse de quienes lo molestan (o en palabras de ellos mismos, “hacerse hombre”), es dejando de lado esos aspectos femeninos de su personalidad.  

Todos los elementos de su identidad son cuestionados, partiendo por su nombre, (Casey puede designar tanto a un hombre como a una mujer), seguido del idioma que estudia (le aconsejan estudiar alemán en vez de francés por la dureza del sonido de la lengua germana), la música que escucha (le dicen que para volverse rudo debe escuchar Black y Death Metal) y en general lo fuerzan a ser quien no es.

Por otro lado, la única chica de la clase de karate es discriminada sin piedad. Debe esforzarse el doble para probarle al resto su valía, para convencerlos de que el hecho de ser mujer no la convierte en débil ni inferior en comparación con los otros. A pesar de ser la mejor estudiante del dojo, nunca recibe el crédito ni la confianza que sus habilidades han demostrado merecer. El machismo en estas escenas es exagerado, deliberadamente rayando en lo absurdo, porque el director ha querido ridiculizar abiertamente a quienes todavía piensan así.

En síntesis, es una entretenida película que mezcla distintos elementos para darnos un producto relativamente original y con una crítica o sátira social potente. Con un mensaje que, a pesar de los años en que vivimos, sigue siendo teniendo relevancia y validez. 

Opinión personal

Debo admitir que no me esperaba nada de esto al presionar play. La escogí con la intención de disfrutar de una tarde de patadas y puñetazos sin mayores pretensiones (pues me encanta el cine de artes marciales por muy genérico y cliché que pueda llegar a ser) y simplemente dejarme llevar por la adrenalina. En cambio, lo que terminé viendo fue algo totalmente distinto e inesperado, sin embargo, no fue en absoluto decepcionante. De hecho, me quedó dando vueltas en la cabeza por bastante tiempo luego de verla, cosa que no me suele suceder con otras de karate.

No es una obra maestra ni mucho menos, pero logra su cometido.  Jesse Eisenberg mantiene a flote el guion con su correcta actuación, pues, aunque ciertos aspectos no terminan de encajar, es su personaje quien mueve la trama y hace que los elementos funcionen. Si no le exiges más de lo que puede ofrecer, te llevarás una grata sorpresa  

En definitiva, la recomiendo. Con elementos de drama, de comedia, de humor negro y algo de oscuridad, creo que puede ser del gusto de un público amplio y no solo de los fans de Van Damme.