The Elephant Man: La cruda vida de Joseph Merrick

No es un animal, es una persona, es un hombre. En 1980, David Lynch llevó al cine de manera magistral la historia de The Elephant Man

Escrito por Felinesio

Comiqueros.cl » Cine y televisión » The Elephant Man: La cruda vida de Joseph Merrick

Estamos acostumbrados al dicho «la realidad supera a la ficción». Y es que claro, cuando las historias están en buenas manos, pueden salir grandes series o películas. Así, en el año 1980, se llevaría al cine la historia real de Joseph Merrick, que de paso consagraría a su director, David Lynch.

El llamado «Hombre Elefante» fue una persona que vivió durante la época victoriana que nació con severas deformaciones en todo su cuerpo, lo que le valió vivir una vida cruel. A partir de esto, no nos queda más que confiar en lo que el film expone para saber más sobre él y su historia. Por lo que, desde aquí, todo será referido al largometraje, mas no a la realidad ni a sus similitudes o diferencias con la misma.

La belleza se encuentra en la simpleza (y en su crudeza)

La película parte con una escena onírica sobre lo que presumiblemente sería la causa de sus malformaciones, haciendo énfasis en la madre, la que más tarde tendrá un papel importante. Luego se relatarán los últimos años de vida de Joseph Merrick. Parte con un montón de misterio sobre su apariencia real, remitiéndose meramente a mostrarnos las reacciones de otros.

Y es que el camino que traza Lynch quiere acercarnos a lo que las personas sentían al conocerle. Desde simples rumores, sin haberlo visto, pasando por el impacto, hasta llegar a verlo como un igual. Claro que esto no es algo a lo que todas las personas que lo conocieron les haya ocurrido, y eso se encarga de mostrar el film constantemente. La discriminación persistente y el trato como un animal por parte de los otros, evoca sin dudas un montón de efusión afectiva en nosotros.

Pasamos a comprender más a Joseph Merrick, en el cual notamos a una persona noble, bella y honorable. Y de todo esto, lo más importante es lo primero: vemos a una persona. La mirada compasiva del médico que lo acoge nos ayuda a encontrar belleza en un relato extremadamente crudo y cruel. Y esta dicotomía es algo sobrecogedor a lo largo de toda la película.

Es el mismo personaje principal el que, a pesar de todo, sigue adelante con ayuda de otros, sin guardar rencor a nadie. Siempre inspirado, además, por un amor innegable a su madre. Pero algo que se toma muy en consideración es la reflexión en torno a la soledad de Joseph. Incluso en su momento más feliz pareciera que no es del todo libre y que sigue siendo incomprendido. El mismo médico amigo reflexiona sobre esto, al preguntarse si no ha hecho más que llevar al protagonista hacia donde estaba en un comienzo. Entonces, ¿está condenado a que nadie lo comprenda realmente?

Son cosas como estas las que se exponen continuamente y que hacen que la historia sea una verdadera caricia dolorosa al corazón. Y los aspectos más técnicos de la película son algo que se encargan de amplificar este sentimiento. La dirección de David Lynch es más bien simple, no hay grandes extravagancias, no existen muchas tomas que nos dejen boquiabiertos. Pero es en esa simpleza en la fotografía de Freddie Francis y en esos primeros planos a Joseph donde más contemplación y reflexión puede haber.

Todo el recorrido es musicalmente callado, donde si bien no hay ausencia total de música, está usada en momentos muy puntuales. Y es curioso cómo los momentos donde se elige poner pequeños motivos musicales son en los cuales, poco a poco, se nos humaniza a Joseph. Es utilizada la primera vez que habla, cuando se expresa con libre albedrío, durante una presumible conexión amorosa, y en otro par de momentos. Esto no hace más que resaltar la importancia de él como una persona y no como un ser ajeno a nosotros.

La dignificación de Joseph

Se agradece la omisión musical durante la mayoría de las veces que la pasa mal, evitando victimizarlo y mostrando todo con más crudeza. Nos muestra el dolor sin forzarlo, sin caer en un melodrama en el que tengamos que sentir lástima a la fuerza; al contrario, dignifica al protagonista.

Con todo esto, la conclusión de la película parece apuntar a ser el momento más trágico de la vida de una persona y, sin embargo, no se siente así. Pareciera ser que el destino de Joseph es algo que él mismo acepta en oposición a la mirada melancólica de nosotros, los espectadores.

Quizá el mayor (y probablemente único) defecto de The Elephant Man es su mismo título, el cual va un poco en contra de la propia reivindicación de Joseph, ya que él siempre quiso ser reconocido como una persona, como un hombre. Todavía así, eso no quita todo el bello y emotivo recorrido que significa esta película. La cual, sin ninguna duda, todos y todas deberían ver.