Paddington: Una caricia al corazón

De la mano de Paul King, el Oso de la literatura inglesa, Paddington, ha vuelto, esta vez a la gran pantalla y con una increíble propuesta.

Escrito por Felinesio

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No es sorpresa de nadie saber que el monopolio de películas para todo público ha sido comandado por Disney desde hace ya varios años. Pero, en el año 2014, fue estrenada Paddington, una cinta que trajo un mar de emociones a todos quienes la vieron. Y si bien no tuvo la atención que se le da a las obras de la casa del ratón, es mejor que muchas de ellas.

Luego de su pequeño éxito inicial, sería estrenada su segunda parte en el año 2018, con una posterior confirmación de una tercera entrega. Pero, ¿es acaso Paddington, una obra que solo el público infantil puede disfrutar? Absolutamente no, y esa es una de las muchas razones que hacen grandes a estas películas. ¿Qué tienen de especial las películas de Paddington?

Una trama divertida y sin demasiados rodeos

La historia de su primera entrega es muy simple: Un joven oso se ve obligado a abandonar su hogar en el bosque para encontrar una nueva familia en Londres. Así, como suena, no nos vamos a encontrar grandes sorpresas ni ninguna narrativa digna de Orson Welles o algo parecido. Todo en sí es muy lineal y se mantiene simple. Podemos encontrar justo lo que nos esperáramos al leer su premisa: personajes agradables, humor y moralejas típicas sobre la familia.

Entonces, la duda aún sigue ¿Qué hace a esta película desmarcarse de, por ejemplo, cualquier otra obra de Disney? El mismo nombre de la cinta responde a ello: Paddington. El personaje principal es una de las dos razones centrales de por qué es tan genial esta adaptación traída de la literatura de Michael Bond.

De por sí la construcción de su personaje nos genera una simpatía natural y espontánea. Es una figura adorable, noble y torpe. En todas sus acciones, tanto las veces que triunfa como las veces que falla, entendemos que no hay ni una pizca de maldad detrás de ellas. Esta inocencia es muy bien utilizada a lo largo de sus dos películas para hacer avanzar la trama y también, cómo no, para crear un humor muy sincero.

A aquello también le podemos sumar la familia que acogerá a Paddington: Los Brown. Cada uno con sus temperamentos, algunos más contemporáneos y otros más clásicos, pero que sin duda nos causarán simpatía todos.

Sin embargo, en ambas entregas, de vez en cuando el argumento cojea en pequeños pasajes. Un par de situaciones quizá se puedan sentir un poco forzadas. Y así como se cuenta, pareciera que por ahora solo estamos frente a una película sin nada tan especial realmente. Claro, eso hasta que el nombre de Paul King aparece en la dirección.

Este director británico, si bien había hecho dos películas de bajo presupuesto anteriormente, Paddington se siente como su verdadera ópera prima. Y su trabajo en la cinta se puede resumir simplemente en dos palabras: Una maravilla.

Su forma de usar el espacio y sus planos recuerdan muchísimo al estilo de Wes Anderson. Claro, esto con su propio estilo, además de agregar momentos de musical con transiciones muy armoniosas y originales. Eso mismo se le suma al ritmo que maneja, el cual funciona en completa armonía con su guion. Y es que Paddington nunca se detiene, en especial en su segunda entrega. No nos vamos a encontrar con momentos en los que algo se sienta aburrido o que estamos perdiendo el tiempo. No, ambas entregas nos dan un hilo que jamás se corta y nos mantiene pegados a la pantalla durante toda su duración.

Y lo volveré a repetir, mucho ojo con Paul King. Este estilo de películas parece venirle de anillo al dedo, pues él será el director de la próxima película sobre Willy Wonka. Sin dudas es un director más que competente y que nos traerá muchas más genialidades en el futuro.

Dando un breve paso por la secuela de Paddington, esta no se queda atrás. De hecho, como pocas veces pasa, esta es mejor que la primera. Esta mantiene lo mismo que hizo tan genial a la segunda, pero es más ambiciosa, especialmente sobre la recta final de la cinta. Además, trae de vuelta a sus viejos personajes y añade otros igual de queridos que los anteriores. Por su puesto, nos vuelve a recordar por qué amamos tanto al oso Paddington.

Y de hecho, no nos damos cuenta de lo involucrados que estamos con la película, hasta que en el tramo final estamos hasta las lágrimas. Y no, no por una muerte ni sucesos trágicos, sino de emoción pura por la nobleza del protagonista. Paddington es una caricia al corazón.