The Terrifying Mind of Junji Ito: El muerto enfermo de amor

La desesperación por ser correspondidos puede llevarnos a ilusionarnos con la idea de que nuestro destino puede quedar en manos de otros.

Escrito por FanoPetrikov

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¿Será que el destino puede ser adivinado? O ¿Solo somos nosotros creyendo que algún extraño puede predecir lo que nos conviene o lo que nos podría pasar? Estas preguntas surgen desde años inmemoriales. La adivinación es considerada un arte, y la predicción un don, culturas antiguas como los Egipcios o los Griegos ya contaban con sus respectivas pitonisas y oráculos, dedicados de lleno a resolver las intrigas del futuro.

Hasta el día de hoy, en muchos lugares del mundo, sigue siendo un fanatismo el que muchos busquen en tarotistas, hippies y gitanos, algún indicio de cómo el futuro podría desenvolverse, o más allá, alguna guía de cómo actuar para enfrentarlo de mejor manera. Sin mostrarnos totalmente escépticos, hay que convenir que muchas veces, por alguna extraña razón o por mera casualidad, las palabras premonitorias de un extraño nos pueden hacer más sentido del que creemos.

A mediados de los 80, en Japón existió un abundante entusiasmo respecto a las adivinanzas callejeras. Este mal llamado “juego de la suerte” o “juego de la fortuna”, consistía en ir de noche o con poca luz a algún lugar poco transitado, detenerse en un callejón, colocarse en la esquina y luego, con un peine personal en mano, pasar las manos por él, repitiendo: “tsuji-ura, tsuji-ura: concédeme una respuesta verdadera”, para después esperar en silencio a que algún desconocido pase por el lugar.

Al momento que esta persona se cruce contigo, hay que hablarle, tapando el rostro con un libro, una revista o un morral, y pedirle un consejo o una predicción, comentando brevemente el problema que nos acongoja. Si te responde, está concluido, pero si no, solo queda repetir y esperar a que vuelvan a pasar.

Considerando que de por sí es un tanto aleatorio y poco fundamentado, el juego también tuvo un impacto en la sociedad japonesa. Debido a la reconocida radicalidad emocional de los japoneses, muchas adolescentes terminaban suicidándose por sus malas predicciones. Es así como el gobierno sugirió detener el juego y prohibirlo.

Ahora, sumémosle a este ritual juvenil un pueblo desdichado, cubierto de una constante bruma todos los días del año cual Maine en The Mist, una ola de suicidios y fanatismo, sucesos paranormales, muertos que caminan y un protagonista con una sensación de culpa que le pesa desde la infancia y que ve en este fenómeno la forma de poder redimirse a costa incluso de su propia vida. Eso es lo que nos regala Junji Ito en El muerto enfermo de amor.

Vademécum

Publicado en el 2011 y traído al español primeramente por ECC ediciones en el 2016, El muerto enfermo de amor cuenta la historia de Ryûsuke, un adolescente que vuelve después de varios años a su pueblo natal, Nazumi, debido a temas laborales de su padre.

El pueblo se mantiene igual que en su memoria de infante, y permanece aún cubierto por una constante calina a diario. Su adaptación es incómoda, debido a su clara contra voluntad. Aún así, Ryûsuke es un cabro bien criado y busca habituarse de la mejor manera posible.

En su regreso al colegio, muchos compañeros aún lo recuerdan y lograr retomar algunos vínculos de su niñez, entre ellos Midori, una linda joven quien alguna vez fue su amor platónico. Mientras Ryûsuke se adapta, comienza a popularizarse el juego de las predicciones callejeras, del cual nuestro protagonista se recuerda muy bien, puesto que es algo que ha trascendido generaciones desde su niñez y la de sus padres.

No será hasta el primer suicidio por desdicha predictiva, que las cosas se podrán densas en Nazumi. Un joven alto, de aspecto delgado y muy guapo, vestido de negro y con algunos aros, aparecerá en las noches y traerá desgracia para quienes buscan en él una esperanza en las predicciones.

Los auto atentados contra la vida de las jóvenes del pueblo rodearán la vida de Ryûsuke y junto con ello, reflorecerán las antiguas culpas, que lo llevarán a él y a sus cercanos a involucrarse hasta el fondo en este extraño ritual que azota al pueblo, que ha traído a la muerte a pasearse de noche por sus calles entre la niebla y que requerirá que el joven protagonista busque, a como de lugar, una forma de poder terminar con esto, aunque eso le cueste la vida.

Desmembramiento

Junji Ito sin duda no decepciona. Este antiguo operario dental hizo lo correcto al dedicarse de lleno al manga. Es costumbre de él no solo entregar horror y terror en cada viñeta, además de sumergirnos en tramas de suspenso que nos mantiene en constantes altos y bajos emocionales, junto con sorpresivos giros, sino que también es un aporte cultural en todas sus letras.

El uso de costumbres antiguas, rituales que vienen desde la era meji o mitos populares, hacen de su obra un trabajo enciclopédico y meticuloso, que saca a flote completos estudios respectos a estos argumentos y fenómenos, logrando hacer de ellos historias macabras que nos pueden remecer.

El muerto enfermo de amor no es la excepción, y con sus ya características ilustraciones de expresiones grotescas y cuerpos sanguinarios, logra nuevamente darle a un simple poblado un aspecto lúgubre, que paralelamente a la lectura de las viñetas nos entrega dibujos que actúan de forma inconsciente en el lector, generando en nuestra percepción una atmósfera apelmazada como la niebla que cubre el lugar.

Así mismo sucede con su trama. Sin miramientos logra asesinar a sangre fría a protagonistas o personajes que podrían ser valiosos para el desarrollo, y enfoca la historia solamente en una persona, jugando no solo con el ambiente completo de terror, sino que también con la desesperación y desesperanza individual, logrando entrar en una especie de empatía pavorosa con el protagonista.

Para concluir el manga, da el paso final, donde las circunstancias están en un punto de no retorno, y así entrega al lector una conclusión que nos deja sin aliento y con la duda de por cuánto tiempo se pueden perpetuar las maldiciones.

Epitafio

El muerto enfermo de amor es uno de los mangas más selectos de Junji Ito a mi parecer. No busco darle un espacio en mi top five, pero es sin lugar a dudas un tomo auto conclusivo que a través de sus 244 páginas logra entregar lo que vinimos a buscar: una excelente historia de terror.

Entretenido, de excelente trabajo ilustrativo, una trama que se desenvuelve sin mayores complejidades, con la suficiente angustia y sangre necesaria, deja la impresión resuelta y no quedamos con la sensación de que queremos leer más de esta historia, que pasó con sus protagonistas o si al fin todo se acabó, como sí pasa con Black Paradox o Uzumaki.

Es por ello que recomiendo este tomo con creces, y doy también la advertencia de que, como siempre, el autor nos invita a la reflexión y busca dar espacio a diversos cuestionamientos: si el amor es capaz de perdurar a través del tiempo, si alguien puede enfermarse o enloquecer realmente de amor como decía Eduardo Barrios, o si el destino depende realmente de nosotros o no.

No te compadezcas de la muerte, Harry. Compadécete de la vida, sobre todo, de los que viven sin amor.

«Harry Potter y las reliquias de la Muerte» (2007), Joanne Kathleen Rowling

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