Zona Cero: horror sobrenatural en pleno Santiago

Gilberto Villarroel nos relata una aventura trepidante y ágil en Zona Cero y nos da unas breves palabras de su magnífica obra.

Escrito por Ktlean

Comiqueros.cl » Literatura » Zona Cero: horror sobrenatural en pleno Santiago

En junio de este año (2020) se publicó Zona Cero, el último libro a la fecha de Gilberto Villarroel, autor de Cochrane vs. Cthulhu y su continuación, Lord Cochrane y la Hermandad de las Catacumbas. La novela nos entrega una historia que combina una catástrofe natural y una plaga de orígenes desconocidos que convierte a Santiago en un territorio peligroso.

Con el tiempo en contra de los personajes, monstruos que acechan en las sombras y secretos que se revelan poco a poco y que involucran a las más altas esferas de la Iglesia Católica, Zona Cero se convierte en una novela trepidante de la que cuesta bastante despegarse.

En la Zona Cero

Gabriel Martínez, un chileno que ejerce como corresponsal internacional, se encuentra en la playa cuando un fuerte terremoto asola la zona central del país. El sismo lo sorprende justo cuando habla por teléfono con su pareja, Sabine, que se encuentra en Santiago. Desde entonces, el periodista tendrá como principal objetivo volver a reencontrarse con la mujer.

Los obstáculos comienzan muy pronto y no solo por la catástrofe natural que ha remecido, literalmente, parte de Chile. Incluso antes de comenzar su viaje, Gabriel se da cuenta que algo más se ha cernido sobre Santiago. Algo que no comprende del todo pero que, sin duda, es muy peligroso.

Esto lo confirma cuando logra llegar al aeropuerto de Pudahuel y quienes lo reciben no son precisamente militares chilenos, sino marines del ejército estadounidense. Entre ellos se encuentra uno que él conoce bien, Tony Díaz. Junto a este y en el papel de guía, Gabriel logra entrar a la ya denominada «zona cero».

Libro publicado por Suma de Letras. Disponible en todas las librerías del país.

Sin embargo, el objetivo de Tony no es precisamente ayudar al protagonista a rescatar a su mujer. A él lo mueven motivos mucho más misteriosos. Estos, como vamos descubriendo con el correr de las páginas, tienen una importancia histórica e internacional.

Es por esto que Gabriel y Tony, acompañados de dos cabos, se dirigen primero a la Catedral, ubicada en plena Plaza de Armas. Allí se encuentra la razón de que los marines se internen en el centro de Santiago: una persona que entregará información crucial para entender lo que está pasando.

El viaje estará desde el principio plagado de peligros, el más acuciante de todos oculto entre las sombras que se crean debajo de los puentes o en el interior de los edificios. Y claro, también está el paso del tiempo. Ni siquiera en los momentos de pausa olvidamos que los personajes deben seguir moviéndose para llegar a su destino.

Santiago como telón de fondo

Catedral de Santiago

Algo que llama de inmediato atención de la novela, es el uso que hace su autor de la capital como soporte geográfico de la aventura.

Con su ágil y clara forma de escribir, Villarroel nos hace el recorrido muy visual. Desde el aeropuerto hasta el cerro San Cristóbal, cada paso de los personajes se nos hace fácil de seguir. Todo esto aderezado, además, por párrafos explicativos de la historia que cada lugar guarda entre sus paredes o calles.

Ya sea algún edificio del centro de Santiago o un monumento, el autor no escatima en detalles para que tanto santiaguinos o gente que no conoce la ciudad se sienta en medio del escenario. La ciudad se transforma entonces en un personaje más, en un foco de peligro y en un cobijo para las nuevas criaturas que pululan por sus rincones.

Un grupo bastante particular

Otro aspecto a resaltar de Zona Cero son sus personajes, es decir, los miembros del grupo que nos guían a través de la aventura.

Los principales son Tony, el marine estadounidense; Gabriel, con experiencia en varios conflictos bélicos; tres mineros del carbón venidos de Lota; y Sabine, de nacionalidad francesa. Basta esa escueta descripción para preguntarse cómo un conjunto de personas tan distintas entre sí puede funcionar, sobre todo teniendo en cuenta el estrés vivido.

El punto es que no siempre funciona y eso es lo que vuelve el libro aún más divertido de leer. Las rencillas no se hacen esperar, porque a los ya nombrados hay que sumar un cura acusado de abuso sexual y un multimillonario local, dueño de la más alta torre de Santiago. A veces, ni siquiera un Apocalipsis dirigido por un enemigo poderoso logra poner de acuerdo a gente con formas de vida tan opuestas. Eso queda demostrado muy bien en Zona Cero.

memoriachilena.cl

Entre la lista de personajes cabe destacar a los tres mineros, que logran un protagonismo casi inmediato. Se podría pensar que representan al chileno común, pero va más allá de eso. Lo que de verdad representan es al ciudadano olvidado en este país, tanto por su pobreza, por su supuesta falta de educación y por su origen.

Son sujetos que cuesta encontrar en los libros actuales. Para hacerlo hay que remontarse a Baldomero Lillo. Acá, no solo aparecen, sino que su presencia es crucial. El hecho de que se llamen Ilich, Luis Emilio y Fidel no debe ser tampoco una coincidencia.

Un libro trepidante

Si fuera necesario definir a Zona Cero con una palabra, basados en la sensación que provoca al leer, el término indicado sería probablemente «divertido». No cuesta engancharse a la historia y querer seguir leyendo hasta acabarlo.

Sin duda, Gilberto Villarroel logró escribir una novela que usa de manera notable a Santiago como escenario, que sabe unir personajes distintos entre sí en pos del objetivo mayor que es la supervivencia y, de paso, construir una imagen apocalíptica en el centro de un Chile que ha cambiado mucho en el último año.

Gilberto Villarroel vive actualmente en Francia.

El autor habla sobre su obra

Gilberto Villarroel accedió amablemente a responder algunas preguntas sobre Zona Cero para Comiqueros.

1- ¿Cómo fue el usar Santiago y algunos de sus sectores más populares como escenario para Zona Cero? ¿La elección se debe solo a la importancia que tienen en el trazado urbano de la capital o también a un vínculo personal con algunas de ellas?

Con algunas excepciones, he sido santiaguino durante casi toda mi vida, salvo 3 años que viví en Concepción en los 80, un mes en La Habana y tres meses en Madrid en la década del 2000, por estudios de cine. Y desde 2014 a la fecha resido, por razones familiares y profesionales, en París. Pero viví, en total, casi 50 años en Santiago.

Tengo esa relación de amor-odio de todos los capitalinos con la ciudad y me interesaba que el recorrido de los protagonistas incluyese algunos lugares importantes, representativos de diferentes aspectos de la historia y la vida cotidiana de Santiago, y que fuese, a la vez, un viaje sociocultural o socioeconómico, desde la periferia en Pudahuel hasta el barrio Alonso de Córdova, para mostrar las desigualdades que todavía existen y que son el núcleo de la alegoría de los chupasangres, el truco que escogí para hablar de estos temas. Porque al final de eso es lo que trata el libro. Y los chupasangres de la ficticia torre Valhalla resultan más miserables y peligrosos que los que comanda Vlad Tepes.

En cuanto a Gabriel Martínez, el protagonista, ya lo vimos antes en la película «Chilean Gothic» (2000) y en el cómic «El modelo de Pickman» (2009), ambos inspirados en el cuento «El modelo de Pickman», de H.P. Lovecraft. Esto significa que todas mis historias transcurren dentro de un mismo universo.

2- El grupo protagonista de Zona Cero es bastante particular. ¿Cómo fue escribir sobre una mezcla tan variopinta de personajes?

El protagonista es santiaguino, su pareja es francesa y los mineros son lotinos. Estos últimos son personajes doblemente marginales. Primero, por la pobreza que acarreó, en democracia, el cierre de las minas de carbón y porque las regiones siempre han estado a la sombra de Santiago, en materia de prioridades. Estos personajes son los héroes inesperados de la historia y representan, para mí, a ese Chile más profundo que no sale jamás en las noticias, a esas personas que dependen de la solidaridad y del cariño entre ellos para sobrevivir.

Viví tres años en Concepción, mi primer trabajo como periodista fue en el diario El Sur de Concepción en los años 80 y estuve varias veces reporteando en Lota y Coronel. Bajé al pique Carlos Cousiño, que estaba bajo tierra y bajo el Pacífico, también estuve en El Chiflón del Diablo, y en los 90 co-escribí, para los Cuentos Chilenos de TVN, una adaptación de «Juan Fariña», de Baldomero Lillo, y el primer guion de «Sub Terra», que ganó el CNTV, aunque después me dejaron fuera de los créditos de la película. Le tengo mucho cariño a esa región.

3.- En la Nota de Autor al final del libro cuentas que la idea inicial estaba pensada para ser un cómic. ¿Te gustaría que en un futuro Zona Cero fuera adaptada a otro formato, por ejemplo cómic o incluso al cine?

Claro, con Christian Luco (La Grieta) hicimos un safari fotográfico en 2014, siguiendo el mismo recorrido de los personajes, y él alcanzó a dibujar los primeros capítulos del cómic. Yo demoré seis años, desde 2013 a 2019, en completar el guion y para cuando lo hice ya se había convertido en una novela, que tuvo gran sincronía con el posterior estallido social y con la pandemia. Pero me encantaría que Luco hiciera el cómic. Y creo que la historia tiene mucho potencial como para ser llevada al cine o la TV.

4- ¿Existen posibilidades de que vuelvas a escribir sobre este universo plagado de Chupasangres? 

Todo es posible. Por ahora estoy concentrado en otra saga, la de Lord Cochrane. En 2021 se publicarán en Chile los volúmenes 3 y 4, vía Penguin Random House. El volumen 1, «Cochrane VS Cthulhu«, acaba de editarse en francés para Francia, Bélgica y Suiza, vía Aux Forges de Vulcain, y está finalista para el premio Mémoires de la mer, junto a una docena de novelas francesas. Y Lire Magazine, de París, lo recomendó como una de las 60 lecturas del verano europeo. El volumen 2 debiera publicarse en francés en 2021. Actualmente estoy escribiendo el volumen 5, para publicarlo primero en español en 2022. Y preparando el guion de un documental, otra de mis pasiones.