Spider de David Cronenberg, en búsqueda de la pieza faltante

Celebrando los 78 años del destacado director David Cronenberg, analizamos una de sus más interesantes obras: Spider del año 2002.

Escrito por Orin

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Los recuerdos traídos por un ambiente conocido, familiar, desatan el rompecabezas que significa la muerte de un ser querido para la mente de un sujeto trastornado. Tal enigma da pie a la búsqueda incesante por hallar la verdad, desplegando un trabajo de recolección y revisión de recuerdos para dar con el correcto desenvolvimiento de los hechos.

Pero el intento es en vano: las piezas del rompecabezas no encajan. Hasta que, de pronto, de tanto escarbar y desenterrar, se está cara a cara con la verdad: el trauma. Este es el argumento de Spider (2002), thriller psicológico del director canadiense David Cronenberg (15 de marzo de 1943), protagonizado por el Ralph Fiennes.

El film cuenta la historia de Dennis Cleg (alias “Spider”), un hombre esquizofrénico que, tras su salida del hospital psiquiátrico, da a parar a una casa de huéspedes, donde comparte domicilio con la encargada del lugar, la Sra. Wilkinson, y otros individuos en su misma situación. Sin embargo, Dennis no logra encontrar la tranquilidad ahí, ya que se sitúa en el barrio de su infancia. El lugar, el ambiente, los aromas, provocan que retorne a su memoria el recuerdo de su madre y con ello ciertas compulsiones por tratar de ajustar sus recuerdos con los hechos de su niñez.

La película se desarrolla a partir del montaje de imágenes entre el pasar por su actual residencia –momentos de vigilia– y sus recuerdos, el verse a sí mismo, mirar su propio pasado. Este mirarse no es un mero recordar lo que fue, sino que es una operación de reconstrucción, un intento por dar forma coherente a los acontecimientos que marcaron su infancia, reconstruirla para obtener respuestas.

Lo recuerdos muestran a un niño solitario, sin amigos y que se desenvuelve en un pequeño universo familiar conformado por su padre y su madre. Dennis vive en función de su progenitora y su pasatiempo es escuchar las historias que le cuenta, mientras él se entretiene tejiendo formas en sus dedos con cordeles. El padre, luego de la jornada laboral, pasa las tardes en un bar a la espera de la cena. La relación familiar está mediada por la imagen de un padre autoritario y una mujer sumisa, una tensa asimetría que provoca que el niño se refugie en el cobijo materno.

Por otra parte, el niño (hijo único) pasa largos momentos de soledad y abandono mientras los padres salen a divertirse por las noches. Estos factores traen como consecuencia que el vínculo madre/hijo se distorsione en el pequeño, cayendo en una adoración extrema hacia la figura materna. La relación con su madre se vuelve patológica.

La película trabaja lo que Sigmund Freud llamó Complejo de Edipo, el trastorno que refiere al conflicto emocional que se da en la infancia de un sujeto masculino cuando, por un lado, siente una atracción sexual inconsciente por la madre y, por otro, experimenta odio –también inconsciente– hacia el padre.

La desviación de los sentimientos hacia la madre se representa en una escena en particular. La mujer está probándose una nueva prenda, comprada especialmente para ser exhibida frente al esposo, ante lo cual el niño se enfada, siente celos del padre.

Los recuerdos puestos en marcha por el ambiente, hacen surgir en la conciencia del protagonista adulto algo que al parecer había pasado al olvido o no se quería recordar: la muerte de su madre. En la mente de Dennis se entreteje una terrible historia de infidelidad y crimen, en la cual el padre es el asesino tras ser descubierto teniendo sexo con una prostituta. Ya consumado el acto criminal, el hombre entierra a su esposa y lleva a la amante a la casa, haciéndola pasar por la madre del pequeño.

El niño, sin entender lo que está pasando, no acepta a la extraña en su hogar y cuestiona la actitud del padre, hasta que en una discusión la mujer revela la verdad sobre la desaparición de la madre. Dennis, desconsolado, encara a su progenitor, lo acusa de asesino y comienza a urdir un plan para deshacerse de la usurpadora.

Sin embargo, el dato que desata el quiebre con la realidad en Dennis se halla en la escena del bar, cuando el niño va en busca de su padre. Al entrar en aquel sitio, se topa con unas prostitutas que lo interpelan; el niño les pregunta por su padre y una de las mujeres se burla de él mostrándole un seno. El hecho desvirtúa toda la visión que se tiene del padre, incentivando los deseos de venganza.

Por otra parte, Dennis, ya fuera de sus recuerdos, es intimidado por la Sra. Wilkinson porque extrañamente le recuerda a la prostituta que tomó el lugar de su amada madre. Es por eso que decide protegerse, para lo que recolecta de la calle todo tipo de cordeles con los que “teje” algo parecido a una telaraña en su cuarto, tal como lo hacía de pequeño. Luego, aprovechando la oportunidad, roba un juego de llaves perteneciente a Wilkinson. Ha tomado la decisión de eliminar a la dueña de la residencia.

Al mismo tiempo que Dennis se dispone a dar muerte a la Sra. Wilkinson, la película entrecruza el recuerdo de cómo en su niñez mató a la amante de su padre. El final de la película llega cuando el protagonista da con la verdad de los hechos, con el emerger de la imagen traumática, cuando el hombre da con la pieza que faltaba en el rompecabezas; cuando los sucesos del presente develan el recuerdo oculto del crimen que tanto lo atormentaba.

David Cronenberg, el analista ante una historia que no encaja

En Spider, Cronenberg muestra excepcionalmente el comportamiento de la neurosis infantil y cómo opera la mente de un hombre trastocado que, en sus impulsos neuróticos, intenta reconstruir un pasado que fue llevado a pérdida por un hecho traumático. Todos los síntomas neuróticos en el presente del protagonista, remiten a un pasado que retorna y a una historia incompleta, que no encaja.

El director David Cronenberg y el actor Ralph Fiennes

Excepcionalmente, el director muestra cómo un hombre perdido en su neurosis trata de armar recuerdos que calcen con el único dato que se tiene como certeza: el repudio al padre. De esta forma, se produce una reestructuración de los hechos conforme a una lógica de auto-convencimiento, que desata el cambio y la crisis.

La estrategia del director es hacer tangible la desvirtuación con un dato mínimo pero trascendental, a saber, cambiar los rostros. En el recuerdo alterado de Dennis Cleg, la amante que inventa para su padre es la prostituta del bar pero con el rostro de su madre, aquella mujer que impetuosamente le había mostrado parte de su cuerpo.

Aquel rostro es el único que recuerda, el único que le importa. A pesar de tratar de encontrar la calma acusando al padre, Dennis no puede dejar traer a la memoria los acontecimientos tal como sucedieron, los cuales, al fundirse con “su verdad”, no adquieren coherencia. Las piezas siguen sin encajar.

La verdad del pasado retorna por los datos del ambiente. Hay algo que siempre trae de vuelta imágenes de lo ocurrido, datos a partir de cuales es posible elaborar relaciones. En Spider es el olor a gas, la incesante intimidación que le produce el olor despedido por la fábrica de gas que se sitúa frente al hospedaje. Este olor es el eje articulador con los acontecimientos del pasado, el factor que destruye la construcción ficticia de lo que fue. Es la pieza que no encaja.

Spider lleva a la pantalla una vida mediada por los traumas vividos en la infancia, una historia que jamás logró erigirse como tal, una construcción histórica sustentada en los cimientos de una prehistoria alterada. El film es un trabajo arqueológico, un trabajo de revisión de archivo en vistas a la reconstrucción de la propia biografía. Es la búsqueda de la verdad, pero a la vez su ocultamiento. El ocultamiento de aquella huella que el trauma dejó grabada para siempre en el inconsciente del sujeto.