Reseña: Cthulhu D100

Presentándose como una alternativa gratuita y más sencilla, ¿qué diferencia a Cthulhu D100 de otros juegos de horror lovecraftiano?

Escrito por Pía Marian

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Hecho en 2011 por Three Fourteen Games, una editorial especializada en PDF y juegos Print-On-Demand, Cthulhu D100 se presenta a sí mismo como una forma accesible de acercarse al juego de rol lovecraftiano. Sin embargo, ¿es realmente una buena introducción?

Un sistema sencillo 

El manual posee 50 páginas de reglas que cubren todo lo básico a nivel mecánico: una guía para hacer personajes, reglas de cordura, combate, las estadísticas de algunos monstruos y los bloques de diversos tomos arcanos.

Para crear los personajes, los jugadores deben lanzar diferentes dados de seis caras para obtener sus atributos, y sumarle algunos modificadores predeterminados en ciertos casos. Posteriormente, reparten una cantidad de puntos iguales a su Estudio x 20 (en caso de habilidades profesionales) e Inteligencia x 10 (para lo que estime conveniente).

Las tiradas son bastante simples: el jugador lanza 1d100 y logra realizar su cometido si saca un número inferior al que tiene en la habilidad utilizada.

Si obtiene un resultado igual o menor a un quinto del porcentaje de la habilidad recibirá un éxito especial. En caso de ser igual o menor a un veinteavo del porcentaje de la habilidad, se convierte en un éxito crítico. Y de ser entre 96-00, se volverá una pifia.

A esto se añaden porcentajes que se suman o restan a los chequeos de habilidad de acuerdo a qué tan favorables son las circunstancia para el personaje, yendo de un +20% a un -20%.


Otra cosa interesante es que posee dos sistemas de cordura: el clásico (donde los personajes tienen una cantidad predeterminada de puntos y deben hacer chequeos cada vez que algo los altere) y el de tensión (donde estos van acumulando puntos de tensión en lugar de hacer una prueba). Ambos son compatibles con la mayor parte de los juegos con sistema BRP.

La parte más compleja del manual es el combate, demasiado extenso para un juego de este estilo. Considera demasiadas acciones posibles para un juego que no está pensado para la lucha constante.

Algunos «peros«

A pesar de que el manual se lee bastante rápido, tiene dos problemas como rol introductorio a los Mitos: la falta de contexto y su dependencia de las aventuras. Cabe destacar que esto no tiene que ver con problemas de diseño, sino con decisiones tomadas a la hora de hacer el manual.

Cthulhu D100 se salta toda la parte de explicarle al lector qué implica el horror cósmico, asumiendo que este se encuentra familiarizado con el tema. Esto puede complicarse bastante si se toma en cuenta lo basto de su obra.

Lo anterior se liga al otro problema, el libro no tiene una guía para preparar una partida con este tipo de terror, dejando al novicio a merced de las aventuras. No suena mal hasta que se cae en la cuenta de lo evidente: no todas las aventuras son buenas.

Varias aventuras podrían terminar estancadas porque el Guardián no puede reubicar las pistas o hacer que estas se conecten entre sí. Cuando la aventura no hace esto por su cuenta, presenta un problema de diseño que depende de la habilidad del narrador para funcionar.

Conclusión 

Aunque considero Cthulhu D100 excelente, no pienso que sea un buen punto de partida para aquel poco familiarizado con el autor o con los juegos basados en su obra. La nula información que ofrece al respecto puede volverse un problema.

Sin embargo, me parece una muy buena alternativa para quienes sí han tenido la oportunidad de leer a Lovecraft o ser jugadores en partidas de este estilo (o, al menos, haber escuchado algunas) porque les permite saltarse una posible sobrecarga de información, y es bastante más accesible que otros juegos similares.

Para el narrador que todavía no se atreve a crear las suyas propias, existe también una buena cantidad de aventuras en internet. La editorial española Shadowlands saca one-shots para Cthulhu D100 (entre otros) y las campañas Vástagos de Shubb-Nigurath y La bestia no debe nacer, estas bajo su línea Providence.