Reseña a Pompoko de Studios Ghibli

Comentamos la octava entrega de Studios Ghibli, a cargo del renombrado Isao Takahata. Un mensaje ecologista detrás de la urbanización.

Escrito por FanoPetrikov

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Algo muy común en las películas de Studios Ghibli es entregar mensajes ambientalistas. Podemos notar una recurrencia en sus largometrajes, donde priman temas que seguramente para sus creadores son esenciales a la hora de hacer “click” en la mente de sus espectadores. Junto con mensajes ecológicos o ambientalistas, también se puede notar un constante guiño a la nostalgia, a la paz mundial y también a la inocencia en la infancia.

También es cierto que podemos encontrar diferencias de dirección entre sus propios creadores, ligando a Miyazaki hacia el lado más fantástico, mientras que a Takahata por el lugar más emocional. De lo que no podemos dudar es de la calidad en cada minuto de sus films. Años atrás, Miyazaki le sugirió a Takahata hacer una película sobre mapaches, específicamente los tanukis. Así, Isao puso en marcha un provechoso proyecto, Pompoko, quien en sus primeras semanas recaudó más de 2.6 millones de yenes, una suma exorbitante a diferencia de lo logrado con su ultimo film Recuerdos del Ayer.

Sinopsis

Pompoko, conocida también como La Guerra de los Mapaches, es una película creada por Isao Takahata y producida por Studios Ghibli, estrenada el 16 de Julio de 1994. Esta película aborda la historia de un colectivo de mapaches conocidos como Tanukis. Los Tanukis son una raza puntual de estos mamíferos que, según el folclore japonés, tienen habilidades mágicas que les permiten transformarse en lo que ellos estimen conveniente a placer.

Entre sus personajes principales está Gonta y Sokichi. Estos mapaches viven en el campo a las afueras de Tokio, en la provincia de Tama. Luego de llevar una vida muy tranquila, un proyecto inmobiliario irrumpiría muy violentamente la paz del lugar. El proyecto de urbanización de Tokio, buscaba usar a Tama como una ciudad dormitorio para todos quienes trabajasen en la capital nipona.

Frente a este panorama y la devastación que el proyecto incluía, los mapaches se ven en la obligación de hacer algo por su medio ambiente, comenzando un plan de arremetida contra los humanos y las constructoras. Este plan buscaba entrenar a cada Tanuki para que pudiera pulir al máximo sus habilidades de transformación y poder enfrentar a los humanos.

Luego de un largo entrenamiento y la búsqueda de los maestros, los mapaches atacan constantemente a los humanos, movidos por el dolor de la pérdida de su hábitat y sus costumbres. A lo largo de la película, podemos ver constantes estos ataques de los mapaches, así mismo como las bajas que van sufriendo a medida que las obras avanzan.

Pero luego de fallidos intentos, desvíos de caminos, ataques a la maquinaria, festivales fantasmas e incluso asesinatos contra los humanos, las obras no fueron detenidas, generando una adaptación al ambiente y la urbanización.

Análisis y comentarios

Partiendo por lo bueno de la película: es bastante linda en el sentido de animación. Como siempre, Ghibli logra encontrar la sinergia perfecta entre música, ilustración y colores. Además, hay que reconocer que el uso de la naturaleza como escenario trasmite una cautivante tranquilidad a la hora de ver sus películas. El plus de usar esto es que, además, permite hacer viajes de nostalgia, haciendo más envolvente aún la experiencia.

Detrás de esto también están los momentos tristes, que, de alguna manera, logran entrar muy bien y descolocar emocionalmente al espectador. La película rebalsa de momentos “tragicómicos”, donde las fiestas y la actitud vividora de los mapaches nos dan las pausas emocionales necesarias para reintegrarnos sin desbordarnos a la película. Sobre todo, para su final.

Pero, hay algo que afecta mucho en el consumo de la película… El Tiempo. Dura casi 2 horas, por lo que ya podemos decir que es más larga de lo común. Además, a lo largo de todo el film nos acompañarán dos cosas: un narrador, que busca apoyar para que no se pierda el hilo de lo que se está contando; y lo otro, partes musicales. Por alguna no tan extraña razón, la película tiene muchas partes donde los Tanukis cantan constantemente. No tan extraña, porque de por sí nos los presentan como unos vividores, pero al pasar los minutos, tanto musical como cansa un poquito.

Independiente de estos factores que son totalmente comprensibles y tolerables- no olvidemos que Ghibli focaliza más su público en niños– hay otro punto que se puede notar en la película: la vuelta larga. Con esto se hace referencia a que, para poder expresar una idea, se es constante en darle hartas vueltas para poder hacer entender algo que ya se captó desde el primer momento; quizá esto hace que la película dure tanto. Si le sacas las vueltas, lo musical y vas a lo concreto, no habría durado más de 1 hora con 15 minutos.

Sin embargo, también hay que tener en consideración que se trata de la octava entrega del estudio, por lo que se puede comprender que no es lo mismo ver una película de 1994 en sus inicios, a ver la última que sacaron (El Recuerdo de Marnie). Es decir que todo evoluciona y va mejorando con el tiempo, tanto la calidad en dibujo, animación, música, trama y digitalización. Por lo que se podría concluir que Pompoko es una buena película, que demuestra el constante trabajo de evolución, ensayos y experimentación de Ghibli, sin perder el norte, que es entregar un mensaje que genere consciencia de como el ser humano arrasa sin piedad.

Esta película, al igual que casi toda la filmografía de Ghibli, esta en Netflix.