Las Crónicas de Melquiades en los ’50, una historia sin tiempo

La vida de Melquiades como un león gay en los '50. La confrontación entre el puritanismo y la libertad es parte de la actualización del personaje de Hanna-Barbera.

Escrito por VladMIR

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DC Comics hace varios años que posee las licencias de Hanna-Barbera, aquellos dibujos animados de animales antropomórficos que durante años animaron las tardes de varias generaciones de niños (principalmente porque en Chile repetían los capítulos por años). Esto ha implicado una especie de renovación de sus personajes, e incluso ha traído cruces con conocidos personajes de la editorial.

Uno de esos personajes es el León Melquíades, como fue conocido en Chile (Snagglepuss en el original). Caracterizado como un león (en realidad parecía un puma, pero es un león montés de EE.UU), rosado, melindroso, de modales finos y que tenía una frase que decía en cada capítulo con su particular modismo; “corramos por la derecha/izquierda”.

El Leon Gay

Mark Russell, fue el encargado de hacer su renovación en «Huyamos por la izquierda: Las crónicas del León Melquíades» (Exit Stage Left: The Snagglepuss Chronicles). El autor aprovecha las características del personaje para plantearlo como un dramaturgo famoso, homosexual, con un matrimonio de maquillaje. Es una mezcla de la vida de Tennesse Williams con características de Oscar Wilde, ambos creadores intelectuales homosexuales que vivieron en periodos de fanatismo puritano.

El Melquíades de Russell se vuelve inmediatamente familiar, no es ajeno a la imagen que algunos pueden llegar a recordar. Su frase, originalmente en inglés, “exit stage right”, es una frase del ambiente de teatro, en el que se desenvuelve como autor de obras famosas, que llenan salas en Broadway.

La historia de Melquíades no es una aventura de carreras locas, tampoco de acción humorística, ni siquiera una mención a su vida de los dibujos animados que lo hicieron famoso. Es la historia de un hombre (león) que vive y respira su trabajo, en el cénit de su fama, que representa en sus obras sus propios dramas, mientras se desenvuelve con cinismo en el ambiente artístico. Tiene una esposa que es consciente de su papel como mujer de pantalla en el matrimonio. Una pareja homosexual secreta con la que frecuenta el bar gay Stonewall y moteles escondidos. Se junta en fiestas o restaurantes con amigos de alto calibre intelectual y de farándula.

Tenemos cameos de Arthur Miller, Marilyn Monroe, Joe Dimaggio o Clint Eastwood, que son tratados con una complicidad que nos acerca a esas leyendas. Por supuesto que también aparecen otros personajes de Hanna-Barbera, que incluye a su co-protagonista Huckleberry Hound, además de Pepe Pótamo, Tiro Loco McGraw, Canuto, Pulpo Manotas o el Oso Yogi.

El Gran Enemigo

El enemigo de nuestro protagonista, es el puritanismo de la sociedad estadounidense de la década de los 50′, personificada en el Comité de Actividades Antiamericanas, que se hizo conocido por ser el equivalente a los antiguos cazadores de brujas. Aquella irracionalidad que se desarrolla en una sociedad ante un profundo temor infundado, en la cual todo indicio de pensamiento (o actitud) de vida que se aleje de reglas, impuestas arbitrariamente, es un posible germen de socavamiento del estatus social.

El inicio de la historia nos presenta la primera audiencia a la que Melquíades fue citado por el Comité. Nuestro protagonista sale del enfrentamiento indemne gracias a su lengua virtuosa. Pero el punto de arranque de la historia es la llegada desde su pueblo natal. Se nos presenta a su amigo de infancia, Huckleberry Hound, quien también es un escritor reconocido y homosexual secreto, pero que a diferencia de nuestro protagonista, viene de un matrimonio fracasado, arrastrando una carga emocional que nos hace desconocer completamente al conocido personaje original. Esta confrontación entre las vidas que tienen ambos personajes, lleva a Melquíades a replantearse como ha vivido su homosexualidad y las implicancias a su entorno.

Stonewall en los ’50

Mientras tanto, el Comité busca indicios del gran enemigo invisible que representa la URSS, para ello se enfoca en cualquier atisbo de subversión. No hay nada más subversivo que los artistas, ya que, en sus creaciones y formas de vivir la vida, se manifiestan las contradicciones de la sociedad, porque son incapaces de esconder sus pensamientos.

La crítica considera las obras de Melquíades como “un Martini triple de subversión de los valores americanos”. El Comité lo considera como un artista subversivo. Además es homosexual (el pináculo de la subversión de los valores), por lo que es una presa que deben cazar para dar ejemplo de la moralina del estilo de vida norteamericano. La homosexualidad escondida de Melquíades será el punto débil por el cual lo atacarán para que coopere.

El conflicto se desarrollará en varios frentes. Por un lado, nuestro protagonista cuestionará su modo de vida, buscando armonizar sus vínculos emocionales. Mientras, en el frente político, es el conflicto con la segunda citación del Comité, perseguido por los paladines de la moral, donde nuestro protagonista deberá mantenerse erguido o sucumbir a los poderosos guardianes del estatus social. Sin olvidar el frente artístico, donde se desarrollan los preparativos de la nueva obra del león rosado (que nos recuerda a “Un tranvía llamado deseo”). Son tres los hilos narrativos que veremos enfrentar y recorrer al protagonista, en busca de un final que se aleje al estilo de sus propias obras.

La Verdad, principalmente

Russell se preocupa de hilar cada frase y cada diálogo armónicamente con la historia de Estados Unidos en esa época, mezclando los hilos argumentales como un director de orquesta. La historia personal de Melquíades se conjuga con la historia de la valoración como indecencia de la homosexualidad y la persecución macartiana. Realizando un manifiesto de la hipocresía del Comité al perseguir desesperadamente a los artistas, recordando que la Lista Negra de Hollywood, es decir, los que no cooperaban con el Comité, es uno de los grandes legados de esa época oscura.

La premisa es simple, te llaman una vez para ver si colaboras, la segunda vez es para arruinarte. Ese fue el dilema de los artistas que fueron citados; algunos cayeron en la infamia de la colaboración, otros en la desgracia del veto.

En palabras de Melquíades “el propósito del arte es la subversión, el arte es decirle al mundo cómo te está matando, como sus instituciones te ha fallado. Al final, cualquier cultura que merezca la pena está hecha por subversivos. Porque el arte es lo que le dice al mundo que necesita cambiar”.

Opinión

Esta obra, no es una creación rupturista ni reveladora, ni tampoco es el punto de inflexión de los comics. Es una obra que nos recuerda situaciones atemporales, recordándonos también que, en los momentos de mayor autoritarismo en una sociedad, son los libres pensantes, los críticos y los subversivos los primeros en ser perseguidos.

Establecer a Melquíades como dramaturgo homosexual no es el ingenio de la imaginación, comenzado porque es rosado, el color históricamente asociado a lo no heterosexual. Sumado a los modismos finos y poco varoniles. en contraposición a la imagen del macho americano, además del vocabulario de teatro que usaba Melquíades en los antiguos dibujos animados. En conjunción, un personaje que en esa época solo puede ser un dramaturgo homosexual, aunque en la actualidad bien podría recordar a los villanos Disney.

Se puede leer a diversos poetas y escritores en las líneas escritas por Russell; no destaca por su originalidad, destaca por el esmero del autor en crear un hermoso caleidoscopio narrativo. Cada diálogo tiene una frase digna de destacar, que pueden sonar a clichés, pero no dejan de ser verdades.

La homosexualidad de Melquíades es tratada con la misma hipocresía de la época. Se condena públicamente la homosexualidad, pero todos en el círculo artístico conocen de las aventuras extramaritales del león rosado. El guión mismo lo trata así, vemos a Melquíades ir al bar gay Stonewall, salir con su pareja gay, interactuar con el ambiente gay, leemos que otros personajes lo llaman o mencionan como “marica”, pero en ningún momento Melquíades lo dice o reconoce, ya que siempre se refiere a sí mismo como un artista.

Por lo mismo, aunque vemos las aventuras de un león gay, no es una proclama LGBTI+. Russell nos muestra con simpleza el ambiente gay de la época, pero se aventura por el enfoque simbólico que representa; los artistas que crean obras incómodas a ciertos sectores de la sociedad. La precaria situación de los artistas y los homosexuales frente a los poderosos se resume en una frase, “no nos vamos a ir a ningún sitio”.

Finalmente Russell nos enlaza con el Melquíades que es popularmente conocido en los dibujos animados (por lo menos para las viejas generaciones), creando una especie de precuela de lo desarrollado por Hanna-Barbera.

Nominada a los Premios Eisner 2019 como mejor serie limitada (Tom King ganó ese año), esta obra fue publicada completa en español por ECC Comics como «Huyamos por la Izquierda: Las Crónicas del León Melquíades«. Un tomo integral, tapa dura, que tiene los extras necesarios para hacer más exquisita su lectura. Se puede encontrar en Chile, en librerías especializadas.