Watchmen: Primeras impresiones de un icono del cómic

¿Eres nuevo en el mundo de Watchmen? No te preocupes, no eres el único. En estas líneas podemos darte una introducción de lo que te espera.

Escrito por alexander.r.roez

Comiqueros.cl » Cómics » Watchmen: Primeras impresiones de un icono del cómic

No es desconocido que el final del siglo XX fue algo caótico. Basta ver cualquier obra del periodo para apreciar la ansiedad, la rabia, y el desgano, especialmente de sus creativos.

Watchmen, vendría a retratar dicho panorama, envolviendo a sus lectores en una atmósfera de misterio, en la densa bruma de la gran ciudad. No es sorpresa que al leerla, si eres de zonas como Santiago, sientas lo sofocante que es moverse por estas planas, más aún escuchando blues en una tarde lluviosa.

Como tal, la historia de Alan Moore nos presenta a un grupo de héroes que ha perdido a uno de los suyos, el Comediante, y aquel que llaman Rorschach, se encarga de cazar al culpable. Al mismo tiempo, un nuevo peligro sigue al equipo.

Pero aunque parezca otro cliché americanista que demoniza todo lo que se oponga al gobierno (como el cuadro del Capitán América dando un puñetazo a Hitler, o el Superman de Red Son asesinando a Stalin), claramente, esta historia va más allá, partiendo por su ambientación en la tan renombrada Guerra Fría.

Bajo este ambiente, Moore calcinaría la falacia del «sueño americano«, donde se pintaba a Estados Unidos como un paraíso, en que todos, por un módico precio, podían cumplir todos sus anhelos. Falacia que detrás tuvo a sus compatriotas saqueando Vietnam, contradiciendo esa fachada que vendían contra la URSS.

Al mismo tiempo, esta saga nos expone cómo realmente era vivir dicho sueño; con la apatía rondando las calles, la delincuencia desenfrenada, una policía inepta que solo servía para reprimir a las masas, y lo más duro, como expuso Nietzsche en El Origen de la Tragedia (1872), cómo Estados Unidos se aprovecha del Mito del Súper Héroe.

Es aquí donde entra el personaje emblemático de nuestra historia. El Dr Manhattan.

Este caballero es, sin más, la muestra de un arma. Alguien que manipula los átomos, encarnando ese delirio que marcó al periodo; el miedo al poder nuclear, y cómo, tanto rusos como americanos, obtenían poder de él.

Este tema en la ficción es, posiblemente, de los más interesantes que se desarrollaron durante su historia, no solo por expresar tan bien la locura de los ejes, sino que por desenmascarar a la bestia tras el Tío Sam.

Por otra parte, este personaje pondría en tela de juicio una de las ideas que han movido (y mueven) el paradigma social de los estados industriales; el tiempo. Una representación de la que Einstein estaría orgulloso.

El tiempo dentro de la ficción siempre ha sido un recurso interesante. Aquel que los griegos llamaban Cronos, y que a su flujo llamaban Kairos (momentos que van y vienen entrelazados de forma cíclica); pero que para la sociedad Moderna, no ha sido más que números y fechas, devaluando su importancia a una mera secuencia de actos, principalmente, de producción en masa.

Sin embargo, Manhattan va más allá. Y con su misma experiencia, le daría un giro a este paradigma, recordando a sus lectores lo que, en el pasado, ya sabíamos del tiempo (Kairos), y el valor del momento vivido, así como de su infinidad de conexiones. Momento, además único en su clase, al que el Doctor denominaría «milagro».

¿Pero, por qué un milagro? se preguntarán. Simple. Porque de tantos eventos corriendo en simultáneo, que más encima mutan al menor respiro, llega a ser una locura que eventos como nuestro propio nacer puedan consumarse, ya que basta un movimiento para que tal acontecer no pueda ocurrir. ¿No le da otro sentido al que estemos aquí y ahora? ¿A los actos que cometemos, y cómo estos repercuten en nuestro alrededor?

Es hasta irónico que una simple «arma» entienda mejor el valor de la vida, y el peso que aquello significa.

Pero claro, Manhattan no es el único personaje interesante. Rorschach, por su parte, traería la mirada del Hombre en un mundo salvaje, especialmente por lo que él llama «su cara«.

Como ya sabrán, este personaje porta el símbolo del psiquiatra Hermann Rorschach (1844-1922). Cosa que no es ninguna casualidad. Puesto que, por medio de este personaje, Moore pretende reflejar los impulsos violentos que, usualmente, reprimimos. En otras palabras, este personaje vendría siendo un espejo para que los lectores aprecien su propio interior. Y su caos. Caos debido a nuestro mismo entorno social, sobretodo, la delincuencia.

Esto sería lo que atrapa de Rorschach. Su encarnación tan buena de la inestabilidad, no solo de un periodo, sino que de la misma gente, así como en este tiempo lo hizo la interpretación de Joaquin Phoenix como el Joker. Una proyección tan viva de un descontento, que hasta el más pacifista acepta la violencia que aquí se descarga.

Por otra parte, ya apuntando a la estética, es cierto que Rorschach es el cliché del vigilante más típico. Es frío, sádico, sin misericordia. Pero su se luce, al retratar tan bien ese lado negro de la ciudad, especialmente para quienes vienen de barrios pobres, donde viven con miedo del grupo de adictos, que les matarían por su teléfono, si de esa forma, siguen drogándose. Rorschach conecta sin más con esa realidad, y a su modo, presenta una solución, una que se ha vuelto cada vez más común dentro de nuestro entorno, a decir verdad.

Aunque es cierto que también podemos llamar al debate a los paradigmas jurídicos, así como a ciertos aspectos filosóficos que cuestionen a dichos métodos. Pero eso se merece su propio espacio.

Por supuesto, hay otros temas también interesantes, pero eso ya tendrían que verlo ustedes mismos. Algo que recomiendo con suma franqueza, pues esta historia, lo vale. Es la antítesis al tono family friendly del súperheroe, ese, que últimamente cuestionamos tanto. Incluso, me atrevería a decir que es la expresión más madura de dicho relato (sin desmerecer el trabajo de quienes narran historias con el tinte más tradicional).

Cabe aclarar, que tampoco es una lectura pesada, y que muchos elementos se explican por sí mismos. De modo que si todavía no pasan en tu escuela la unidad de la Guerra Fría, no te preocupes. Es más, esta experiencia será una linda introducción para dicho periodo.

Sean bienvenido entonces al mundo de Watchmen; más si están cansados de este mundo, y de su gente.

Que disfruten su lectura.