Unorthodox ¿Quién es el verdadero antagonista?

Una joven judía que busca la libertad y realización personal es perseguida por su esposo, pero ¿quién es el verdadero antagonista en Unorthodox?

Escrito por Andrelo

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De más está decir que Unorthodox ha sido una de las grandes series de esta temporada. La producción estrenada en Netflix, cuya reseña y recomendación puedes leer aquí, ha dado mucho que hablar debido a la crudeza y realidad de su relato. Por lo mismo, en esta ocasión nos agarraremos de una de sus tantas aristas, para analizarla y darle una que otra vuelta.

Antes de continuar, se advierte que este análisis estará lleno de spoilers, por lo que si no ha visto la serie, se recomienda maratonearse de forma inmediata los 4 capítulos que se encuentran en la plataforma de streaming, y posteriormente leer la reseña escrita por Comiqueros. Si ya ha cumplido estas condiciones, siéntase libre de seguir leyendo. Si no lo ha hecho, puede seguir pero bajo su propia responsabilidad.

Asumiendo que todos los que llegaron hasta este párrafo lo hicieron porque ya vieron la miniserie, no será necesario explicar ni detallar de qué va el argumento principal. Por lo mismo, vamos a lo que nos convoca: ¿Quién es el verdadero antagonista? Hago esta pregunta básicamente porque Poco Ortodoxa –como se conoce en Latinoamérica- es extremadamente cuidadosa en la construcción de personajes. No hay buenos ni malos. Como en la vida misma, solo hay matices.

Tras comenzar su huida a Berlín en busca de libertad y realización personal, Esty es perseguida por su esposo Yanky y por Moishe, convirtiéndose estos en la aparente fuerza opositora de la joven judía. Si definimos el concepto de antagonista como el personaje que se opone a que el protagonista logre su objetivo, pareciese que, en efecto, ellos lo son.

La narrativa de Unorthodox es sumamente inteligente al hacernos creer que que se está cocinando algo más violento y/o peligroso de lo que realmente va a pasar. El hecho de mostrar en los primeros capítulos a Moishe como si fuera un ninja sicario judío (?) con la misión de cazar a Esty en compañía de Yanky, refuerza la sensación de que ellos son los enemigos de los que se tiene que cuidar la protagonista. Sin embargo, se nos olvida que el mismo Yanky, al igual que Esty, también es una víctima.

Independiente de que la miniserie está llena de costumbres y rituales poco conocidos en su generalidad, el conflicto es totalmente universal. Yanky siente gran presión familiar al no poder consumar su matrimonio con Esty. Vivir con su madre metida en la casa –y en la cama-, nulo control sobre su futuro, hacen de la pobre pareja de recién casados un manojo de incertidumbre, con sensaciones muy distantes a la felicidad y realización personal. Todo esto bajo el alero de la comunidad ortodoxa Satmer, perteneciente al judaísmo, jasídico, antisionista ultra conservador.

La fe es un concepto sumamente personal y respetable. A su vez, el ejercicio de la misma debiese responder a los mismos principios, siempre que sea un acto voluntario y no una imposición. Aquí es donde el verdadero antagonista sale a escena; no es Yanky ni Moishe, tampoco el rabino que manda a buscar a Esty. El verdadero antagonista son las tradiciones anacrónicas de una religión que se impone sobre la individualidad de cada persona.

Mujeres que se conciben únicamente como maquinas reproductoras de bebés judíos, limitación de las libertades personales, nulo acceso a la educación y tecnología, aislamiento social, seguir las “reglas del recato” (como raparse el pelo porque este es sinónimo de erotismo); son solo algunas conductas que no se pueden entender en una sociedad que avanza hacia la igualdad. Pero insisto, si alguien por voluntad propia, y en pleno uso de su razón siente el llamado a someterse a una fe así, bienvenido sea. El problema es cuando naces en una comunidad donde tu única opción de libertad es escapar a otro continente y ser asechada por Moishe.

Como se dijo en un principio, esta es una de las tantas interpretaciones que se pueden hacer sobre una gran serie. No se busca ser dueño de la verdad y, por consiguiente, no se busca pasar a llevar la fe de nadie.

Nos leemos luego.