Semana a semana, “進撃の巨人” o “Shingeki no Kyojin” para l@s amig@s, nos sorprende con cada uno de los episodios de cuarta temporada. Lo que comenzó allá por el lejano 2013, con el estreno de un anime que se transformaría rápidamente en un fenómeno mundial, a día de hoy, está a punto de acabar.
Con un aumento de calidad en su historia, la serie creció junto a su creador. Y lejos del “shonen de temporada” que se pensó que podría ser “Shingeki”, hoy brilla por su particular y punzante punto de vista.
Su última temporada tuvo un salto, más allá de lo temporal; en su enfoque. Manteniendo el tono general, pero poniendo su atención principal en el horror de la guerra. Aunque lo terrorífico, lo injusto y lo desesperante, son cualidades que siempre estuvieron ahí, ahora el vuelco es específicamente hacia el sin sentido del conflicto bélico.
Aportando crudeza y complejidad al incluir a los Eldianos/Marleyenses dentro de la ecuación. Niños criados y educados para la guerra, para combatir contra su propio pueblo. Que ven a sus enemigos como verdaderos demonio… pero que terminarán descubriendo que su situación no es muy diferente a la de ellos.
Siendo el personaje de Gabi quien más representa éste deber impuesto que obnubila su moral. Incluso con la verdad delante de ella y siendo sorprendida por las revelaciones, sigue manteniendo sus ideales en alto, entrecruzando ideales v/s decisiones en momentos claves.
http://www.youtube.com/watch?v=niBWheWyAqQ
No hay ni bien ni mal. Si alguna vez pensamos que la tropa de reconocimiento representaba a los héroes en esta historia, su cuarta temporada nos desbarata aquella idea. Lo que resulta realmente frustrante. Ver que el viaje de los protagonistas, que en un momento pintaba para ser más bien “clásico”, termine siendo un viaje en negativo, aporta unas cuantas capas a la historia.
Estos últimos episodios nos plantean un conflicto inevitable, sin sentido. En el que como espectadores no podemos tomar bando, sino solo desear que termine pronto aquel sufrimiento. Aquello que nos atrapa es el misterio de saber que es lo que traman los personajes, quién está con quién. El enigma es aquel que nos mantiene al filo del asiento ante el desolador escenario.
La esperanza en Shingeki es irrecuperable. Lo que peligra en este conflicto es la raza humana, pero es el atributo de humanidad lo que parecen haber pedido absolutamente todos los personajes. (Mención honrosa para el diseño de personajes. Es increíble el nivel de horror e incomodidad que su creador logra plasmar tanto en los rostros que se ven en pantalla como en el espectador.)
El nexo directo entre el horror y el espectador es el personaje de Reiner. Él es quien realmente conoce la crudeza del campo de batalla y la complejidad que habita en cada uno de los bandos. Incluso al borde del suicidio, decide continuar para ponerle fin al conflicto, porque sabe que todo esto no llegará a nada.
Shingeki no Kyojin maduró con el tiempo. Destacando por sobre la media en el mainstream del shonen. Llevando la historia del héroe adolescente más allá. Poniendo hincapié en detalles que parecen ser más autorales que editoriales. Sin conformarse con su atractivo visual, su hilarante premisa o con ser el anime violento de moda, quiso ir muchísimo más allá.
Independiente de si conocemos o no el final de su manga, lo que ha demostrado ser el camino hacia aquello deja en alto a toda una historia que desde que comenzó, solo ha sabido subir. ¿A ti, que te ha parecido ésta cuarta y última temporada de Shingeki no Kyojin?