Justo en el comienzo de la cuarentena fue estrenada una de las series que más ha pasado desapercibida durante los últimos meses.
Feel Good nos presenta una historia de amor liderada por la talentosa Mae Martin. Una comedia que, a pesar de su nombre, no nos hace sentir del todo bien.
Un principio desde un final
Entonces, dos chicas se conocen, se enamoran y terminan juntas, así funcionan las comedias románticas, ¿no? Bueno, en esta ocasión nos encontramos con esa historia, pero solo durante los primeros 5 minutos.
Se nos presenta fugazmente el cuento de amor de Mae y George, desde que se ven por primera vez hasta que se van a vivir juntas. Y es justo aquí cuando comienza la verdadera trama. Con dos chicas que se dan cuenta que realmente no se conocen y deberán aprender a hacerlo.
Nuestra protagonista es una comediante con un oscuro pasado relacionado a las drogas. Y el ritmo acelerado de la serie va de la mano con la personalidad de Mae, con una notoria ansiedad y sintiendo que siempre está al borde de recaer en su adicción. Además, parece no tener muchas amistades, llevando una vida muy caótica económicamente y emocionalmente.
Se podría decir que George es lo contrario, al menos en el papel. Con muchas amistades, viviendo en una casa compartida y con una personalidad mucho más pausada que su pareja. Pero, dónde más juego y provecho saca la serie no es en esas diferencias precisamente, sino en sus preferencias sexuales. Pues Mae siempre ha tenido parejas mujeres, pero para George es su primera relación con una mujer.
Esto da pie a conflictos que parten en prejuicios sociales e inseguridades a la hora de dar a conocer a otros la noticia de su relación. Por ejemplo, en los primeros episodios Mae quiere, quizá con demasiada prisa, hacerle saber a todos que está con George. Está ultima, por su parte, está muy temerosa por cómo reaccionaran sus amigos. Y ello da paso a otra área muy común que toca la serie: la toxicidad en las relaciones.
El choque de sus carismas es muy notable, generando reacciones tóxicas que, en teoría, se deberían evitar en una relación. Afortunadamente la serie entiende muy bien cómo no normalizar estas actitudes de sus personajes. ¿Cómo lo logra? Llevando esas situaciones a exageraciones cómicas. Por nombrar un momento del primer episodio, Mae «encierra» a su celular bajo 10 cajas, pues es incapaz de dejar de mensajear las 24 horas a George.
Y hablando del humor de la serie, es probablemente su mayor fuerte. Esto gracias a que Mae Martin, guionista y protagonista, es precisamente una humorista en la vida real.
Sin embargo, la subtrama que trata los pasados problemas de adicción de Mae es un arma de doble filo. Por una parte, nos da momentos en los que nos sentimos fatal, ya que nos muestra las repercusiones de su pasado y el cómo lidia con no recaer en el presente.
Pero siento que se pudo haber profundizado mucho más con este tema. Lamentablemente no hay mucho tiempo para ello, pues como mencioné antes, los episodios tienen un ritmo muy frenético. Definitivamente faltan momentos más pausados de vez en cuando para profundizar algunos temas, pero considerando sus episodios de 20 minutos, poco más se podía hacer.
En conclusión. Feel Good es una propuesta muy interesante y breve, que podemos ver en una tarde (en dos horas y media exactamente). Pone muchos temas sobre la mesa, donde destacan los conflictos de pareja, las amistades toxicas, los prejuicios sociales y las adicciones (no solo las drogas). Todo esto con su particular, pero carismático humor.
Feel Good es una serie que no debes perderte, te aseguro que morirás de ternura con Mae y George, reirás con ellas e incluso llegarás hasta las lágrimas.
