Reseña: Escuadrón de Brandon Sanderson

El prolífico Brandon Sanderson nos entrega Escuadrón, una space opera que nos recuerda por qué sentimos tanta fascinación por las batallas estelares.

Escrito por Ktlean

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Brandon Sanderson se ha ganado una notable reputación como escritor de fantasía y ciencia ficción. No solo tiene sus libros traducidos a varios idiomas y goza de una fiel fanaticada, sino que también es, para muchos, una apuesta asegura. No importa que su obra insigne sea la saga Mistborn (Nacidos de la Bruma en español) y todo el ciclo de Cosmere, no por eso sus demás libros ostentan menos éxito.

Entre esas sagas independientes, encontramos Escuadrón, novela publicada a finales del 2018, y que abraza uno de los géneros más populares dentro de la Ciencia Ficción: la space opera.

La historia

En Detritus, un planeta abandonado y en ruinas, encontramos a Spensa, la hija de un piloto estelar. Su padre, junto a los demás pilotos de la FDD, está encargado de combatir a los Krell y mantener a salvo a las comunidades de humanos que se esconden bajo la superficie del planeta.

Spensa sueña con ser piloto como su padre, pero tras un evento que lo cambia todo, su propósito amenaza con volverse imposible. La Batalla de Alta, donde su padre pierde su reputación, la convierte a ella y toda su familia en parias.

Pero la niña no se da por vencida y desde entonces se esforzará por esconder sus sentimientos tras una máscara de agresividad. Su objetivo es claro y no dejará que nada ni nadie le impida convertirse en piloto, matar Krells y salir de la sombra de su padre. Contra viento y marea, atravesándose en el camino de la mismísima Almirante Férrea, Spensa logra convertirse en cadete y comienza entonces la instrucción que ella tanto había esperado.

Los problemas de verdad, comienzan entonces. Spensa —y nosotros— pronto se da cuenta que una cosa es soñar con batallas estelar y otra muy distinta es participar de ellas. El miedo, la pérdida, la sensación de derrota son solo algunas de las cosas a las que tendrá que enfrentarse la protagonista y el resto de su joven e inexperto escuadrón.

Como si esas dificultades no fueran suficientes, la joven encuentra en una de sus primeras exploraciones una cueva y, dentro de esta, una antigua y dañada nave. Este misterio y la presencia de la Inteligencia Artificial llamada M-Bot pasarán a sumarse a lo que altera la vida de Spensa.

Un creador de mundos

Muchos le reconocen a Brandon Sanderson su habilidad para estructurar sistemas de magia, pero si su talento terminara ahí es casi seguro que no sería tan popular. También crea mundos, incluso universos, donde sus alabados sistemas de magia tienen sentido. Tal vez la mejor muestra de eso es Mistborn, cuya Alomancia repercute en toda la estructura social del Imperio Final.

En Escuadrón no existe la magia; todo depende de la tecnología y de la capacidad de científicos e ingenieros de construir los mejores cazas, las mejores naves. En la batalla, las habilidades de los pilotos es lo que determina el resultado positivo o negativo de la batalla. Sin embargo, eso no impide que Sanderson delinee Detritus como un mundo con sus propias características.

Eso sí, es evidente a lo largo de las páginas que no hay mucho que ver. Al menos en apariencia. La sociedad humana intenta sobrevivir bajo tierra, pero ese paisaje no lo conocemos demasiado porque Spensa se va pronto a la superficie, a la Estación de Alta. En ese lugar tendrá sus clases de vuelo con el piloto retirado Cobb, mientras que en la cueva que mantiene en secreto, excepto para un par de personas, vivirá en sus ratos libres.

Aunque pueda parecer insuficiente respecto a lo que Sanderson nos tiene acostumbrados, a medida que conocemos más qué es lo que sucede en Detritus y cómo la humanidad llegó ahí, se vuelve evidente de que esa superficialidad en la definición de este nuevo mundo tiene mucho sentido.

En contexto en el que se mueve Spensa está a medio definir, en construcción. La humanidad lleva demasiado poco tiempo en el planeta, e incluso menos con la posibilidad de unirse en comunidades más grandes. Aún hay habitantes que recuerdan a la nave Desafiante, la aterrizada en Detritus, los primeros ataques de los Krells. Los escombros que flotan en el cielo impiden ver las estrellas, los enemigos son un misterio.

«Reclama las estrellas»

Escuadrón es una historia que fácilmente puede recordar a otras. Hay muchas novelas, películas o series con cazas estelares luchando contra un enemigo poderoso e inhumano. Sociedades que deben poner en riesgo a algunos de sus miembros para la supervivencia de la mayoría. Héroes que caen en batalla hay muchos, al igual héroes que sobreviven y deben enfrentarse a la muerte de sus amigos.

Eso no impide que Sanderson nos atrape desde la primera página y nos mantenga en vilo a través de las que siguen. Como el excelente narrador que es, sus escenas nos hacen sentir dentro de la acción, podemos sentir cada giro de los cazas, o encogernos cuando un rayo destructor golpea alguna nave de los personajes a los que ya le hemos cogido cariño.

Por su parte, Spensa es un gran personaje. La vamos conociendo de a poco, ya que sus máscaras también nos engañan a nosotros al principio. Sin dejar de repetirse el consejo de su padre de que aspire más alto, a que reclame las estrellas, la joven ha construido durante toda su adolescencia una fuerte coraza para que nadie pueda desviarla de su propósito.

Sin embargo, pronto se dará cuenta que cumplir los sueños es a veces el mayor obstáculo y que las respuestas a las preguntas solo acarrean más interrogantes. «Reclamar las estrellas» puede ser un bonito mantra, pero incluso las estrellas tienen sus secretos. Spensa se dará cuenta de que muy pocas de sus creencias más arraigadas son tal cómo ellas las imaginaba y que su viaje le servirá para conocerse, conocer a los demás y descubrir, por fin, qué significa realmente ser una cobarde.

Opinión personal

A pesar de que tiene mucha competencia dentro de las mismas obras de Sanderson, Escuadrón es uno de mis libros favoritos de su trayectoria, al menos hasta el momento. Me recordó la maravilla que puede provocar la ciencia ficción más pura y cómo la empatía puede conectar a un lector con un personaje, no importa lo lejano que pueda ser su contexto con el nuestro.