Reseña: 1917 – La guerra en servicio del cine

En la película dirigida por Sam Mendes, 1917, seguiremos a dos jóvenes encomendarse en una misión para salvar a 1.600 hombres de una trampa mortal.

Escrito por J Martínez

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En plena Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos son enviados en una misión para entregar un mensaje a un batallón que va directo a caer en una trampa de los alemanes, en la que 1.600 hombres (entre ellos el hermano de uno de los protagonistas) podrían morir. ¿Lograrán los soldados llegar a tiempo?

El cine bélico no es ningún desconocido para nadie. Entregándonos desde historias sumamente emotivas y crudas como Rescatando al Soldado Ryan, hasta otras que nos intimidan y nos hacen sentir con el rifle en las manos como Dunkerque. Pero creo que muy pocas se han entregado tanto al cine como lo hace 1917 y su director Sam Mendes.

Guion que no evita las emociones

¿Es posible hacer una película bélica que no sea emotiva? Yo creo que es muy difícil. Es que ver a hombres luchando por su vida estando al borde de la muerte sólo por cumplir los objetivos nunca dejará de ser emocionante. 1917 no rompe esta regla y lo deja en claro desde un comienzo, al enterarnos que uno de los integrantes del batallón que Schofield y Blake (interpretados por Dean-Charles Chapman y George MacKay, respectivamente) deben salvar es el hermano uno de ellos. A partir de aquí, se genera un absoluto entendimiento de por qué la misión es tan importante para los protagonistas y el por qué deben cumplirla.

Es por esto que el drama humano también será parte de esta historia. El apego de Blake por su familia es palpable, se impregna en el viaje de los soldados y es la fuerza que hace que ambos avancen cuando todo se va derrumbando. Y no sólo esto aportará al drama, ya que al mismo tiempo que Blake tiene un gran cariño por su hogar y tiene muchas ganas de volver a casa, a Schofield le pasa todo lo contrario, lo que da lugar a interesantes diálogos sobre la guerra, los honores de esta y las motivaciones de los personajes.

Y poco más se puede decir sobre el guion de 1917 sin hacer spoiler, así que vayan a verla, porque prometo que hay un giro increíble e inesperado, además de unas escenas con una pureza y humanidad que harán llorar a los menos duros de corazón.

Rozando la perfección técnica

Pero hay que hablar del elefante en la sala, y es que técnicamente 1917 es prácticamente perfecta. Lo primero, lo evidente, que es lo que más se ha comentado; la película está grabada en solo un (aparente) plano secuencia. Sólo hay un corte marcado (que es evidente) en TODA la película, el resto será una sola secuencia continua. Evidentemente hay cortes, porque grabar 2 horas continuas sin ningún fallo es imposible, pero están tan bien camuflados que, como espectadores, solo podemos especular dónde están.

Cualquiera podría argumentar que esto le quita posibilidades al uso de cámaras como un medio para darle más expresión a la película, pero esto no podría estar más lejos de la realidad, pues Mendes se las arregla para usar técnicas como los primeros planos para mostrar la angustia de los personajes, o el mover levemente la cámara con el objetivo de mostrar algún objeto que quiere que veamos, o hasta el elevar y alejar la cámara de los personajes para mostrarnos cómo se ven absolutamente superados por el ambiente bélico, además de muchas otras técnicas del cine.

Además, el hecho de que no hayan cortes, sumado a que los dos protagonistas deben estar en constante movimiento, provocan que haya mucho, mucho travelling. Y como la cámara estará constantemente acompañando a los soldados a una distancia relativamente cercana, nos hará sentir una inmersión tremenda, casi como si nosotros fuésemos un tercer soldado en la misión, aumentando la tensión en los momentos debidos y provocando una mayor cercanía con los protagonistas.

Otro elemento muy importante de 1917 es su escenografía, que es impecable. No tiene absolutamente ningún miedo ni asco de mostrar los horrores de la guerra, como los cuerpos tirados en todas partes, los caballos muertos en tierra de nadie, las ratas comiéndose los cadáveres o los restos de trincheras abandonadas. Todos los elementos que aparezcan en pantalla estarán sumamente cuidados y nos ayudarán de sobremanera a adentrarnos en el viaje de los dos soldados.

Por otro lado, el director tiene un manejo de tiempos tremendo. Sam Mendes sabe que es prácticamente imposible meter elementos cada vez más emocionantes para hacer una película que esté constantemente elevando la tensión, por lo que aquí se apuesta por momentos muy livianos entre cada pico de tensión. Esto nos da un sube y baja de emociones que provoca que la tensión sea sumamente inquietante, al mismo tiempo que los momentos de humanidad calen profundo. Además , esto permite que, aunque los elementos de mayor impacto no estén al final de la película, este final siga sintiéndose satisfactorio y muy emocionante.

Y finalmente tenemos la parte sonora, que es tremenda en todo su espectro. La banda sonora es impresionante y es el 50% de los momentos de tensión, mientras que le aporta mucha emotividad a las interacciones entre personajes y a los elementos más humanos. Pero, y esto es algo que no todos logran, la banda sonora brilla más cuando se ausenta. Y es que en las ocasiones que el silencio se apodera de la situación sentirás tanta inmersión que será imposible mantener la calma cuando las cosas salgan mal.

Por otro lado, los efectos sonoros son todo lo que se le debe pedir a una película bélica y es por esto que 1917 gana mucho cuando se ve en cines, pero al mismo tiempo no estamos en presencia de una película llena de momentos de acción y tiroteos tremendos que nos hagan apreciar los efectos sonoros como se debe, pero cuando aparecen… querrás correr por tu vida.

Conclusión

No aparecen películas como 1917 todos los días. Que la guerra quede tan bien retratada, mientras al mismo tiempo se lidia con el drama humano es común de ver. Pero mantener un buen equilibrio entre esto es difícil de hacer sin caer en melodramas o en demasiada acción. Esto 1917 lo logra de increíble manera, y no sólo esto, ya que además tiene una calidad técnica que hasta los mejores directores envidiarían. Porque no es sólo un capricho de querer hacer una película en un plano secuencia, ya que esto se pone en servicio de la narrativa y de las emociones que la película busca generar.

Así, 1917 se transforma, de seguro, en una de las mejores películas de todo 2019. Haciéndose merecedora de numerosas nominaciones y premios en medio de duros contrincantes, pero logrando crearse un nombre por sí sola gracias a una increíble puesta en escena, un manejo de tiempos notable y personajes que logran simpatizar con el espectador por las terribles situaciones que deberán pasar.