Recomendación: The Backwater Gospel: muerte y miedo

El proyecto de título de ocho estudiantes de la escuela danesa de animación The Animation Workshop, que los llevó a las ligas internacionales

Escrito por Fancy Guisélle

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The backwater Gospel es un cortometraje de tan solo 10 minutos de duración, dirigido por Bo Mathorne, un estudiante de la escuela danesa de animación The Animation Workshop, elegida entre las 20 mejores escuelas de animación del mundo en 2015.

Por su trabajo, Mathorne fue galardonado con el Animated Encounters UWE European New Talent Award, premio que rinde homenaje a las películas y cortometrajes europeos producidos en un instituto educativo y/o debutantes en dirección.

Sinopsis

En un sombrío pueblo llamado Backwater, merodea desde los inicios del tiempo la muerte, de la mano de The Undertaker, “El Enterrador”, como lo llaman sus habitantes.  Hasta que un día la oscura promesa falla y la tensión aumenta, mientras los habitantes, temerosos de Dios, esperan impacientes a que alguien muera.

Animación

A cargo de Tue T. Sørensen, Arthur Gil Larsen, Rie C. Nymand, Mads Simonsen, Thomas H. Grønlund, Esben Jacob Sloth, Martin Holm-Grevy, trae a ratos el estilo sombrío de Courage the Cowardly Dog (Coraje el perro cobarde), eso si, dejando de lado las dimensiones planas y dotándola de escenarios detallados y fondos estéticamente «sucios», con el propósito de establecer un estado de ánimo y mostrar a través de su paleta de colores que Backwater, ha sido olvidado por Dios.

Relato

Backwater es el nombre del pueblo en el que se desarrolla la historia. Durante siglos, este pueblo ha sido visitado por un “siniestro” personaje bautizado como “The Undertaker” o el enterrador, cuya presencia en el pueblo solo se ve justificada con la misión de llevar consigo un alma, elegida al azar, de entre los habitantes que temerosos, esperan su llegada.

Personajes

Una comunidad fanáticamente religiosa, un párroco con aires de superioridad, un músico callejero y un enterrador que solo cumple con su trabajo. En base a estos personajes, la historia se desarrolla y mantiene la tensión hasta el final, obligando al espectador a cuestionarse si estará del lado de la vida, o la muerte.

Los diálogos son pocos, pero justos, precisos para comprender las intenciones y sentires de cada uno, los sonidos que dejan escapar los habitantes y el entorno en que se muestran, juegan un papel importante al momento de interiorizar las problemáticas planteadas.

El párroco controla a los habitantes en base al miedo impuesto a través de sus enseñanzas bíblicas; «Una manzana podrida puede acabar con todas las demás«, la única forma de salvar a los habitantes que “merecen vivir”, es encargarse de esa “manzana” antes de que las contamine a todas.

Un (gran) giro

La muerte, entendida como el fin o castigo, ha sido temática recurrente en el séptimo arte, sin embargo, no está implícito que El enterrador en persona, sea quien ejecute dicho castigo. Los habitantes huyen despavoridos al oír su nombre y el anuncio de su llegada, pero no hay registros de sus acciones para llevar a cabo la misión.

¿Quién es realmente responsable del desenlace? Una pregunta que el cortometraje responde en menos de 1 segundo con una frase desgarradora: «It ain’t gonna be me (no seré yo), seguida por casi 2 minutos llenos de acción, sangre y expiación.

La desesperación se transmite en los sonidos ambientales, las voces y la música que poco a poco deja de sonar. La tensión es inevitable, y a medida que la historia avanza, las dudas comienzan a surgir: El Enterrador… ¿es realmente un villano?

Crítica Social

La incertidumbre de no tener certezas y el miedo que consume a los habitantes gracias a su fanatismo religioso, los motiva a tomar decisiones carentes de toda racionalidad. Sus acciones movidas por la falta de pensamiento crítico los encaminan hacia el pecado del que tanto se han querido alejar.

Diez minutos bastan para moverse por casi todo el espectro de las emociones humanas, dejando en claro que la recompensa del “héroe” en el relato, no es la vida, sino la esperanza encontrada en la muerte.

Opinión personal

La música compuesta por Sons of Perdition termina por rematar un cortometraje que no se olvida, no importa los años que pasen. Los sonidos desgarradores de la carne abriéndose y la sangre a borbotones, los cuervos, los pasos, el metal, la guitarra. Todo ha sido unido con cuidado y cariño, y los 10 minutos que dura te dejan satisfecho, aunque si, con ganas de más.

Es violento, agudo, y resalta una característica innegable de nuestra (religiosa) sociedad; arrepiéntete, o te arrepentirás.