Navillera: volar aunque sea una vez

Netflix nos trae un dorama sobre sueños por cumplir, resiliencia y aprendizaje. Navillera y el deseo de un hombre por bailar ballet.

Escrito por Ktlean

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Con la guerra de las plataformas de streaming cada vez más en auge, cada una de ellas ha tenido que intentar destacarse en algo. Ya sea con títulos de alto impacto, sagas o universos cinematográficos completos, la idea es poner la mejor carnada para atraer a la mayor cantidad de público.

Netflix, que tiene gran parte de culpa en este boom, primero quiso diferenciarse por el gran impacto publicitario que tenían los títulos que solía adaptar. Es así como la sola mención de una serie de The Witcher, o la reciente Sombra y Hueso o la próxima Heartstopper, incluso la película basada en uno de los mayores éxitos de Wattpad, A través de mi ventana, han hecho que Netflix siempre esté en la palestra. Pero como Netflix nunca es sinónimo indiscutido de calidad, muchas veces dichos títulos terminan siendo una decepción.

Este enganche que tenía o sigue teniendo Netflix, por tanto, puede ser un arma de doble filo. Así que, corresponde hacerse la pregunta de qué es aquello que distingue a día de hoy a la plataforma de las demás. Y quizás la respuesta sea una simple palabra: variedad. Con esto no se quiere decir que las demás plataformas no la tengan. Basta pasearse por Amazon Prime, por ejemplo, para darse cuenta que esto no es exclusividad de Netflix. Eso sí, en el caso de esta dicha variedad salta a la vista.

Películas y series producidas en diversos países, grabadas en muchos idiomas y ambientadas en los lugares más dispares alrededor del mundo, son ya una cosa habitual en Netflix.

Entre esa diversidad, los doramas o dramas coreanos han ido poco a poco abriéndose un espacio importante. Proliferaron dentro de la plataforma, no hay otra forma de describirlo. Los hay de todos los géneros, dirigidos a muchos tipos de públicos y también con un rango amplio de calidad. Desde Boys Over Flowers (serie que se considera una de las precursoras del furor vivido por los doramas en estas latitudes) hasta las últimas producciones, donde la historia no tiene por qué transcurrir en un instituto, ni tampoco el romance tiene que ser lo más importante.

De hecho, el dorama del que se trata esta nota tiene un protagonista de setenta años y no se centra en ninguna relación romántica. Versa más bien sobre la oportunidad que incluso un hombre de avanzada edad tiene de cumplir sus sueños, de las relaciones familiares y de cómo las lecciones más importantes nos las pueden dar quien menos esperamos.

Navillera trata sobre volar, a cualquier edad, a pesar del pasado y de las dificultades. Solo volar, aunque sea una vez.

La historia

El señor Sim acaba de cumplir setenta años. Está casado, tiene tres hijos ya mayores y una nieta que se prepara para entrar al mundo laboral. El señor Sim ha llegado a esa planicie en la vida que supone jubilarse (cuando se tiene una pensión digna, claro). Sin mucho más para hacer, se enfrenta de pronto a la pérdida de un viejo amigo, el cual en una carta de despedida le habla sobre los sueños que nunca cumplió y le pide a él que no haga lo mismo, que se esfuerce por cumplir los suyos a pesar de todo.

Nuestro protagonista tiene muy claro cuál es ese sueño que no pudo cumplir de niño y que ahora viene a su mente con insistencia: bailar ballet. El proyecto suena imposible, sobre todo teniendo en cuenta que el señor Sim no tiene ni un tipo de instrucción o entrenamiento al respecto. Pero él está decidido y para ello visita un estudio de Ballet donde en una ocasión vio a un joven bailar.

Es entonces que conocemos al segundo protagonista de esta historia: Lee Chae-Rok. De veintitantos años, él es justo lo opuesto al señor Sim: en plena juventud, muestra un talento innato para el ballet. Sin embargo, a pesar de su potencial, pasan los años y sigue sin conseguir entrar a una compañía de baile o ganar algún concurso. De hecho, no hace más que boicotearse de distintas formas, dejando de golpe las audiciones o trabajando en varias cosas que le impiden concentrarse del todo en su progreso.

Es por esto que su entrenador, cuando el señor Sim llega a pedirles que le enseñen a bailar, soluciona ambos problemas con una idea genial pero riesgosa: le pide a Chae-Rok que sea él quien instruya al anciano, y a este le pide que sea el manager del joven, es decir, que se preocupe de monitorearlo en todo lo que hace.

Chae-Rok se lo toma mal, pero no tiene más remedio que obedecer. Es así como de pronto tiene cerca a este hombre ya mayor, entusiasta y preocupado, que no solo se inmiscuye en su vida, sino que parece más comprometido con el ballet que él mismo.

Volar

El camino que ambos tendrán que recorrer será largo, acarreando múltiples baches y también aprendizajes. Desde el séptimo capítulo, incluso, el rumbo de la serie cambia, o se profundiza más bien. Pero para evitar spoilers, nos centraremos en el tema que atraviesa toda la historia: el volar como una metáfora de cumplir los sueños.

Para el señor Sim, esta palabra alude a los saltos que realizan los bailarines y a que a él lo maravillaron siendo un niño. Lo que él quiere es volar en un escenario aunque sea una vez. Pero también esta palabra va adquiriendo otros significados con cada capítulo y deja de aplicarse solo a él. Pasa a convertirse en el mantra que el personaje repite, compartiéndolo con los demás.

Es, por ejemplo, lo que aún debe conseguir Chae-Rok. En un principio pensamos que en términos de habilidades en el ballet el joven le lleva mucha ventaja al señor Sim. Y claro, así es. En entrenamiento, habilidades y talento natural Chae-Rok ha recorrido gran parte del camino. Él vuela en el escenario, pero le cuesta volar más allá de este.

Testarudo y de mal carácter, la mejor solución para sus problemas y la forma que tiene de ver su vida es ser el maestro del señor Sim. Choca con este muchas veces, pero poco a poco la humildad y sabiduría del anciano lo van ayudando. Se da cuenta, por ejemplo, que lo mejor es dejar de lado de sus trabajos de medio tiempo, mira la relación con su padre desde otra perspectiva y también entiende que su forma de ver y aproximarse a la danza no es la única que existe.

Aunque es probable que el señor Sim sea el mejor personaje de la serie, es Chae-Rok el que traza el arco de aprendizaje más notorio. Comienza siendo un joven con talento suficiente para «volar como un águila», pero solo lo consigue cuando entiende que para lograrlo debe dejar de lado la altanería y preocuparse por los demás. Para el final, él vuela, sí; lo hermoso es que lo hace de la mano de alguien más.

Últimas palabras

Este no es el primer dorama que veo, pero sin duda es el mejor. De hecho, es una de las mejores series que he visto en mi vida, sin importar de dónde vengan. La forma en que se abordan temas como la vida en la tercera edad y el hecho de que ellos, los mayores, tienen tanto derecho como los demás de querer intentar cosas nuevas y cumplir sueños, es justo lo necesita una sociedad como la nuestra.

Pero no se contenta con eso: también muestra el poder que tienen los vínculos familiares para ayudarnos a superar dificultades, la resiliencia ante la enfermedad, la importancia que tiene el ser alguien íntegro y bondadoso, la influencia que podemos tener en otros, lo hermoso que es estar junto a los que amamos…

La forma en que crecen los personajes a lo largo de doce capítulos es algo que no todos los guiones logran. Y las actuaciones consiguen que todo esto se sienta como si los que aparecen en la pantalla fueran parte de nuestra familia o nuestros amigos.

Recomiendo Navillera no solo a aquellos que ya han visto doramas, sino a todos. Cada uno de nosotros necesita que algo nos toque el corazón de la forma en que esta serie lo hace.