«Los rieles»: no todas las heridas cierran

La última novela de Aurora Venturini. "Los rieles" es una dolorosa carta de alguien que se niega a morir aun en las puertas del final.

Escrito por White Usagi

Comiqueros.cl » Literatura » «Los rieles»: no todas las heridas cierran

Tuvieron que pasar décadas y más de 20 libros publicados para que el mundo, y en especial Argentina, conociera el increíble trabajo de Aurora Venturini. Su libro, Los rieles, reditado por TusQuets para la colección Andanzas de editorial Planeta, es una carta abierta a sí misma, una recopilación de vivencias y pensamientos luego de sufrir un accidente que la dejó en coma por tres días y postrada por meses. Una ventana abierta a un corazón lastimado por el pasado y un relato deforme de heridas que nunca cerraron.

Más sobre la escritora

Con una familia que nunca supo ser libre. Así es como Aurora Venturini comenzaba a contar la historia de su vida. Un talento natural y una sed insaciable por conocimiento, le permitieron ganar su primer concurso de poesía durante los años de primaria. Allí, entre los aplausos de jueces, profesores y alumnado, su madre interrumpió el recital para pedir disculpas a todos los presentes. Según ella, era imposible que su hija hubiera creado un poema así de bueno; que debió robar el trabajo de alguien más. Ese momento de dolor, decepción y vergüenza, moldearon los pilares sobre los que la autora daría vida a su muy complejo universo literario.

Ser amiga íntima de Eva Perón la transformó en una enemiga del Estado argentino luego del golpe en 1955, empujándola al exilio voluntario a Europa, donde no solo estudiaría en la Universidad de París, sino que compartiría noches de desvelo con bestias de la literatura, el pensamiento crítico y el existencialismo, como: Jean- Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, Eugéne lonesco, Juliette Gréco, Salvatore Quasimodo.

Pese a su titánico talento, y tener más de 30 libros publicados entre cuentos, ensayos y novelas, pasó desapercibida en su país debido a la persecución en su contra por ser peronista. No fue hasta 2007 que, usando un seudónimo, ganó el premio Nueva Novela página/12 con su novela Las primas. Se suponía que el concurso era nuevos escritores, pero dado que a ella nunca se le dio la oportunidad de participar en concursos de Argentina, se lo permitieron.

Aurora Venturini
Fotografía de Aurora Venturini.

Reseña de Los rieles

En el aspecto físico, el libro mantiene las dimensiones de otros ejemplares de la colección Andanzas. Es presentado en un formato de octavo mayor, tapa blanda solapada, y 181 páginas de narración más un prólogo escrito por Alan Pauls, escritor argentino contemporáneo.

En la historia, Aurora Venturini sufre un accidente a los 90 años que le rompe los huesos y la deja en coma por tres días. Fue durante ese periodo que su alma es enviada al infierno, donde sería torturada con fuego y látigos mientras es interrogada por el mismo diablo. Ella rechaza la idea de que ha muerto, y se aferra a esa convicción hasta que recupera la conciencia en el hospital.

La experiencia abre la puerta a un análisis rápido y agresivo de su vida. Lugares, personas, momentos y, sobre todo, heridas. La mayor parte de su carrera se centra en mujeres, mujeres monstruosas y deformes en sentido retórico, protagonistas que buscan romper las reglas de una sociedad inflexible y cínica.

En Los rieles la regla se mantiene, usando sus propias experiencias para transmitir una conclusión devastadora, pero fascinante: no existen finales buenos o malos, la vida es una mezcla caótica de sentimientos, victorias, derrotas, protagonismo y antagonismo.

Los rieles
Portada de Los rieles, formato colección andanzas.

Lo bueno: honesto y devastador

Aurora Venturini logra crear un equilibrio perfecto, pero muy delicado entre una narración agresiva y brutalmente honesta, con análisis que buscan resaltan las pocas brazas de esperanza en entornos crudos y oscuros. Es como una brisa que se cuela por las grietas del muro, solo para crear una tormenta en la habitación.

Las pequeñas anécdotas, presentadas en capítulos que no superan las tres o cuatro cuartillas, dan la impresión de que Aurora rechaza la idea de que todas las personas alcanzan cierto estado de reconciliación al estar cerca de la muerte natural. Según su forma de representar el final, hay heridas que sencillamente nunca cierran, resentimientos que se quedan con uno, decepciones y dolores de momentos específicos te siguen apretando las muñecas, y aun así lograr cierto estado de paz.

Si lo pude ayer o antes de ayer, cuando en cierta manera acabé con los gendarmes de la prisión que pateaban las pancitas de las embarazaditas y las transportaban encima de chapas de zinc a un recinto donde parían y regresaban pálidas, solas, sin el producto de sus pancitas embarazaditas, tristes como las calles de invierno, húmedas, amargamente arboladas, igual que las zonas urbanas de las feas pesadillas. Me decaí oyendo palabrotas innobles de bocas sucias, bigotudas, desdentadas, fumadoras. Ni me asusté de las corridas por los corredores del departamento de policía, de los degenerados contratados para abusar de las chicas detenidas que iban al baño.

Aurora Venturini, Los rieles.

 Y ese concepto de paz es lo que más me fascinó del libro. Más que asustar o desanimar por lo cruel y burdo que son los últimos años de vida, el libro rompe esa falsa imagen de un final magnánimo y presenta el existir tal y como es:  eres humano, has cometido errores. Has sido victimario y víctima.  Abraza la vida tal y como es, con lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo. No te aferres a la idea de que debes ser perfecto antes de dejar este mundo, porque eso solo te hará sentir insuficiente cuando sientas el peso de situaciones que no puedes controlar.

¿Lo malo?: disperso y confuso

Sí, signos de interrogación. Rompo mi formato habitual porque me costó llegar a buen puerto con mis conclusiones sobre este libro.

Para entender este punto de vista, primero hay que analizar el contexto de cómo fue creado el libro. Aurora Venturini escribió Los rieles en su rehabilitación de seis meses, donde tuvo que volver a aprender todo desde cero: caminar, comer, asearse, etc.

Dado ese escenario, siento que Los rieles no es un libro, es una compilación de pensamientos originalmente sueltos y reorganizados en un intento de crear una línea de tiempo. Me imagino que la autora los escribió en momentos de reflexión y soledad, dándose pausas al azar para mirar por la ventana o comer.

Las historias saltan de lugar y tiempo cuando se les da la gana. Es inevitable perder el hilo de la narración, incluso en capítulos de tres páginas. Sin embargo, los signos de interrogación están en el título porque no creo que sea algo necesariamente malo. La forma en que se expresa se engancha a la perfección con el mensaje y la narrativa.

Es una prosa pura, profunda, reflexiva, algo imprecisa. Y esa vorágine de sentimientos me lleva a una sola conclusión: se siente como si ella escribiese algo en un papel arrugado y me lo entregara en persona. Sin correcciones, ni ediciones, ni pretensiones. Solo una ventana directa a sus pensamientos más honestos.