¿Por qué debemos hablar de Pedro Lemebel?

La importancia que ha tenido Pedro Lemebel para visibilizar el Chile marginado que la dictadura militar se esforzó por esconder.

Escrito por Ally

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El escribir te puede contar muchas cosas a la vez. De a poco, te va revelando historias que jamás creíste conocer, pero que estaban justo a tu lado. Pedro Lemebel supo cómo contarnos todo lo que necesitábamos saber.

Los mundos invisibles de los 80-90 en Chile eran muchos. Había una dictadura (y después vino la «transición») que los escondía a la fuerza, o los obligaba a mantenerse en las sombras. Pero ¿quiénes eran? ¿Cuál era el nombre de estos marginados sociales?

Entre ellos están: los pobres, lxs prostitutxs, la comunidad LGBTIQ+, cualquier pensamiento político que no entrara en el de la Moneda de aquellos años; básicamente, luchadores. Lemebel era parte de este gran grupo de personas.

En su vida hizo muchas cosas: escribió y salió a la calle a protestar, pero también lo hizo desde dentro, en los escenarios, con varias performances que dejaron a más de uno peor que colgado de la silla. Irrumpió a la élite y sacudió donde no debía. Era un marginado dentro de su propio oficio.

Si eres homosexual, te van a rechazar. Pero si eres pobre y homosexual…

¿Quién muestra esta vida, la cual está obligada, desde todos los sectores, a mantenerse en las sombras?

Hay varios libros de Pedro Lemebel que son dignos de recordar, pero hoy quiero enfocarme en dos, más que nada por preferencia personal.

La esquina es mi corazón (1995) es un ejemplo perfecto de cómo él fue capaz de visibilizar realidades. Porque eso fue lo que él hizo, le mostró a Chile que había un país en las sombras, lleno de pobreza, prostitutxs, travestis, personas LGBTIQ+, todo en una mezcla salvaje, rica en cultura.

Este libro es una serie de crónicas sobre diferentes instancias, las cuales transcurren en Santiago. ¿Cómo nos afectó la cultura yanqui? ¿Quiénes son los travestis de la pobla? ¿Dónde se esconden los homosexuales? ¿Cuál es la convivencia en los barrios pobres de esa época?

Pero no bastó con eso, sino que irrumpió con algo aún más profundo: el lenguaje. Algo que lo hace infinitamente especial:

“Más bien en las zapatillas Adidas que le pelamos a un loquillo pulento que vino a mover. Era broca y se quedó tieso cuando le pusimos la pun­ta y le dijimos «coopera con las zapatillas, loco», y después con los bluyines y la cami­sa. Y de puro buenos no le pusimos el ñato, porque estaba tiritando. Y aunque era paltón nos dio lástima y le contamos hasta diez, igual como nos contaban los pacos, igual se la hicimos al loco, porque aquí la ley somos nosotros, es nuestro territorio, aunque las viejas reclaman y mojan la escala para que no nos sentemos.” – La esquina es mi corazón (o los New kids del bloque)

Trajo el lenguaje de un Chile que muchos no quería reconocer. Lo escondían como una cicatriz que su amada dictadura no pudo borrar. Pero aquí estamos.

Lemebel nos mostró a los luchadores del barrio, junto a unos fragmentos de propia vida: los travestis homosexuales que se prostituían —o alguna vez lo hicieron— en tiempos de dictadura.

Tengo miedo, torero (2001) es una novela con más historia de la que cualquiera esperaría. No era un clásico de amor que podía leer la señora del barrio alto, no. Es un relato de amor entre La Loca de en frente y un guerrillero contra la dictadura.

Hoy, sabemos perfectamente qué significa «La Loca». Antes no, y Lemebel pareció haberlo abierto al mundo. La cultura gay pobre de aquellos años permanecía oculta en la oscuridad, pero él nos mostró que nunca fue así realmente.

Siempre han estado ahí, luchando, y sus libros han permitido, a través del tiempo, que toda esa cultura no se invisibilice. Aunque nunca ha sido fácil, sigue siendo difícil para muchxs.

Con un toque de humor en contra del dictador y la vieja Lucía, junto a la personalidad de La Loca, nos encontramos con una historia sobre el Chile de esa época desde los lugares más inesperados.

Este año, nos encontramos con que, desde la producción de Forastero, Tornado, Caponeto y Zapik Films, llegará a las pantallas una adaptación al cine de este libro. La película, dirigida por Rodrigo Sepúlveda Urzúa, se anunció que participará en el Festival de Venecia.

Lo que quedará siempre

El hablar del «maricón criollo», del «de la pobla» y del «milico culiao» abrió un hueco en la literatura chilena de élite. Incluso, para escribir esto correctamente debería pegarme un par de chuchás.

Hoy, vemos cómo este legado permanece. Pedro Lemebel falleció el año 2015, pero no parece haberse ido: su arte se quedó impregnado incluso en nuestra forma de hablar, inconscientemente. Eso no nos lo va a quitar nadie.