Kingdom Come, venga a nosotros tu reino

A través de los ojos de Norman McCay y El Espectro conoceremos Kingdom Come, una obra de arte de Mark Waid y Alex Ross que sigue sorprendiendo desde 1996.

Escrito por Wunderkammer

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«La llegada del reino» o Kingdom Come fue creada por Mark Waid y Alex Ross. Publicada como una serie limitada de 4 números por DC Comics en el año 1996, es considerada hoy en día como una obra maestra dentro del género. La historia nos habla sobre el deceso y posterior regreso de la Justice League tras años de retiro, encabezados por el hombre de acero.

¿Qué sucedería si el principal símbolo de la esperanza en el mundo desistiera de serlo? ¿qué ocurre cuando un hombre llamado a ser el icono de la fe en la raza humana pierde su espíritu de lucha y decide dar un paso al costado, aislándose y exiliándose de la sociedad que juró proteger?

La principal brújula moral de la sociedad ha estado 10 años en retiro, llevándose consigo, indirectamente, a toda una generación que luchaba por sus mismos ideales. Con esto la raza humana perdió el rumbo, lo cual puede traer consecuencias fatales.

Kingdom Come nos plantea un mundo en el que ya no existe la esperanza y los parámetros sobre la verdad y la justicia cambiaron, perdiendo el rumbo con el tiempo, esto debido a que lo mayores representantes sobre este ideal, que alguna vez vivieron su época dorada y de apogeo, dimitieron uno tras otro luego de que Superman decidiera no servir más a este propósito.

El mundo ha perdido el juicio sobre lo que es correcto y esto lo ha vuelto un lugar sin sentido para los llamados justicieros. Los principios se desvirtuaron, no hay nada valeroso en volverse un «héroe», las batallas de poder se generan más por la necesidad de alimentar egos y generar fama, sin pensar en los daños colaterales, en las repercusiones ni en la gente; el mundo se ha vuelto un lugar sin verdaderos héroes, sin justicia, sin verdad, ya no hay buenos ni malos, solo gente poderosa enfrentándose entre sí, solo meta-humanos luchando sin un fin, sin una convicción, solo porque pueden, solo para probarse a sí mismos su poder.

Es este un momento escrito en la historia y para el cual El Espectro estaba determinado a ser pieza fundamental e influyente dentro de los acontecimientos que pronto tendrán lugar, sobre una historia que ya está predispuesta a ocurrir. Sin saber cómo ni cuándo estos actos tendrán lugar, él debe encontrar la forma de guiar a quien sí lo sabe, alguien que ha tenido estas visiones, alguien al cual se le ha otorgado este don y que ha visto el futuro, alguien a quien el destino eligió para cambiar esta profecía sobre un oscuro y nefasto final.

Norman McCay, un ministro de la iglesia del pueblo, se vuelve el narrador de los acontecimientos que tendrán lugar en esta sociedad perdida. Su mejor amigo acaba de fallecer dejándole un último legado: las visiones sobre una terrible profecía que tendrá lugar pronto y que marcará para siempre la historia de la humanidad, visiones que están acompañadas por un ser casi metafórico, un Espectro que decide ser guía sobre las acciones que Norman deberá tomar para impedir el lúgubre futuro que se avecina.

Las piezas comienzan a tomar lugar, el destino predispuso que estos dos seres, Norman y El Espectro, se unieran en este preciso momento y lugar de la historia para presenciar este final, a suerte de ironía, sobre lo que alguna vez ambos predicaron como cierto y que ahora deberán buscar cómo impedir que la obstinación ciegue a la humanidad impidiéndole tomar un mejor camino, una mejor decisión. Norman sabe que este don llegó a él por algo y está dispuesto a llegar a las últimas instancias y para esto necesita que su compañero en esta labor le muestre el camino.

De este modo, ambos recorren las múltiples realidades que cada uno de los que alguna vez fueron llamados héroes viven en la actualidad, alejados de su gloria y apogeo. Hoy en día muchos ya dejaron esa vida de lado, otros solo cayeron bajo el estilo de vida sin frutos que intentaron llevar; muchos simplemente se exiliaron a contemplar de lejos el deceso, algunos solo fueron víctimas del tiempo, otros, aunque lo intentaron, no pudieron parar y algunos otros que si podían, no lo hicieron por su obstinación a creer que el camino que ellos seguían era el correcto, incluso sin nadie que los siguiera, haciendo lo que pueden con lo que tienen.

Son estos últimos los que tratan de mantener un pedazo del planeta bajo una doctrina que aún creen es la correcta. La Liga de la Justicia ya no existe, porque ya no hay justicia que proteger, porque ya no queda ninguna persona que crea en ello… que crea en ellos.

Son muchas las instancias en la vida en las que una persona tiene la posibilidad de volverse un héroe, pero son pocas las motivaciones o los principios que guían a alguien a ello. Para Superman, un ser que llegó de otro planeta, la convicción siempre fue la esperanza que vio reflejada en él por parte de quienes lo nombraron, en algún momento, como su salvador.

La esperanza fue su gran símbolo, el gran símbolo de su familia y el ideal que intentó transmitir a la sociedad con sus actos y su valía, convicción la cual abandonó cuando la gente dejó de tener esperanza en él.

Superman es el verdadero símbolo de la esperanza, la fe y la justicia. Para muchos, esto puede traducirse como una especie de religión, una especie de dogma a seguir, siendo Kal-el su mesías y la liga de la justicia los apóstoles, mostrándolo como su gran bandera de lucha durante años y descansando en él sus esperanzas y sus convicciones.

Pocas veces se habla sobre las limitantes, el cansancio y la desesperanza en la vida de un héroe, en el fin de un ciclo, en pensar que lo que ellos hacen lo hacen por un bien mayor y que eso, en algún momento, encontrará un final. Nadie sueña con ser un héroe toda su vida.

Lo que Kingdom Come nos muestra es cómo el sueño se acaba, cómo las fuerzas llegan a un límite y la esperanza se pierde, porque son muchas las instancias que pueden llevarte a ser un héroe, pero son pocas las que te alimentan a seguir siéndolo, son escasos los momentos que te dicen que ese es el camino correcto, que no lo abandones.

Con una narración que te lleva a sentir cada momento dentro de la historia, un lenguaje preciso y una trama absorbente de principio a fin, Mark Waid nos enseña una pieza literaria que hoy en día se toma como referencia para hacer grandes obras. Ingeniosa y compleja en su estilo, requiere de dedicación en la lectura, lo que la vuelve aún más interesante de seguir; mientras que por su lado, Alex Ross, hace lo que mejor sabe: volver un cómic en una obra de arte a la vista, volviendo cada página, cada viñeta en un momento memorable que pareciera saltar del cómic, mostrando gran dedicación en cada detalle, permite imaginarnos dentro de la historia.

Todo esto vuelve a Kingdom Come una pieza fundamental, no solo de nuestra colección, si no que de la historia del cómic y del arte a nivel mundial, con escenas que hasta el día de hoy nos quedan en la retina. La llegada de este reino no es el fin, promete ser un nuevo inicio.