Hellblazer de Brian Azzarello: Un brutal viaje por Norteamérica

Brian Azzarello tomó a John Constantine y escribió algunas de las historias más oscuras que se hayan publicado en las páginas de Hellblazer.

Escrito por Claudio Cubillos

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Si hay un título que representa totalmente el espíritu del subsello Vertigo de DC Comics, es Hellblazer, tomando en cuenta que llevaba la explicitud tan lejos como fuese posible, con sus historias que mezclaban el horror sobrenatural con una aguda crítica social. La serie de John Constantine duró 300 números, donde por 25 años autores de la talla de Jamie Delano, Paul Jenkins, Garth Ennis, Mike Carey o Peter Milligan nos mostraron las (des)aventuras del ocultista británico.

Pero hubo un escritor que llevó a Constantine a los extremos: Brian Azzarello, con una etapa que le puso mucho más énfasis a la brutalidad del mundo que rodea a John, tocando derechamente temas como los neo-nazis, la prostitución de menores, el sadomasoquismo y la vida en prisión.

Para sacudir las cosas desde un principio, Azzarello pone a John en “tierras extrañas” y hace que su saga transcurra en Estados Unidos, sirviendo como un viaje a través de los rincones más oscuros del estilo de vida norteamericano. En aquellos tiempos, Azarello también estaba escribiendo su galardonada serie 100 Bullets, y uno puede ver el mismo enfoque en el crimen urbano, donde un protagonista de actitud cínica debe abrirse paso en un mundo moralmente gris. Pero claro, Hellblazer tiene el elemento sobrenatural, por lo que eso le permite al autor ir aún más allá, y tener desde fantasmas desmembrando neonazis a un reloj que puede resucitar a los muertos.

La saga de John en Norteamérica empieza con Hard Times, donde John se encuentra en prisión luego de ser acusado de la muerte de un amigo. El británico debe usar toda su astucia (y trucos paranormales)  para sobrevivir a la experiencia. Con la ayuda de un agente del FBI llamado John Turro (que reaparece continuamente durante esta etapa), John logra escapar, y decide darle una visita a la viuda de su amigo. Esto nos lleva al siguiente arco, Good Intentions, situado en un pequeño pueblo de West Virginia. Esta es una historia muy tosca, resaltando lo peor de la cultura “redneck” y con ciertas secuencias bastantes perturbadoras incluso para los estándares de este título.

Seguimos con un relato llamado Freezes Over, una historia que ocurre dentro de un bar durante una nevazón, donde las tensiones aumentan y Constantine debe ingeniárselas para lograr salir vivo.  Luego tenemos un interludio de dos partes situado durante los años punk de John, en el que el personaje de W.S. Manor es introducido, quien desea obtener un reloj que era propiedad de Grigori Rasputin que (supuestamente) poseía cualidades místicas.

 

Y entonces viene el que probablemente es el arco más famoso de esta etapa: Highwater. Aquí John se entera de que una amiga se ha unido a una hermandad aria, lo que le motiva a infiltrarse en el grupo neo-nazi y mostrarnos las entrañas de ese mundo, en un narrativa sin tapujos sobre odios raciales y religiosos, y cómo también el victimismo los motiva, creando un círculo vicioso, además de cómo el trafico de armas y la industria paramilitar alimenta este tipo de grupos.

Luego de una corrida de historias cortas, la conclusión llega en In The City of Ashes and Dust. El cadáver de Constantine aparece en un club de BDSM en Los Ángeles, y el responsable parece ser el previamente mencionado S.W. Manor, quien buscaba arruinar de cualquier manera posible la vida del londinense. Esta saga fue bastante polémica debido a ser la primera vez que tocaba la bisexualidad de Constantine, algo introducido en 1993 pero que nunca había sido explorado. Y está el detalle de que Stanley Manor, su ex amante, es un billonario huérfano que tiene un mayordomo llamado Alfredo y constantemente sacrifica niños adoptados (con el más reciente de nombre Tim y el anterior Jason) a un demonio murciélago…

Azzarello contó con varios colaboradores durante sus 2 años en el título. Richard Corben, clásico dibujante europeo, se hace cargo de Hard Times. Guy Davis dibuja Lapdogs and Englishmen y Steve Dillon regresa brevemente para un relato. Marcelo Frusin y Guissepe Gamuncoli son los que más números aportaron, intercalándose entre varios arcos. Cada ilustrador le da un toque único a las historias, habiendo una marcada diferencia entre los estilos de todos ellos, pero manteniéndose siempre en una estética tosca y casi siniestra. Las portadas corrieron de parte de Tim Bradstreet, con sus dibujos fotorrealistas que eventualmente se volvieron sinónimos con la serie de Vertigo.

La etapa de Brian Azzarello en Hellblazer no es una lectura fácil, pero es totalmente recomendable para los fans del personaje que prefieren su faceta más cruda y oscura.