Doctor Gonzo: La pluma creadora y la personalidad destructora

Probablemente, el oficio del periodista constituye un ejercicio de poder y ética que va más allá del simple acto de escribir. No hay forma más compleja y absurda de alzar o destruir vidas para un comunicador que a través del ejercicio de la palabra y Hunther S. Thompson (Doctor Gonzo) lo sabía.

Decidir qué escribir, cuándo, cómo y dónde, se transforma en un acto que conlleva una responsabilidad tan potente que solamente en libertad es que quien escribe puede someterse a la elaboración de un producto consciente.

¿Paradójico, no?

«Muchas veces, el límite de lo binario es tan delgado como el filo de una hoja de papel»

¿Hunter S. Thompson? ¿Doctor Gonzo?

La vida del periodista Hunter S. Thompson es una creación caótica, una formación violenta, una vida cargada de excesos, desviaciones, humor negro, palabras negras como el cosmos y, sobre todo, drogas, muchas drogas.

El cómic de Will Bingley (guionista, editor, productor comentarista de arte ) y Anthony Hope – Smith (diseñador e ilustrador) plasma la vida de este singular personaje de la cultura popular norteamericana en 180 páginas que no quedan cortas, sino que más bien nos ayudan a construir la vida de quien creó -sin querer- el denominado periodismo “Gonzo”.

Para entender a Hunter S. Thompson (de ahora en adelante, “Doctor Gonzo”), vale la pena describir a qué nos referimos cuando se habla del periodismo Gonzo.

Periodismo Gonzo

Este subgénero periodístico parte de la premisa que el periodista debe ser parte de la noticia, casi como requisito imprescindible para conseguir un resultado. El comunicador que se sumerge en el estilo Gonzo, sabe que su pasividad se trasforma en interacción y su opinión se convierte en una vivencia.

Prácticas sexuales, consumo de drogas, imbuirse con el espíritu de los submundos, ser partícipe de una secta, asistir a eventos privados y públicos… las vivencias deben ser exploradas por quien escribirá el artículo, aunque esto ponga en riesgo su escrito y, peor aún, su integridad.

En el cómic, Doctor Gonzo “narra” su historia en primera persona, parte con los recuerdos de infancia en la que se gradúa como “mentiroso sincero”, continúa con el descubrimiento de su talento escritural en el ejército y constata en una espiral interminable de búsqueda de trabajo (el cual encuentra, pero es reiteradamente despedido).

Póngale ojo a…

Capítulos claves del cómic son su introducción al mundo de los marginados, donde comparte opiniones políticas, tragos y drogas, con figuras de la talla de Allen Ginsberg, Bob Dylan y Joan Baez. Asimismo, se describe su incursión en la pandilla de los Hell Angels, en la que es se retrata su incorporación, adaptación y desadaptación, además de su violenta expulsión que acabó con heridas graves y el reportaje: “Hell’s Angels”, de 1967.

Otro punto de inflexión que lo llevó a convertirse en uno de los grandes escritores periodísticos de la década de los 70 fue el artículo: “El Derby de Kentucky es decadente y depravado”, que da inicio formal al periodismo Gonzo y su reconocimiento a nivel nacional.

Además, en 1972 escribe la estrámbotica “Miedo y asco en Las Vegas”, obra que en 1998 fue convertida en película siendo protagonizada por Johnny Depp y Benicio Del Toro.

Describiendo el fin

El final de Doctor Gonzo no figura dentro de lo que se puede denominar “auspicioso”.

Con varios intentos de suicidio a cuestas, el curso final de su existencia declinó aún más y ya hacia la década de los 80, con Richard Nixon -a quien odiaba profundamente- fuera de escena, abandonado por Sondi Wright (su pareja) y alejado de sus amistades, el cómic, en una elipsis sutil que nos lleva a 2005, enseña a un protagonista abatido, sin ánimo de escribir y con el convencimiento propio de un hombre que creyó que su tiempo había acabado.

Esta cuasi epopeya hecha por Bingley y Hope Smith termina con una verdadera lección para quienes comunican y también para quienes viven. Se debe conceder que las vidas fugaces dejan huella y sin dudas, Doctor Gonzo murió como vivió, libre y tajante.

«El verdadero objetivo de un escritor, le guste o no, es juzgar la historia. La ironía es que al emitir su juicio, reciente o no, un escritor entra en la misma corriente de la historia.

Tus logros, como ladrillos, levantarán las paredes de tu mausoleo mientras esperas. Porque eso es lo único que hay que hacer. Esperar, comer o dormir.”

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