Hablemos de géneros: Novela realista

¿Qué tienen que ver Carmela de "La pérgola de las flores" con Danny de "Los gatos no bailan"? Son parte del legado de la novela realista.

Escrito por Pía Marian

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A todos nos suena la palabra “realismo”, aunque no siempre su significado es acertado, pues muchas veces se confunde con la verosimilitud. Haciendo la aclaración, mientras el primero define que tan apegada está la obra a nuestra realidad, el segundo se refiere a la capacidad de la historia para ser coherente dentro de sí misma.

Usualmente, se tiende a pensar que la novela realista es prácticamente cualquier texto del género que tenga lugar en “nuestro mundo” y, aunque esto no es del todo incorrecto, el movimiento que le dio origen es mucho más que eso. 

La pequeña historia

En 1799, en la ciudad de Tours, Francia, nace el escritor que inició todo esto: Honoré de Balzac. Sujeto que se convertiría en todo un personaje, no solo debido a su excéntrico carácter, sino a su monstruosa obra, pues La comedia humana, su gran proyecto literario consistente en novelas entrelazadas entre sí, consta de 87 ejemplares (e iban a ser 137).

Su objetivo era bastante claro: hacerle la competencia al registro civil. En este extenso canon, se nos relata la historia de Francia desde la caída del imperio napoleónico hasta la dictadura de Julio.

Pero la peculiaridad de Balzac como escritor no radica solo en su cuantioso trabajo, sino en su estilo; se hallaba convencido de que la verdadera historia de las naciones no se encontraba en las grandes hazañas o acontecimientos, estaba en las vidas de los individuos comunes y corrientes que las poblaban. Es el creador de de la micro-historia.

Por ejemplo, su novela, Ilusiones Perdidas, parte contándonos cuánto gana el padre de uno de sus protagonistas. Esto puede resultar confuso para un lector moderno, pero alguien de su época comprendía exactamente a qué tipo de individuo se estaba refiriendo el escritor, creando así el arquetipo, concepto del que hablaremos más tarde.

Esto iniciaría un movimiento literario donde el foco siempre estaría puesto, con lujo de detalles, en individuos comunes y corrientes, a quienes les afectan los acontecimientos que podemos considerar históricos, pero cuyas preocupaciones son bastante más mundanas.

Stendhal y Flaubert 

Dos novelas destacables que siguieron el hilo narrativo propuesto por Balzac son El rojo y el negro, escrita por Henry Beyle (o Stendhal para los amigos) y Madame Bovary de Gustave Flaubert.

La primera, publicada en 1830, nos relata la vida del joven Julien Sorel, hijo de un carpintero que busca desesperadamente convertirse en parte de la alta sociedad francesa a pesar del gigantesco desprecio que siente por ella.

La novela trata muchos temas, pero su médula se encuentra encarnada en su protagonista, quien es el máximo hipócrita. Julian consigue escalar peldaños en las altas esferas diciendo y haciendo aquello que, sabe, agradará a los demás, aunque siente asco por dichos comportamientos. Sin ir más lejos, consigue trabajo en la casa de un hombre de clase alta como maestro, luego de haberse aprendido la biblia de memoria para disimular su escasa educación.

Por otra parte, la segunda, publicada entre 1851 y 1856, se encuentra considerada como una de las mejores obras de la literatura universal. La historia de Emma, esposa de un médico que se desencanta completamente de su matrimonio al ver que el amor es bastante diferente a lo leído en sus libros, tiene bastante más complejidad de la que parece a simple vista.

Su importancia dentro de este movimiento en particular no solo radica en que Flaubert tomó lo mejor que tenía para dar la descripción realista, pues la presentación de personaje de Charles Bovary es excelsa: su sombrero, mezcla de varias pieles de animales, ropa y forma de moverse da cuenta de un individuo de clase baja. También lo hace en la combinación de estilos narrativos.

En contraste a esto, muchas de las escenas protagonizadas por Emma, tanto con sus amantes como pertenecientes a sus propias ensoñaciones, son absolutamente románticas, con toda la cursilería y sentimentalismo propio de dicho movimiento. Contraste que nos hace sentir a la protagonista como una entidad ajena al mundo en que vive.

Finalmente, nos queda revisar el mayor legado de este movimiento.

La Pérgola de las flores vs Los gatos no bailan 

Yo vengo de San Rosendo

A vivir a la ciudad.

¡Allá la vida es muy sana!

… Pero nunca pasa na’…

Esta canción se encuentra grabada con fuego en el imaginario colectivo chileno. La Pérgola de las flores, obra de teatro escrita por Isidora Aguirre y musicalizada por Francisco Flores del Campo, se estrenó en 1960.

La trama es sencilla: una joven campesina llamada Carmela llega a Santiago en pleno proceso de urbanización. Cuando el trabajo de su madrina, una florista con un puesto en la pérgola peligre, la muchacha tomará cartas en el asunto, descubriendo que la capital no es lo que que pensaba.

Increíblemente, esta guarda una cierta relación con Cats Don’t Dance, película de animación estrenada en 1997, Esta nos relata la historia de Danny, un gato que llega desde Indiana a Hollywood, para convertirse en actor. El paralelismo queda bastante más claro con la canción inicial 

Hollywood, where the streets are paved with gold

Where the kitties never grow old, in Hollywood

Hollywood, where the stars don’t shine at night

They walk around in the broad daylight, in Hollywood

Podemos encontrar un cierto parecido porque Carmela y Danny pertenecen al mismo arquetipo: un joven de provincia que llega a la gran ciudad para darse cuenta de que esta no es tan maravillosa como pensaba en un inicio.

El arquetipo o “personaje tipo”, engloba dentro de sí mismo una idea o concepto, representa algo que podemos percibir como real, pero al mismo tiempo no habla de alguien en especial.

La principal diferencia que tiene con el cliché es que, mientras el primero habla de características específicas que se repiten de forma continua, el arquetipo es mucho más generalizado. Esto se nota en los protagonistas de las obras anteriores, quienes tienen personalidades diferentes a pesar de representar la misma idea.

Conclusión

Aunque, personalmente, no soy muy fan de este tipo de novela (salvo por las dos mencionadas en el segundo subtítulo) hay que ser honestos y admitir lo fuerte de su legado.

No solo porque estas obras son una fotografía maravillosa de su tiempo, la forma en que utiliza el arquetipo y su tendencia a mostrar cosas que le resultan conocidas al lector, es un consejo de escritura que se puede aplicar a prácticamente todo medio.