Diciembre es una época de tradiciones y rituales, siendo el más extendido mundialmente la Navidad, pero no la única. Hanukkah, Kwanzaa, Zartosht no-diso, Rohatsu o simplemente el Solsticio (de verano o invierno según el hemisferio), a la humanidad le gusta celebrar de diversas formas, y la mía es reseñando los Cuentos de Navidad de Charles Dickens. Y este año le toca a El Grillo del Hogar o The Cricket on the Hearth.
Un Cuento de Navidad (1843) es sin dudas el más conocido de estos, y el más adaptado a lo largo de la historia. Lo que no muchos saben es que Dickens no se detuvo ahí, sino que continuó, casi anualmente, publicando otros «cuentos de Navidad» hasta totalizar cinco. Lo siguió Las Campanas en 1844, que se reseñó el año pasado, y luego El Grillo del Hogar, en 1845.
Pero, mientras que Cuento de Navidad y Las Campanas temáticamente podrían considerarse consecutivos, al abordar la Navidad y Año nuevo respectivamente, El Grillo del Hogar se siente separado de sus predecesores. Veamos entonces de qué trata.
La trama
La historia trata de un matrimonio recientemente casado, celebrando su primer aniversario. Este se compone por John Peerybingle, una especie de cartero (carretero quizás sea el nombre correcto); Mary «Dot» Peerybingle, su esposa, la cual es mucho más joven que él; el hijo de ambos, de tres meses y su niñera, Tilly Slowboy.
La trama inicia a finales de Enero, cuando reciben en su casa a un misterioso anciano al que le dan albergue momentáneo. Los otros personajes son Caleb Plummer, un pobre juguetero que trabaja para el señor Tackleton, un empresario avaro, rudo y malhumorado, la hija del primero, Bertha, la cual es ciega, y una amiga de la infancia de Mary, May, quien está comprometida con el señor Tackleton.
La trama del relato gira en torno a este compromiso, y como desencadena dudas en John sobre si está causándole infelicidad a su mujer al atarla en un matrimonio con una persona mucho mayor. La trama secundaria trata sobre los Plummer y cómo Caleb ha mentido a su hija sobre su verdadera condición económica, aprovechando su ceguera para describirle una situación más lujosa de la que en realidad viven.
El último personaje sería el titular Grillo, el cual funciona como el elemento de fantasía urbana del cuento, siendo a la vez mundano y sobrenatural. Este se comporta como un protector del hogar de los Peerybingle, calmando sus dudas y preservando escenas de su vida hogareña.
Solo un detalle
Este libro fue escrito en 1845 y cuenta con esta hermosa y actualmente relevante frase, dicha por Mary sobre su hijo:
—¡Dos meses y tres días! ¡Vacunado hace seis semanas! ¡La vacuna ha ido perfectamente! ¡Considerado por el doctor como un niño admirablemente hermoso! ¡De una inteligencia verdaderamente maravillosa! ¡Quién creería que se mantiene ya en pie!
Mary Peerybingle
1845. Y los padres responsables ya vacunaban a sus hijos. En una época donde todavía no se inventaba el termómetro clínico. Por favor gente, no duden de una ciencia que se ha verificado y perfeccionado por casi 200 años. Vayan a vacunarse.
Opinión personal
El Grillo del Hogar es diferente a sus dos antecesores, tanto en términos temáticos como estructurales. A diferencia de Cuento de Navidad y Las Campanas, no cuenta con una gran crítica social, enfocándose más en los valores de los hogares victorianos y un drama más localizado.
Lo cierto es que no se siente muy festivo. Canción de Navidad exuda Navidad en cada una de sus páginas. Las Campanas está impregnado con las dudas y esperanzas que conlleva el paso del tiempo, simbolizado por el cambio de año. El Grillo del Hogar es casi una telenovela. La única vinculación con las fiestas sería que uno de los personajes es un juguetero, y que sigue habiendo nieve y clima frío, nada más.
Narrativamente, al leerse se siente más como una obra de teatro que una narración, y hay partes que son muy forzadas, como el momento sobrenatural del Grillo. Pero el mejor ejemplo es el caso del señor Tackleton, el cual es básicamente Ebenezer Scrooge, y como tal tiene un cambio de corazón hacia el final de la historia. La diferencia es que este no tiene ninguna justificación. A menos que fuera visitado por los Tres Fantasmas del Enero o algo así durante las tres o cuatro horas en las que se dio el radical cambio de personalidad.
Hay algunos valores o situaciones que se alejan de la moralidad actual. Por ejemplo, que John se haya casado con Mary, cuando la conoce desde que era una niña. Eso se llama grooming, y está muy mal. O el tratamiento hacia los invidentes.
No es una mala historia, de ninguna manera. Trata temas interesantes, como la infidelidad, y la visión de la ceguera en la época. De hecho, gracias a este cuento aprendí de donde sale el cliché de las telenovelas en que el personaje principal femenino quede ciega. Está bien escrito y resulta entretenido.
PERO, lo que no puedo dejar pasar, es la romantización absurda de tener un grillo en la estufa. Y hablo con conocimiento de causa. Viví por diez años en una casa con estufa a leña. Tuve en ese tiempo varios grillos en la estufa. Y créanme que no es ni la decima parte de agradable que este cuento trata de hacer ver. Quizás sea por los cambios de sensibilidades, pero en esta estoy con Tackelton, muerte a los grillos.
Y con eso termina una nueva reseña de los Cuentos de Navidad de Dickens, un poco decepcionante. Los veré el próximo año con La Batalla de la Vida.