Batman: ¡Cuidado con el fantasma gris!

Todos lo símbolos vienen desde algún lugar, de las experiencias de vida e incluso de cosas que nos inspiran. Así Bruce Wayne creó su símbolo.

Escrito por NaxMal

Comiqueros.cl » Cine y televisión » Batman: ¡Cuidado con el fantasma gris!

Todas las ideas, todos los símbolos, cada historia y cada lucha, nacen o se inspiran desde algo. No por nada, todos quisimos (algunos aún quieren) ser un héroe con su respectiva capa o capucha para cubrir nuestra identidad y así impedir que le hagan daño a quienes amamos, mientras combatimos el mal y la injusticia.

Casi siempre estos sueños nacen influenciados por la imaginación de alguien más. Alguien que creó aquellos íconos que hoy seguimos y que marcaron nuestra infancia. Esto, en referencia a los cómics, mangas, series animadas o películas de superhéroes que nos marcaron desde niños, pero ¿qué inspiró a los héroes de la ficción a tener un traje, capa, capucha y salir a “repartir” justicia? En el caso de Batman, la serie animada de Bruce Timm nos dio aquella respuesta.

El 4 de noviembre de 1992, se estrenó un episodio que nos haría entrar en la mente del pequeño Bruce Wayne.

El capítulo comienza con el niño, que años más tarde se transformaría en el símbolo de Gotham, en una noche cualquiera, mirando televisión en su mansión, mientras su padre se esfuerza por no dormirse. La emoción de Bruce es gigante. Está viendo a su héroe favorito luchar una vez más contra los criminales y, como siempre, ganando (aunque se durmió antes que lograr ver el final). Aun así, sabe que fue un capítulo emocionante, como todos. El héroe logró salir de los problemas y triunfó sobre todas las cosas. El Fantasma Gris era capaz de ganar, sin importar lo que pasara.

En el presente (de la serie), un villano está haciendo explotar edificios y Batman rescata a una persona. La policía recibió una carta a nombre de “The Mad Bomber”.

Simon Trent, un actor cuyas glorias pasadas se transformaron en una maldición, no logra encontrar trabajo. Su papel más importante lo catapultó a una fama tan exorbitante que el público jamás logró sacárselo de la cabeza, por lo que nunca más pudo obtener otro papel (considerar que su voz en inglés fue Adam West es un detalle poético hermoso). Los problemas económicos hacen que Trent venda su disfraz del Fantasma Gris a Ted Dymer, un coleccionista de una tienda de juguetes.

Batman recuerda un episodio de aquel programa del cual era fanático cuando niño por la similitud de los actuales actos del villano, pero no logra recordar el final. Investigando, descubre que el mismísimo Fantasma Gris vive en Gotham. Así que decide seguirlo hasta la juguetería.

La mañana siguiente, Trent encuentra su traje del Fantasma Gris en su aparamento, con una nota anónima que lo invita a encontrarse en un callejón con “un admirador”.

Al momento en que Trent y Batman se encuentran, ocurre otra explosión. Trent rehúye de ayudar a Batman y escapa, pero este lo encuentra en su departamento. El ex actor, superado por la situación, le entrega todas las copias de su viejo programa al encapuchado. Son las últimas copias del programa.

Es aquí donde el Bruce Wayne (no Batman), se sienta frente a un proyector y el niño (Bruce) mira la serie, mientras Alfred lo “cuida” desde atrás.

La simbología tras esta escena es clave, porque en realidad, no es Batman, ni Bruce, el que mira la serie. Somos nosotros. Los niños de aquellos años quienes veíamos Batman, la serie animada y somos los que ahora la revisitamos. Nosotros, los que estamos sentados frente a la pantalla, recordando aquellos viejos capítulos, que nos transportan a épocas donde fuimos felices, sin preocupaciones, con nuestros padres en las espaldas, cuidándonos.

Porque sí, Batman es un vigilante que cuida una ciudad completa. Pero nosotros, que vivimos en la realidad, somos los héroes que logramos llevar luchas propias contra nuestros propios demonios internos y externos día a día, noche tras noche, y aunque no siempre salimos victoriosos, como el Fantasma Gris, hacemos nuestro mejor esfuerzo y volvemos a ponernos de pie y luchar nuevamente, hasta ganar.

Quizás nuestras vidas no son todo lo legendarias que quisiéramos, ni las peleas son épicas, pero todas nuestras luchas son necesarias… porque son reales.

El capítulo termina cuando se descubre que el coleccionista de juguetes era el villano de las explosiones y Batman, junto al Fantasma Gris, quien por última vez usa su traje, vencen al enemigo. Luego, Bruce Wayne, como un fans más, le pide su firma para un libro en un evento (no me digan que no es poético).

Bruce creó su símbolo del murciélago inspirado por un programa que veía de niño. Su héroe máximo lo inspiró a conseguir un traje, más allá de las motivaciones que todos conocemos.

Del Fantasma Gris vino la idea de crear a Batman.

De Batman, viene nuestra de idea de lo que consideramos hacer el bien. Y es en este capítulo en el que todos fuimos Batman.