Batman – La seducción del revólver

En un viaje a los retorcidos recovecos de los bajos fondos de Gotham City, "Batman: La Seducción del Revolver" cuenta que aquí, la ley de la selva se impone

Escrito por juanonauta.1982

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La vieja y querida editorial DC COMICS, actual DC, tiene una que otra sorpresa a la hora de ofrecer un divertimiento sano para el/la comiquero/a. Más aún cuando es un tomo unitario, que no obliga al lector/a a desembolsar grandes sumas de dinero (como es en la actualidad, con los eventos y sus mentados tie-ins).

Aquello es más impactante cuando la historieta autoconclusiva busca algo más que entretener, transformándose en un vehículo con el cual entregar un mensaje directo a su público. Específicamente cuando argumentalmente tratan sobre problemas de la contingencia (ej: adicción a las drogas, SIDA, racismo, etc.) y se entrelazan con la ficción del mundillo de los superhéroes.

Este es el caso de “Batman: Seduction of the Gun” (Batman – La seducción del revólver) de 1992. Guionizada por el capo de los comic books John Ostrender (responsable de querido Escuadrón Suicida), dibujos de Vince Giarrano, colores a manos de Steve Mattsson y letras a cargo de Cleam Robins. Aquí se apreciará la mixtura entre el mundo del caballero oscuro y la cruda realidad estadounidense.

Estados Unidos se caracteriza por tener más de algún dilema y/o problema por la “libertad” que confiere su constitución (y enmiendas), por consagrar el derecho a la tenencia de armas de fuego; “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.

En el trascurso de los últimos decenios, a través de los medios de comunicación, simplemente se ha visto que ese “derecho” solamente ha traído muerte al país del tío Sam. No es necesario recordar los grandes tiroteos en centros comerciales, colegios, iglesias, etc. O cómo fue la muerte de John Lennon; de un tiro por un fanático desquiciado… percutado con una arma de fuego.

Las armas también permiten percibir el estatus que le otorgan al mortal que las ostente, pues aquel artefacto da, a quien lo posea, el poder de estar sobre el resto, al dominar la vida y la muerte. Esto porque, ante cualquier problema, solamente tendrá que jalar el gatillo para recordar quién manda.

El caso de “Batman: Seduction of the Gun” será un viaje a los retorcidos recovecos en los bajos fondos de Gotham city, donde la ley de la selva se impone, por lo que las bandas hacen y deshacen lo que quieren con tal de ostentar el poder. Pero las cosas no están pérdidas, pues la policía de Gotham city (DPGC), liderada por James Gordon, buscará restablecer el orden y la justicia con ayuda de Batman y Robin.

Pero el problema no se circunscribe solamente a pandillas o mafiosos quienes tienen acceso a ellas, sino que permea a todas las capas de la sociedad de Gotham. Así, se puede notar la influencia que este ambiente pueda ejercer entre los habitantes, a través de elementos tan inocuos como puede ser una serie de televisión.

En este cómic Batman y Gordon van detrás de unos pandilleros afroamericanos: NZN (New Zealot Nation/Nueva Nación de los Fanáticos), quienes se dedican a realizar transacciones en las que cambian drogas por armas. La redada terminará fracasando ante el poder de fuego del NZN, lo que los permitirá escapar dejando una estela de muerte y heridos.

El NZN tras zafar, llevarse las armas de la transacción y escapar de la justicia, especialmente de Batman, también buscará la revancha. Buscando descubrir quién fue el soplón que reveló a la policía que iban a realizar una “transacción comercial”, pues este tipo de situaciones no pueden quedar impune de acuerdo a su código como pandilleros.

Por otro lado, la Policía y Batman deberán buscar la forma que el “soplón” que les reveló el dato para aguarles la fiesta a los NZN sea capaz de decir toda la verdad, pues el hombre se guardó el mejor de los secretos al decir que solo sería una transacción de droga, y no de armas como terminó siendo (por lo que trajo el fatal desenlace de muertos y heridos en la redada).

A su vez, el “soplón”, Freddy Lasker, seguirá desconfiando de la policía y de Batman (cosa que no es difícil, considerando que impone terror en el corazón de los chicos malos), pues duda que estos puedan cuidarlo a él y a su hija adolescente. Además, no dudará en darle a ella advertencias de cualquier tipo, para que pueda tomar resguardos ante posible represalias (o sea, que vaya armada como forma de protección).

Por otra parte, la Policía protegerá al buen Lasker manteniéndolo retenido dentro del cuartel policial. Batman no dudará en enviar a un agente de campo (el joven maravilla, Robin), a que vigile a la adolescente Louisa en la escuela por si hay alguna represalia del NZN contra Lasker (es decir, que traten de matar a su hija).

Mientras tanto, Batman se infiltrará, haciéndose pasar por Freddy, para así poder obtener pruebas para inculpar a NZN. Por otra parte, James Gordon visita al fabricante de armas Equis y se lleva una sorpresa al percatarse de que al empresario no le interesa quien tenga las armas, pues todo es publicidad, y eso es bueno para su lucrativo negocio.

El joven pupilo de Bruce Wayne, Tim Drake (Robin), tendrá que asistir a un colegio periférico de Gotham para así poder vigilar a la hija de Lasker. En esa “aventura” conocerá la realidad del establecimiento educacional; un mundo donde el más fuerte sobrevive, y los débiles se llevan la peor parte.

Tras reconocer el territorio, Tim conocerá y entablará una amistad con un grupo de chicos marginados, quienes sobreviven a duras penas frente al desalentador panorama de la periferia, que se refleja en sus miserables vidas; un recorrido desde el bullying escolar, hasta el simple hecho de vivir en un ghetto, donde la costumbre de usar armas para festejar puede pasar la cuenta.

Pero todo este relato se tornará en una vorágine de violencia y muerte. Donde las balas no realizan ningún tipo de distinción, y el desenlace final es un trago amargo que nos recuerda que la realidad supera la ficción, pues aún siendo una historia de 1992, sigue estando muy vigente en nuestros días (especialmente en la realidad chilena: “bala loca”).

Y si aquello no fuera suficiente para remover la conciencia del comiquero o comiquera, Batman también agregará su cuota emotiva al recordarnos el tormento que pasó cuando vio morir a Martha y Thomas Wayne en ese callejón… mostrando cómo aquello lo cambió para siempre.

En conclusión, “La Seducción del Revólver” es una lectura amena y lúcida de 56 páginas (en la versión editorial Perfil, Argentina) , que ofrece una mirada atractiva sobre una problemática que afecta a EEUU. Aunque también permitirá reflexionar sobre nuestra cotidianidad, pues en todos lados se cuecen habas y Chile no está ajeno a ello.