Netflix nos tiene acostumbrados a jugar una especie de ruleta rusa con sus producciones. Unas son un bodrio infumable y otras son una maravilla cinematográfica. Dentro del último grupo, la plataforma de Streaming nos dio o que pensábamos era la gran obra del 2019: Historia de un Matrimonio.
The Irishman se llevaba todas las flores y aplausos, pero a pocos días del fin de año, la plataforma estrenó una historia real y sensible, que le dice a la película de Scorsese “permiso, que el año lo marco yo”.
Noah Baumbach dirige lo que es la mejor historia romántica del ultimo tiempo. El cine nos ha tenido acostumbrados últimamente a historias huecas y sin corazón de la típica pareja que se enamora y tiene que superar los problemas, Baumbach nos muestra los problemas superando a la pareja enamorada.
El director partió como guionista en películas como El Fantástico Sr. Zorro y luego dirigió grandes películas como Los Meyerowitz: La familia no se elige. Siguiendo la formula de la ultima crea Historia de un Matrimonio. Una película desgarradora.
Un director de teatro (Adam Driver) y su novia (Scarlett Johanson), una prometedora actriz, se tienen que enfrentar a un tortuoso proceso de divorcio. Lo mejor de ellos se encuentran para crear una historia triste y emocional, que te hace llorar por dos motivos.
Apesta a Óscar
Las actuaciones son maravillosas, lo de Scarlett Johansson es triste y desgarrador, y en un año con no tantas grandes actuaciones femeninas, por lo bajo debería estar nominado. Un llanto silencioso y un duelo que se esconde para no parecer una mujer débil, la relación que crea con su abogada (Laura Dern) es maravillosa. Para que hablar la que crea con su madre y su hermana, quienes se transforman en su escudo ante lo difícil de la separación.
Pero lo de Adam Driver es aun más significativo. No solo es la mejor actuación de su vida, sino que este se podría transformar en su año y catapultarlo a lo mejor de Hollywood en la próxima década. Cuando el premio a mejor actor parecía seguro para Joaquin Phoenix y lo de Robert de Niro era una palabra en alto para ajustar el marcador, aparece Adam Driver para poner las cosas interesantes. El joven actor es mi candidato.
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Para una buena actuación es necesario un buen guion y la película se luce en esto. Los diálogos son largos y profundos, son complejos y sacan más de una frase de esas que marcan. La escena de la discusión, por ejemplo, nos muestra un verdadero vomito de frases que se clavan en el corazón como estoque. La relación podrida por la rutina y el no hablarse explota en unos minutos en que se dicen todo, incluso lo que no piensas, todo acompañado por una actuación hiperrealista.
La relación se balancea con su hijo de centro. Henry es el hijo que sufre con la relación toxica de sus padres y se vuelve en el eje más importante. La eterna pregunta de quién es tu padre favorito se ve fuertemente respondida ante la crisis. Claro, son respuestas que solo se nos da en un momento de extremo quiebre.
La música compuesta por Randy Newman es una montaña rusa de emociones, hay canciones, hay música triste y música chistosa. Con un toque familiar a Monster Inc, Newman se luce en cine adulto y le da un toque familiar a una historia que busca romper una familia.
La pregunta final es si el amor es eterno y siempre triunfa, la respuesta es ambigua, recordemos que la película no es una historia romántica del montón. Es realista y en la realidad no existen absolutos, menos en el amor. Solo desesperanza maquillada de risas. Una película para reír y para llorar. Sobre todo lo último, a moco tendido y con una casata de helado de chocolate… cierra la puerta por favor -snif- y trae más chocolate.