Los vampiros, aquellas míticas y aterradoras criaturas que se han convertido en una de las favoritas de la cultura popular. Con ellos han aparecido películas como Only Lovers Left Alive u obras maestras como… ¿Crepúsculo?
Y en el 2014, el aclamado director de Jojo Rabbit, Taika Waititi, hizo su incursión al mundo de estos espectros con el estreno de What We Do In The Shadows. La película rápidamente se ganó al público y tres años más tarde dio luz a una serie del mismo nombre. Y a pesar de no tener un reconocimiento tan grande como otras series de su mismo género, es una de las mejores de la actualidad.
La historia de esta serie toma los mismos pilares que la de su contraparte cinematográfica: un grupo de vampiros disfuncionales, que llevan centenares juntos, viven su día a día (más bien su noche a noche) en Nueva York.
Uno de los puntos fuertes del show son sus personajes principales. Nadja, Lazslo y Nandor son nuestros protagonistas, los cuales tienen una química abismal. Cada una de sus interacciones funcionan muy bien y, como mínimo, nos sacarán una sonrisa. A diferencia de la película, acá se les suma un medio vampiro y un ayudante humano, Colin y Guillermo. Estos dos conectan el mundo humano con el de los vampiros, y son simplemente geniales.
Así mismo, es muy interesante y gracioso ver cómo estos míticos seres, que han vivido de todo, tratan de adaptarse a la vida moderna. Resulta más llamativo aún cuando se incorpora el formato mockumentary, toques de humor negro, parodia y fantasía. El poder de la sátira es notablemente utilizado en episodios como «The Curse», donde este, y la mayoría de los episodios de la segunda temporada, muestran un carácter muy único, que logra desmarcarse de otras series de este tipo.
Sin embargo, a veces, aquel que debería ser el mayor atractivo de la serie, el humor, flaquea un poco, especialmente en su primera temporada. Y es que, en ocasiones, algunas cosas simplemente no funcionan. Esto se puede deber a que el guion está pensado para mostrar varias referencias a la cultura de los vampiros, donde si no las captamos quizá no terminamos de comprender la gracia y no tendremos la misma experiencia.
Es por ello que episodios como «The Trial», pueden convertirse en el mejor de la serie hasta en uno bastante normal. Identificar apariciones como las del elenco original de la película o Blade (sí, el cazavampiros) puede hacer una gran diferencia en cómo percibimos cada episodio.
Afortunadamente, la segunda temporada entendió rápidamente esto, y el show encontró una personalidad más propia que el recurrir constantemente a las referencias. Por ello es que la segunda temporada consolida a esta serie, porque conecta mucho más con el público y usa mucho mejor a los personajes. En especial Guillermo y Colin Robinson, los cuales toman más protagonismo y nos dan hilarantes episodios como «Colin’s Promotion», con los cuales lloraremos de la risa.
Así mismo, el mundo ajeno a nuestros protagonistas se vuelve más interesante en esta segunda parte. Esto pues se agregan otros elementos mitológicos con los que se juega notablemente alrededor del humor. Trolls, brujas, hombres lobo y fantasmas son algunos de los problemas con los que se toparan los protagonistas. Y eso sin dejar jamás de tratar de adaptarse al siglo XXI, y este constante juego entre vampiros, humanos y otras criaturas funciona muy bien.
Por lo demás, cada episodio dura tan solo 20 minutos, por lo que es un excelente panorama de fin de semana donde sin duda te enamoraras de la serie y del grupo de vampiros. What We Do In The Shadows está disponible en HBO en algunos países, mas no en Chile.