Trilogía «Before», acto tres: Before Midnight

Revisamos la última entrega de la trilogía Before, que años después ha mantenido su originalidad y nos entrega un reflexivo final.

Escrito por Ktlean

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Todo termina en algún momento. No importa que nos haya hecho feliz, que sea importante para nosotros. Todo acaba y esa realidad puede ser un puñal, pero también el aspecto más hermoso de todos. Quizás es precisamente en la caducidad de lo que nos rodea donde se esconde el sentido de estar aquí.

Y tal como todo termina, esta trilogía de notas también debe hacerlo. Después de hablar de Before Sunrise, la película donde Jesse y Céline se conocieron en un viaje en tren, y de Before Sunset, en la que volvieron a encontrarse en París, nos toca revisar el cierre de esta historia con Before Midnight.

Estrenada el 2013 (sí, nueve años después de Before Sunset), la película cuenta con el mismo reparto, el mismo director y la misma propuesta audiovisual. Continúa de manera coherente con lo presentado en sus antecesoras, permitiéndonos saber en qué están sus protagonistas.

Pero si bien muchas cosas se mantienen, muchas otras han cambiado. Ya no somos los jóvenes que recorrieron Viena, ni los treintañeros que se reencontraron en París. Una crisis de avecina con la mediana edad, una crisis que puede remecerlo todo.

Jesse y Céline

En Before Midnight nos encontramos a los protagonistas en Grecia, donde son huéspedes de unos amigos de Jesse. Dicha amistad surgió a partir de los libros escritos por este, y es así que nos enteramos que su carrera solo fue en ascenso durante los nueves años transcurridos desde los eventos de París. Aún así, su novela más popular sigue siendo la que escribió sobre la noche en que conoció a Céline.

Otro aspecto fundamental de la vida de Jesse es la relación con su hijo, Hank. Fruto del matrimonio que terminó para estar con Céline (luego del reencuentro en París), el chico acaba de pasar el verano junto a ellos y la película comienza con Jesse despidiéndolo en el aeropuerto. Esta despedida, que es la última de muchas, provoca que Jesse se replantee varias decisiones, especialmente el hecho de vivir tan lejos de su hijo.

Céline es consciente de todas las frustraciones de su pareja, con el que ahora tiene un par de gemelas. Pero claro, ella tiene sus propias frustraciones, que se mezclan con cierta culpa por ser, en teoría, la persona por la que Jesse se alejó de Hank. Todo esto acrecienta las dudas que tiene respecto a su carrera profesional y el agotamiento que le provoca la maternidad.

A medida que la película avanza, vemos crecer la tensión entre Céline y Jesse. Desde el aeropuerto, pasando por el almuerzo que mantienen con los amigos de él, luego rumbo al hotel donde pasarán una noche solos, hasta la llegada a la habitación. Es en esta donde la explosión se produce, llevándonos a presenciar una discusión de pareja, algo inédito en la trilogía.

Más personajes secundarios

Si en Before Sunrise lo que decidimos destacar fue la cinematografía, y en Before Sunset la elección del escenario, en Before Midnight lo que más llama la atención (fuera del estado de la relación entre los protagonistas) es el hecho de que por primera vez vemos a Jesse y Céline interactuar con otras personas por varios minutos.

En la primera y segunda parte de la trilogía no hay prácticamente personajes secundarios. Las otras personas eran o bien parte del paisaje (algún artista ambulante en las calles de Viena, un vendedor de boletos en París), o alguna persona que tenía una incidencia mínima en la trama (el ejemplo más claro de esto es el chófer que debe llevar a a Jesse al aeropuerto). O, cosa más decidora incluso, alguien de quien los protagonistas hablan pero que no vemos en pantalla.

En Before Midnight, en cambio, hay varias escenas donde interactúan con otras personas, ya sea en conjunto o por separado. Desde Jesse despidiéndose de Hank, las escenas que comparten con sus hijas y, la más importante de todas, el almuerzo, donde en medio de la conversación incluso ventilan algunos de sus problemas. Ya no estamos presenciando la burbuja particular e íntima que construyeron desde su primer encuentro, ahora los entendemos como parte de un sistema más grande que implica hijos, ex parejas, amigos, etc.

Antes de la medianoche

Si tuviéramos que buscarle un centro a esta parte de la trilogía, sería la crisis. El remezón a la vida en pareja cuando de pronto, quizás ayudado por la salida de la zona de confort que puede suponer un viaje, ambos se replantean sus vidas.

Pero también es necesario destacar el hecho de que esta película se siente como un fin. Empezando por el hecho de que, si Richard Linklater pensara sacar una siguiente parte, tendría que ser precisamente este año para mantener la simetría. Esto no implica que no planee alguna otra cosa, pero es un argumento a favor de la teoría de que la trilogía está cerrada de momento.

Otro aspecto que hace pensar esto es la estructura. Si en las anteriores el viaje, la amenaza del aeropuerto, estaba siempre al final, aquí se encuentra al principio. Y no es ninguno de los protagonistas el que viaja o debe viajar. De hecho, por primera vez, no hay límite de tiempo real, no hay una alarma sonando en ningún lado. Si bien se podría tomar el tiempo que ambos tienen reservado en el hotel como una limitación, la película no termina ahí y el título no hace referencia a eso.

El verdadero límite de tiempo, el verdadero fin, es el que pende como una posibilidad sobre Céline y Jesse. ¿La crisis es tan grande que es mejor terminar la relación? ¿Son capaces de seguir juntos? ¿Quieren seguir juntos?

Por eso, el título es tan importante. No es el inicio del día, como en Antes del amanecer; no es tampoco el punto de quiebre entre el día y la noche, como en Antes del atardecer. Es la medianoche, un momento, ínfimo incluso, si nos atenemos a que corresponde al minuto exacto de las 00:00 hrs. La medianoche es parte de algo mucho más grande.

Ya era noche antes de ella y seguirá siendo noche mucho después.