Spider-Man: Into the Spider-Verse – Una oda al arácnido

Sony sorprendió con Spider-Man: Into the Spider-Verse, mostrando qué es ser Spiderman, mientras innova en su apartado técnico

Escrito por J Martínez

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El cine ha tenido tantas iteraciones del arácnido que ya es muy difícil que alguien no conozca nada de él. La historia de Peter Parker ha sido contada tantas veces, que la última iteración encarnada por Tom Holland ha decidido saltársela, dejando a nuestra imaginación el destino del tío Ben, mientras sigue mostrando ese aprendizaje por el que Peter debe pasar para convertirse en Spider-Man.

Pero puede que esa historia de superación ya nos tenga un poco cansados, ¿no? Pues Spider-Man: Into the Spider-Verse muestra que, mientras esté bien contada, con personajes interesantes y carismáticos, ese cliché aún pude funcionar. Aunque claro, con un poco de trampa (y mucha ayuda técnica), ya que el protagonista aquí no es Peter Parker, sino Miles Morales.

El arte de animar

Bien sabido es que los amos y señores de las películas de animación son Disney-Pixar. Tanto así que ni siquiera otros gigantes como Dreamworks han podido acercarse demasiado (aunque Studio Ghibli tiene mucho que decir en esa conversación). Sony hizo una apuesta al volver a lanzar una película animada, aún más considerando el fiasco que fue The Emoji Movie. Pero vaya que dio resultados.

El estilo de animación es excepcional; tanto, que el único medio en el que se puede encontrar algo similar son los cómics (y eso ya es algo que habla mucho de la película). Unos dibujos muy cartoon mezclados con una animación poco fluida resultan en una personalidad que se desborda por todos lados. Todos los frames de la película son dignos de enmarcar gracias a sus detalles.

La sinergia entre este diseño y el argumento de la película hacen que esta no funcionaría si no fuese animada. Esos “errores en la matriz” que hacen que ciertos objetos o personajes se comiencen a desintegrar, o ciertos momentos en que la acción se desarrolla como si estuviésemos leyendo un cómic, no resultarían tan agradables de ver si esta historia estuviese en otro medio.

Complementando el gran apartado visual está el apartado sonoro, que es igual de notable. A nivel de OST, encontramos Hip-Hop, Rap o hasta Reggaeton, cimentando el nivel más “callejero” que tiene Miles, a diferencia de Peter. Las pistas instrumentales tampoco se quedan atrás, destacando por sobre todo los cambios de estilo que se hacen con cada personaje.

Hasta los efectos sonoros están de 10. Ver acercarse a Prowler te pone los pelos de punta gracias a ese sonido metálico que se mezcla con una melodía que se hace característica 2 minutos después de que la escuchas. Ver la película con un buen sistema de sonido es prácticamente una obligación gracias a este maravilloso uso del audio.

Con un gran poder… estoy harto de escuchar esa frase

El mismo Peter Parker lo demuestra. El espectador ya no quiere ver ni escuchar su historia. Ya se ha visto, ya nos la sabemos de memoria. Quizás por esto es que el cambio de “Spider-Man principal” funciona tan bien, a pesar de las más que notables similitudes entre sus historias.

Miles tiene a sus padres, tiene familia. Tiene estilo, amigos, es extrovertido, a diferencia del ñoño introvertido que se supone que es Peter. Pero hay algo en común; ninguno quiere ser Spider-Man (al comienzo), ninguno estaba listo para ser un héroe. Ese cliché de superación que prácticamente pone los cimientos de todas las historias de los superhéroes está presente aquí… pero se lleva extremadamente bien.

La razón por la que funciona es simple; está rodeado de personajes secundarios extremadamente competentes. Estos le permiten a Miles respirar, pudiendo quitarle tiempo en pantalla sin que echemos de menos a nuestro protagonista. La mayor muestra de esto es que Miles no termina de “convertirse en Spider-Man” hasta casi el final de la película, en una de las escenas más increíbles del cine de superhéroes.

Humor bien medido

Una de las mayores críticas que se le hace a las películas de superhéroes es su obsesión con el humor y los chistes. Pocas veces se llega a un equilibrio; muchas obras arruinan su tono y ambientación por meter tanto chiste fácil (te hablo a ti, Endgame), mientras que otras terminan en obras demasiado densas por no saber liberar las tensiones (ejem, Zack Snyder, ejem).

Sorpresa, sorpresa. Spider-Man: Into the Spider-Verse sí lo hace bastante bien. Aunque sí tiene una considerable cantidad de chistes y situaciones absurdas, estas no interfieren con ningún momento clave de la película. Situaciones en las que fácilmente se podría haber metido un chiste fácil (sobre todo con ese personaje tan propenso a bromas como es Spider-Pig) sorprenden, manteniendo la calidez y seriedad cuando deben hacerlo.

Gran parte del humor viene dado por la increíble cantidad de referencias que hay, ya sea a películas pasadas del arácnido, situaciones ocurridas en los cómic, o hasta memes (quédense para la escena post-créditos). Quien conozca bien las obras de Spider-Man no podrá evitar sonreír en estas escenas, y quienes no, igual puede que se lleven algunas sorpresas.

Conclusión

Spider-Man: Into the Spider-Verse es probablemente la mejor obra del arácnido fuera de los cómics. A pesar de no basarse en el mega-conocido Peter Parker, sabe mostrar que Spider-Man no es solo quien está detrás de la máscara. Todos pueden ser Spider-Man. Tú puedes ser Spider-Man. El traje, eventualmente, te quedará bien.

Con ese guion que va tan de la mano con el estilo de animación (que es, probablemente, la mejor forma de leer un cómic, sin leer un cómic), un uso del sonido magnífico, además de unos diálogos y frases memorables, la película se convierte en una obra que debes ver, tanto si eres fan del arácnido como si solo lo eres de las buenas películas.

Merecida ganadora al Oscar por mejor película animada del 2018. Aunque, a juicio de este escritor, debió haber competido por algo más