Reseña Two Popes: El cambio que marcó a la Iglesia

Bajo la dirección de Fernando Meirelles, Two Popes de Netflix es un excelente "documental" con actuaciones realmente increíbles de Hopkins y Pryce.

Escrito por Esteban Beaumont

Comiqueros.cl » Cine y televisión » Reseña Two Popes: El cambio que marcó a la Iglesia

Históricamente han existido cambios de mando entre autoridades y personajes con poder muy significativos, como cuando Mijaíl Gorbachov se convirtió en presidente de la Unión Soviética, posición en la que se acercaría a Estados Unidos finalizando la Guerra Fría. O como cuando Augusto Pinochet entrego el poder a Patricio Aylwin finalizando la dictadura militar chilena. Pero el cambio de poder más espectacular, inédito e importante de los últimos miles de años debe de ser la renuncia de Benedicto XVI y la llegada a la cúpula de la Iglesia Católica del Papa Francisco.

Para un mundo acostumbrado a tener que esperar la muerte de un Papa para poder elegir otro, el anuncio del alemán de dejar el papado en medio de una polémica causo una impresión mundial, por primera vez en la historia moderna habría dos Papas, uno en retiro y otro en actividad.

Como cualquier evento histórico era cuestión de tiempo para que una productora se hiciera cargo de adaptarlo al cine. Netflix fue la que decido contar la historia, con la dirección del brasileño Fernando Meirelles y con las actuaciones de Jonathan Pryce y Anthony Hopkins. La película ha dejado un sinfín de opiniones favorables y cuenta con algunas nominaciones a los queridos/odiados Oscar. En Comiqueros revisamos Two Popes.

La historia no es un misterio. Jorge Bergoglio, representante de la Iglesia más liberal abierta a los cambios, se enfrenta a Joseph Ratzinger, líder de la Iglesia más conservadora, en torno al camino que debe tomar la Iglesia católica en los próximos años.

La película tiene un gran punto, que es la actuación. Pero primero está el casting, el que demuestra su importancia y el por qué hay que destacar a las personas que se encargan de elegir al actor más capacitado para el papel. Cuando los personajes son reales el trabajo es más difícil, hay que sumar algún parecido físico. Un aplauso para la gente que no se nombran hasta los dos minutos de créditos, donde todos se han dejado de verla, porque la película no es Marvel.

Hopkins pareciera haber sido creado para el papel, su similitud con Ratzinger llega a ser preocupante. Lo de Pryce es un acierto, de cierto modo, si bien no es tan parecido al argentino si representa rasgos y porte que permiten no tener que recurrir a maquillaje. Juan Minujín, actor que interpreta a Francisco I en su juventud, también tiene un parecido bastante significativo. Pero si, sabemos que el casting es la mitad de la pega, la otra mitad la ponen los actores y lo hacen de manera sublime.

La escena en que ambos se encuentran en una sacristía y Benedicto se confiesa, es la escena que mejor demuestra lo bien actuada que es la película. Desde los movimientos, la forma de saludarse y de caminar, es parte de una maquina bien engrasada que nos regala dos tremendas actuaciones que tienen a Hopkins y Pryce como candidatos en casi todos los premios.

La película tiene algo raro, que descoloca, pero funciona muy bien. Meirelles apuesta por una cámara tipo documental. Con zoom bruscos, desenfoques y unas tomas muy cercanas que nos hacen ver en un primer plano HD las patas de gallos y arrugas de los veteranos actores. Pero principalmente le da un toque de documental, si le sumamos las buenas actuaciones pareciera que nos pasamos de Netflix a History Channel.

Esta técnica se incrementa cuando vemos durante diversos pasajes mezclas entre la película y escenas reales. La prensa postrada en la Ciudad del Vaticano esperando el humo blanco o las madres de la plaza de mayo durante la dictadura argentina, que guarda relación con la vida de Jorge Bergoglio. Al final se ven imágenes de los viajes de Francisco por el mundo y un potente mensaje del director al muro que divide Estados Unidos con México. “Menos muros, más puentes”.

El sonido también juega un papel fantástico en la construcción de una película tipo documental. Cuando ambos cristianos no se escuchan por estar en un helicóptero tampoco escuchamos bien, al ponerse los audífonos escuchamos un ruido seco, como si nosotros tuviéramos el comunicador. En otros momentos el sonido ambiente se coloca al servicio de la escena, con el único fin de hacernos sentir incómodos.

No hay muchos más, la película funciona y es buena. Muy buen actuada y con momentos maravillosos, como cuando Benedicto XVI toca el piano mientras Francisco toma vino. Esa escena es sublime porque nos muestra lo distinto que son. Mientras el alemán toca antiguas canciones clásicas el argentino habla de tango y habla de los Beatles. Mientras el alemán come una comida típica de su país que le hacia su abuela, el argentino no duda en parar por una pizza en la calle. El alemán ve el Comisario Rex (¿Recuerdan a Rex, en Chilevisión?) y el argentino ve a la selección.

Y no es casual que nos marquen las diferencias. Como la iglesia se mueve en corrientes políticas, las discusiones de Ratzinger y Bergoglio son la razón de por qué este evento es tan importante. Y pese a lo radicalmente opuestas posturas de ambos, no hay absolutos.

La decisión de Benedicto XVI es sumamente liberal, más liberal que el propio Francisco. Entonces tenemos una situación donde ocurre un cambio de posturas y el liberal necesita que el conservador le demuestre que el pensamiento del argentino es el correcto para la nueva etapa. Un viaje de transformación y aceptación de algo que uno no cree, pero sabe que es necesario.

Ah, aparece el chileno Luis Gnecco como uno de los sacerdotes amigos del actual Papa. Un papel pequeño, pero importante y bien logrado. Viva Chile (?)