Reseña a Leyendas Chilenas (para niños y niñas), de Francisco Ortega y Gonzalo Martínez

Como extranjero en Chile, una de las cosas que más me gusta es leer mitos o leyendas del país al que me mudé. También cosas como antiguos libros de fantasía o ciencia ficción, pero principalmente mitos y leyendas. Porque es a través que esos relatos que uno puede conocer la esencia e historia de un pueblo o territorio. Y con eso en mente, Leyendas Chilenas, escrito por Francisco Ortega e ilustrado por Gonzalo Martínez, publicado por Planeta Junior, es muy afín a mis intereses.

Está pensado para un público juvenil, sí, pero eso no me ha detenido antes para leer o disfrutar un libro. Tampoco para ser crítico al respecto (que algo esté orientado a niños no es una excusa para bajar su calidad), pero ya llegaremos a eso. Para empezar, demos un repaso por las historias que componen el libro.

Las Leyendas

Leyendas Chilenas para niños y niñas cuenta con 16 historias listadas en su índice, pero yo resumiré 15, ya que la primera (Así comienza) y la última (Y así termina), son una misma en términos prácticos. Cada narración cuenta la historia de una criatura, mito o leyenda de Chile, con una diversidad de temáticas entre terror, misterio, tragedia y aventura.

• Así comienza y así termina: Una narración fuertemente evangelizada del mito mapuche de la creación y destrucción del mundo
• Ten Ten y Kai Kai: La historia de la épica batalla entre las grandes serpientes del océano y la tierra (no dragones, cuando mucho Wyrm)
• Crónicas del diablo chileno: Popurrí de historias del diablo chileno, clásica figura folclórica de la zona central y rural del país
• Tierra de gigantes: Una «entrevista» a un testigo del avistamiento de una familia de Carcancho, los Pie Grande locales
• El horror del Colo Colo: ¿Qué bajo andan en la tabla, no? Digo, la historia de una familia que se muda a una casa que oculta una criatura muy similar al basilisco europeo
• Las ballenas de la Isla Mocha: Una de las historias más conocidas de las presentes en el libro, mezclando la leyenda de Mocha Dick con la de las trempülkalwe
• La princesa prometida: Una historia trágica de amor que termina influenciando la geografía de la cordillera
• El grito del Tue Tué: Una reunión alrededor de una fogata es el mejor momento para contar la historia de un pájaro maligno y vengativo

• La furia del Pillan: Un incel volcánico arruina una historia de amor ajena
• Elisa y el Caleuche: El mejor cuento del libro, basada en la leyenda del Caleuche, una versión nacional del Holandés Errante
• Los brujos del sur: Un dialogo entre personajes exponiendo la historia de la Recta Provincia
• Viaje a la Cuidad de Los Césares: Un dialogo entre personajes narrando la leyenda de la versión local de El Dorado. Si, otro dialogo sin mucha más sustancia que eso
• El campeón eterno: La historia de Kuanyip, héroe de la mitología Selknam
• La maldad de Kawtcho: Continuación del capítulo anterior, tomando un monstruo de la misma mitología
• La virgen de los hielos: Una expedición de rescate en la tierra de los hielos eternos despierta las supersticiones de los tripulantes de una nave

Una dupla conocida

Francisco Ortega y Gonzalo Martínez no son ajenos a colaborar entre sí. En 2012 publicaron la novela gráfica Mocha Dick, también publicada por Planeta, cuya leyenda también trata uno de los relatos de este libro. Más recientemente (2017) trabajaron en Álex Nemo y la Hermandad del Nautilus, cuya reseña se puede leer en esta página.

El interés de Ortega en la mitología y folklore chilenos es reconocible en su obra, y en este libro intenta llevar las mismas historias a un público más juvenil. El trabajo de Martínez es una forma perfecta de lograrlo, con ilustraciones que hacen un buen trabajo de transmitir la esencia de las leyendas, logrando con su composición un buen balance entre impactar e intrigar a los lectores con una única imagen.

Opinión final

En general, disfruté del libro, y aprendí algunas leyendas de las que no tenía idea. Por ejemplo, la mitología Selknam me es muy desconocida, por lo que las historias de Kuanyip y Kawtcho fueron nuevas para mí. Los Carcanchos son una criatura que tampoco sabía existía.

Ahora, pese a eso, hay algunas críticas que debo hacer. Y si bien vienen de un punto de vista adulto, como dije al inicio, no creo que un libro esté exonerado de crítica sólo por estar orientado a un público infantil.

Tengo dos reproches que hacer, uno respecto al estilo de la narración y otro al contenido. Empezaré con lo primero porque es lo más sencillo. De los 15 relatos (uniendo el primero y último) que componen el libro, 11 se presentan en un formato testimonial, es decir, imitando un diálogo entre personajes, como una historia dentro de otra. Personalmente, puedo entender el interés por intentar mantener la esencia de la transmisión oral que caracteriza a estos relatos, pero lo encuentro repetitivo, y lo peor, no hace justicia a las historias en sí mismas. Estilo sobre sustancia no es la ruta a tomar, para mi.

Y el segundo reproche, más rebuscado quizás pero también un poco más grave, es que en varios de estos relatos se nota que se narra la versión «evangelizada» de los mismos. Especialmente en el inicial y final, representando el mito de la creación mapuche con evidentes signos de influencia del cristianismo. Esto hace que me preocupe el respeto que se tuvo sobre el material original de estas historias.

En resumen, este es un buen libro para niños, hermosamente ilustrado (en mi opinión), pero sería bueno que los padres alienten a sus hijos a que no se queden sólo con lo que dice aquí, e investiguen por su cuenta otras versiones de sus historias. Podrían descubrir versiones igualmente interesantes, pero con raíces más profundas en la historia del territorio que hoy es Chile.