Opinión: Siete cosas que Dragon Ball Súper hizo mal

La vez pasada, se destacaron siete aciertos de la última entrega de Akira Toriyama; Dragon Ball Super. Ahora, será planteada la otra cara de la moneda.

Escrito por alexander.r.roez

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Opinión: Siete cosas que Dragon Ball Súper hizo bien fue una publicación de Comiqueros, en cuyas líneas pudo apreciarse los aspectos positivos de dicha entrega, sin reconocer las deficiencias de esta misma.

En esta ocasión tocaría apreciar ese lado, ese que suele ser lo primero en señalarse al momento de hablar de esta saga. Lamentablemente, a causa de una dirección que, como saben, priorizó la venta al desarrollo artístico, la serie se ganó las críticas de la audiencia. Partimos entonces con el trozo más gordo.

7. La animación

Especialmente en el episodio cinco, Dragon Ball Súper se hizo infame por su aberrante trabajo animado. Y como era de esperarse, muchos dejaron la obra por lo mismo.

Este punto se explica solo. Hasta antes de la película de Broly, los diseños de la serie brillaron por su pobreza, su plana fluidez de movimiento, y las coreografías de las batallas que parecían hechas en Paint. Hecho insultante, especialmente viniendo de Toei, considerando que es el estudio con más capital de todo Japón, pero con políticas tan neoliberales que no demostró, hasta pasados tres años, una mejora en la producción.

Este hábito en Toei, es cierto, tampoco es nuevo, especialmente cuando se trata de explotar a sus clásicos. Pues la compañía, suele dar por hecho de que obras como Dragon Ball, por su renombre, entreguen lo que entreguen, será consumido por el Fandom (y tienen motivos para aseverarlo). Con esto justificarían su poca inversión y su casi nula seriedad profesional.

Sobra decir que esto no es una excusa, y más sabiendo que estudios más pequeños, y con mucho menos presupuesto que esta saga, han levantado trabajos muchísimo mejores.

6. Chiste repetido sale podrido

Siendo breve, la obra gastó casi cuarenta episodios estirando lo dicho en La Batalla de los Dioses y La Resurrección de Freezer. Y no, los cambios en ciertas escenas no justifican que contaran el mismo chiste otra vez, cuando pudieron usar ese mismo tiempo para explorar esta nueva mitología de los Hakaishin, especialmente, los dichosos doce universos.

Lo que me recuerda…

5. Doce espacios vacíos

¿Con qué fin, Toriyama? ¿Con qué fin creas doce nuevos universos si prácticamente están de adorno? Porque en lo que llevamos de historia, con suerte vimos un par de monos, la versión Acuenta de Sailor Moon (Ribrianne), y tomas en bares sin importancia.

Retomando lo anterior, los primeros capítulos pudieron servir para contar pequeños eventos en estos lugares, expandiendo así, tanto el lore, como nuestra percepción del mismo, dando a la obra un efecto de movimiento. Pero no, ¿qué tuvimos? A los randoms de siempre, y a las niñas Saiyajin del brillo en la espalda.

¡Ah! y hablando de brillo…

4. Kurumada Fanboy

Ojo aquí, reincorporar a Freezer, en sí no estuvo mal. Sin embargo, nada quita que su Fase Golden, como tal, carezca de sentido. Es decir, supuestamente, al ser un «prodigio», ¿basta que entrene cuatro meses para adquirir un poder que rivalice con Goku en Fase Dios? ¿Cómo no, campeón, cómo no?

Cabe destacar, que tanto su película, como su concepto, fueron cero aporte a la trama. Además de que su aspecto fue muy derivativo de los Santos de Oro de Saint Seiya. Nada más fuera de contexto. Y claro, ni se notó que solo fue una nueva línea de merchandising. ¡No! ¡para nada!

Esto habría sido distinto si el estado Golden solo fuera un rollo de Freezer para subsistir en el infierno, y que solo sobrepasara al Súper Saiyajin, pero no al dios. Algo más creíble que todo ese cuento del niño “prodigio”.

3. Guionazos a dos manos

Señores, sabemos que para el final de Z, todo va bien en la Tierra, ¡pero por Dios, más sutileza! Pues durante cada arco, los beneficios a la trama te salen hasta en el ramen.

Vamos por parte: Zeno-Sama le dio un botón a Goku con el que liquidar al villano final; Trunks, se sacó una técnica de la nada (la genki-espada) y alcanzó el Ki de los dioses por la Santa Pluma de Toyotaro; el Ultra Instinto se manchó por aparecer convenientemente cada vez que ponían en jaque al jugador estrella del Universo 7; y la frutilla en la tarta, el deseo de 17, quien más encima, renace casualmente para derrotar a Jiren y pedir su deseo.

De verdad, el cierre del Torneo de la Fuerza es una muestra de como sabotear un buen concepto. Así como dar tantos beneficios a favor de los protas, sabotea una historia. Principalmente, por destruir desde adentro la tensión de la misma, volviendo al relato lineal, predecible, y poco interesante.

Para evitar esto, por ejemplo, 17 debió seguir muerto. Segundo, el Ultra Instinto debió regresar solo después que Goku comenzara a pensar en qué le ocurría, recordando las enseñanzas de Wiss. O también, sobre el botón de Zeno, simplemente no usarlo, o de hacerlo, que fuera más para finiquitar a Zamasu en lugar de vencerlo como tal. Cosas así hubieran mejorado la trama, evitando que todos sus eventos se sintieran tan convenientes.

2. Una pobre caracterización

Exceptuando a los Guerreros Z, tanto antagonistas como demás personajes terminaron siendo un mero decorado en la trama.

En este espacio puedo estar horas, partiendo por la poca originalidad demostrada en sus diseños artísticos, al punto de que, por ejemplo, cierto rival final parece plagiado de Ben 10. Pero de todos, el caso más triste fue el aquel dueto de Zamasu y Goku Black.

Sí, la idea de retratar “la Sombra” del protagonista no es novedad, pero en este caso, la novedad fue el hecho de que construyeran un misterio alrededor de su figura. Además de que plantearon a un antagonista con un dilema moral, algo nunca antes visto dentro del mundo de Dragon Ball.

Esto era todo muy lindo hasta que presentaron dos fallos brutales. El primero, es la revelación del misterio, demostrando que el Staff no se especializa en contar dichas historias, pues al fomentar la primera hipótesis, los mismos villanos la refutan, confesando todo (cuando no es la idea); y el segundo, fue Zamasu, que pasó de un joven perturbado con un debate interesante, a un villano de caricatura promedio, que con su amigo se mezclaron para crear a un plagio al monstruo Némesis, para colmo, mal dibujado.

1. La flanderización de nuestro héroe

¡Por Zeno-Sama! Esto fue lejos, lo peor. Por lo menos hasta el cierre de la Saga Black, Goku no dejó de comportarse como un niño cargante, chillándole a todos que quería pelear. Era ridículo, desubicado, sumado a cierto asunto del que no quiero hablar (De verdad, ¿quién carajos lleva veinte años casado sin nunca besar a su mujer?).

Cabe agregar que esta entrega parte con una contradicción grosera, pues Goku, dice estar aburrido de trabajar en el campo, ya que «le impide entrenar», cuando de niño, entrenaba repartiendo leche y arando la tierra con sus manos. ¡Pobre de ti, amiguito!

El problema general de Goku en Súper, es que el Staff cree que, por ser un show para niños, sus personajes adultos deben rebajar su coeficiente para verse más “amigables”, cuando solo demuestran una subestimación de su audiencia.

Sería hipócrita ignorar que, después de todo, esta obra tiene momentos rescatables, y que de alguna forma, el Staff nos haya mostrado que han aprendido de sus errores (como se vio con Broly). Además que adentro, hay quienes de verdad aman la obra, y realmente quieren que funcione. Con más gente así al frente, pues travesura realizada.

Sé que es difícil ser optimista, pero, ¡hey!, está funcionando a pesar de todo. Ya que de no ser así, Dragon Ball no estaría siendo el centro de la atención. Espero que en la nueva saga, sigan demostrando lo mismo.