Al momento de enfrentarnos a un mito, una leyenda, novela épica en la Edad Media o un cómic de superhéroes, es el punto de vista del héroe el que tenemos, no el del vecino que riega las plantas o el que conduce un bus. Y es esta regla estándar la que Kurt Busiek y Alex Ross pretenden doblegar en Marvels, dando una mirada fresca a través de Phil Sheldon.
En la era contemporánea, el mass media está repleto de criaturas sobrehumanas, dioses contemporáneos si se quiere, gente con superpoderes, con una habilidad especial que los hace únicos y les permite llevar la narrativa de su historia; y nosotros, como lectores o espectadores, vemos el mundo del personaje desde su punto de vista, con su cosmovisión y su compás moral.
Nos sumergimos en su mundo y suele importarnos el protagonista, su grupo de aliados y sus villanos, no la gente común que es más parecida a nosotros. Pero, ¿cuál es el punto de vista de estas personas? ¿Qué pensaría uno mismo al estar en un mundo donde hay apocalipsis, invasiones alienígenas o monstruos gigantes destruyendo ciudades, y solo puedes ser testigo?
Imagen promocional de Marvels.
Esta es la premisa que tocaba Marvels en su miniserie de cuatro números publicada hace 25 años en 1994. Logrando materializar un ejercicio donde no solo como espectadores presenciaremos el mundo de Marvel a través de los ojos del fotógrafo Phil Sheldon, sino que también comprenderemos cómo éste afecta su vida interna, sus relaciones personales.
La era dorada de los Marvels
Marvels comienza cronológicamente en la década de los 40’s, donde un joven Phil Sheldon, aspirante a fotógrafo, escucha sobre los “Marvels” que están apareciendo en Nueva York, como la aparición de la primer Human Torch o Namor el Submarino. Pero lejos de solo maravillarlo también le produce una sensación de aprehensión frente a estas criaturas.
Las constantes peleas entre Human Torch y Namor sobre la ciudad de Nueva York provocan que Phil se pregunte si quiere tener una familia y exponer a sus hijos a un mundo tan inseguro. Por su profesión y curiosidad, Sheldon decide subirse a una azotea para hacer una fotografía de estos dos peleando, pero es golpeado por un ladrillo quedando ciego de un ojo. Esto marcará un sinfín de exposiciones frente a los “Marvels”.
Sin embargo, con la llegada del Capitán América y la intromisión de los “Marvels” a la WWII cambian las cosas. La sensación de miedo y aprehensión, no solo de Sheldon sino que también del resto de la gente, comienza a cambiar, ya que al ver a estos seres ahora como héroes ayudando a las naciones aliadas en contra de los nazis, genera un sentimiento tanto de patriotismo como de confianza en ellos.
La alianza de los Marvels contra las fuerzas nazis logra que la gente simpatice con ellos.
Esta situación hace que Sheldon también cambie su forma de pensar, experimentando una mayor confianza en los «Marvels». Es así que decide casarse, armar un proyecto de vida e incluso ser corresponsal de guerra, registrando las proezas de estos nuevos héroes que parecían sacados de las mitologías de las primeras civilizaciones, héroes, dioses, protectores.
Shledon descubre lo fantástico y lo tenebroso de los Marvels
En plena década del 60, un nuevo panteón de héroes y villanos nace. Los Avengers y los Fantastic Four gozan de un aura llena de glamour por su heroísmo, pero a su vez emergen nuevas amenazas para la gente: los mutantes. Y es aquí donde el libro se encarga de mostrarnos por qué esta parte del universo Marvel es temida y odiada.
Sheldon ahora es padre de dos hijas y se encuentra preparado su libro llamado Marvels, centrado en fotografías de los héroes que ha ido recolectado a lo largo de su carrera como fotógrafo de prensa. Sin embargo, comienza a indagar sobre un nuevo grupo llamado X-Men, y ve cómo estos se enfrentan a una muchedumbre violenta y temerosa.
Los X-men salen de la trifulca y Sheldon se contagia del miedo de los habitantes, un temor no a lo desconocido sino a la inherente naturaleza, ya que que la humanidad será reemplazada por mutantes. Es el temor a una extinción paulatina. No obstante, al descubrir que sus hijas esconden en el sótano a una pequeña mutante, Sheldon comienza a ampliar su paradigma.
Mientras el mundo se horrorizaba con los mutantes, la vida de los superhéroes era admirada y seguida con atención.
Es la interacción con esta niña lo que provoca que el temor cambie a lástima, no por los mutantes sino por la gente y la verdadera caza de brujas que viven inocentes que, como todos, Sheldon incluido, son presa del miedo. Más aún cuando su familia, por el hecho de proteger a esta niña, podría estar en peligro también. La violencia escala rápidamente, y para proteger a sus amigas la pequeña mutante deja el hogar de Sheldon.
Los Marvels también cometen errores
Avanzamos una década, y Marvels de Phil Sheldon se vuelve un éxito de ventas. Aún sorprendido por la gran aceptación de la gente y con su fe en los héroes elevada, decide investigar y limpiar el nombre de Spider-Man, quien se presume el autor de la muerte del capitán Stacy de la policía de New York.
Sheldon conoce a Gwen Stacy, hija del capitán Stacy, y entablan una amistad que le da una respuesta inesperada frente a las maravillas que ha visto durante gran parte de su vida. Es a través de la confianza y fe de Gwen a los “Marvels”, que logra entender que la misión de estos es proteger precisamente a inocentes como Gwen Stacy o como sus hijas.
Sheldon va de camino a ver a Gwen, pero se convierte en testigo de su secuestro a manos del Green Goblin, quien la lleva al puente Brooklyn donde el villano se enfrenta con Spider-Man. Observa todo desde el lente de su cámara, con total confianza en que Gwen saldrá ilesa y Spider-Man ganará, porque es lo que hacen los “Marvels”… Sin embargo, Gwen muere.
Ver esto provoca que toda la fe y admiración de Sheldon por los “Marvles” se destroce, y que el trabajo de su vida ahora carezca de sentido. Abatido, decide dejar su profesión atrás y finalmente concentrarse en su familia y en la vida normal que tiene, en vez de seguir a los héroes y villanos que salvan y amenazan a New York.
La mirada de humana frente a los Marvels
Marvels cuenta con cuatro números, un prólogo y un epílogo que nos narran el florecer de los héroes de la editorial Marvel desde mediados de la década del 40 hasta la mitad de los 70; y vemos todo a través de la mirada de un simple humano, de Phil Sheldon. Es ahí donde radica la magia de este cómic.
Sin duda, la obra escrita por Kurt Busiek presenta una simbiosis con el arte hiperrealista de Alex Ross, no solo porque captura muy bien la estética de las épocas, sino que también a nivel argumental, por el hecho de estar siempre viendo este mundo desde la mirada del fotógrafo. Esta síntesis nutre la sensación de que estamos viendo un mundo verosímil.
Como lectores, se nos sitúa en cómo estos sucesos que escapan de nuestra comprensión son capaces de afectar desde nuestras relaciones románticas hasta profesionales. Es una muestra de cómo una guerra o un terremoto son fenómenos que escapan de nuestras manos y que nos afectan, nos dejan impotentes, como simples espectadores.
Marvels da una mirada fresca a un mundo en el que nos quedamos con las grandes sagas, victorias y fracasos de nuestros héroes, pero del que poco nos llega a importar la persona normal. Nos hace entrar en la pregunta de ¿cómo actuaríamos frente a un mundo de maravillas andantes con trajes coloridos que deben constantemente defendernos del mal?