Las joyas escondidas de DC/Vertigo, parte II

Vertigo de DC fue hogar de títulos imperdibles, pero varios pasaron bajo el radar como Bite Club, Sandman Mystery Theatre y The Extremist

Escrito por Claudio Cubillos

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El sello Vertigo fue iniciado por DC en 1993, como una manera de agrupar todos sus títulos que no pertenecían necesariamente al género de los superhéroes. Entre ellos destacaron Sandman, Hellblazer, Swamp Thing, Shade The Changing Man y Black Orchid como tebeos insignia, además de otros títulos que decidieron sumar, tales como Sandman Mystery Theatre, Kid Eternity, Enigma y Death.

Por casi 30 años, una multitud de historietas vieron la luz a través de este sello y varias de las series anteriormente mencionadas se convirtieron en lectura obligatoria del noveno arte. Eso sin mencionar la popularidad de obras como Preacher, 100 Bullets, Y:The Last Man, Human Target o American Vampire.

Por ende, resulta esperable que en tal océano de calidad, algunas obras pasen más discretas que otras, sobre todo cuando tocan con ciertos temas tabúes de manera explícita. Esto redujo mucho su visibilidad en el mainstream norteamericano, aunque algunas son consideradas clásicos de culto dentro del sello Vertigo.

He aquí tres series/miniseries que pasaron bajo el radar en su momento, pero que vale la pena revisitar (o descubrir por primera vez).

The Extremist de Peter Milligan y Ted Mckeever

Un autor que definitivamente se volvió sinónimo con Vertigo fue el britanico Peter Milligan quien, además de Shade y Enigma, escribió Face, Girl, Human Target, The Eaters, entre otras, incluyendo esta peculiar miniserie de 1993, donde colaboró con Ted Mckeever (Doom Patrol, Spider-Man: Tangled Web).

The Extremist explora el tema del sadomasoquismo a través del relato de una mujer, Judy Tanner, que se une a una orden secreta de gente libertina, quienes cuentan con un ejecutor enmascarado llamado El Extremista. Milligan aborda los temas de la identidad, la sexualidad y el existencialismo que suelen aparecer en sus obras.

Esto se ve muy bien complementado por el dibujo de Mckeever, quien tiene un estilo muy único, tan angular como bizarro, lo que le da una vibra muy decadente y misteriosa a esta historia.

La trama se va volviendo cada vez más compleja, en especial luego de que Judy desaparezca, lo que provoca que un vecino, Tony Murphy, encuentre el traje de El Extremista y empiece a sumergirse en el mundo del bondage y la violencia.

Bite Club de Howard Chaykin y David Hahn

Los vampiros han sido abordados de una multitud de formas, desde la tragedia gótica al romance adolescente, pero Howard Chaykin (el creador del mítico cómic underground American Flagg) y David Tischmann le dieron uno de los enfoques más urbanos posibles: como una analogía para el problema de racismo y pandillas que se da en algunos lugares de Estados Unidos.

Nuestros protagonistas son la familia Del Toro, quienes además de chupasangres son una poderosa familia criminal de Miami, Florida. Cuando el patriarca, Eduardo, fallece, se produce una guerra por el control de su “negocio” entre sus tres hijos: Leto, un cura cristiano que obviamente se siente incómodo con su estilo de vida de caníbal nocturno y pretende legitimar a la familia; Risa, una vampira súcubo muy sedienta de poder y sangre que pasa sus días como manager de bandas de rock; y Eddie, quien pretende convertirse en el mafioso número uno de la ciudad.

El apartado visual corre de parte de David Hahn que tiene un estilo muy caricaturesco, un tanto reminiscente de Bruce Timm o Darwyn Cooke. No obstante, la serie no tiene problemas en mostrar muy explícitamente la naturaleza sexualmente agresiva de Risa.

Fue seguida por una secuela, Bite Club: VCU, que nos muestra la perspectiva de un grupo de detectives que investigan a Risa y la escena musical de Miami, luego de que muchos vampiros empiezan a fallecer de manera repentina.

Sandman Mystery Theatre de Matt Wagner y Guy Davis


Cuando uno asocia Sandman y DC Comics, probablemente se piensa en la multi-galardonada serie de Neil Gaiman que nos mostraba la vida de Morpheus/Dream Of The Endless/Oniro. Pero el primer personaje de la editorial en poseer el nombre Sandman fue de hecho un vigilante, creado en 1940.

Wesley Dodds es un neoyorkino millonario que porta una pistola de gas anestésico y que usa una máscara de gas para combatir el crimen. Ha sido miembro de la JSA y tuvo más de alguna aparición en la serie previamente mencionada. Pero en 1993, cuando Vertigo daba sus primeros pasos, Matt Wagner (autor del genial comic indie Grendel), revitalizó al personaje en SMT, título que narraba las aventuras en los años 30 del enmascarado.

Siguiendo el estilo neo-noir que Wagner había dominado excelsamente en Grendel, SMT presentaba las aventuras nocturnas de Wesley y cómo tenía que lidiar constantemente con los usuales villanos de las historias pulp de esa década, pero pasadas a través de un filtro más adulto. Usando estas historias como analogías a temas como el anti-semitismo, la homofobia, el aborto y la indiferencia de Estados Unidos ante el ascenso del nazismo en Europa.

La serie incluye un one-shot llamado Sandman Midnight Theater, donde se ahonda más en el origen del hombre de las arenas. Lo que motiva a Wesley Dodds a salir por las noches a impartir justicia, son sus constantes sueños proféticos, lo que le permite saber cuándo ocurrirán desgracias. Eso lo lleva hasta el Reino Unido, donde descubre la fuente de sus sueños y pesadillas: el encarcelamiento de Dream of the Endless por mano de Roderick Burguess, algo que vimos en el primer número de la serie de Neil Gaiman.

El dibujo corrió por parte de Guy Davis, excepto por algunos números con arte de Warren Pleece y Vince Locke, e incluso Alex Ross colaboró en un anual. La serie tiene un apartado visual muy art-deco tipo Batman: The Animated Series, pero realmente luce extremadamente parecida (además de una premisa muy similar) al clásico indie Mr X de Dean Motter, pero sin caer en ser meramente una copia de dicho título.

Este sello nos ofreció muchísimas otras joyas subvaloradas, como Terminal City, Deadenders, Shadowsfall, Vamps o The Filth que, quizás algún día, tendrán el reconocimiento que merecen.