Las cosas que perdimos en el fuego

Las cosas que perdimos en el fuego: el libro de Mariana Enríquez lleno de terror, símbolos y denuncia social.

Escrito por Muerto

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Mariana Enríquez se ha alzado, indiscutiblemente, como una de las voces más fuertes del terror actual, no solo por lo escabrosas y explícitas que son sus historias, si no que también por el mensaje político y las reflexiones que trae a colación. Distanciándose de una forma abismal a lo que era el terror de los últimos años, la autora utiliza las propias problemáticas de su tiempo y espacio (Argentina contemporánea) para crear sus fantásticas pesadillas, que a su vez sirven para denunciar el enorme decaimiento moral de nuestra sociedad.

Nuestra parte de noche fue la novela que la catapultó a la fama, gracias a que fue galardonada con una variedad de premios muy importantes para la critica literaria. Una obra de terror político que narra las desventuras de un padre y su hijo que están relacionados a un sanguinario culto que le rinde tributo a la oscuridad para mantener su estatus socioeconómico. No obstante, cabe decir que el verdadero potencial de la autora se demuestra a través de sus relatos cortos. Sin contar que es la mejor forma de comenzar a leerla.

Las cosas que perdimos en el fuego es un compilado de 12 cuentos que suman un total de 197 páginas, el cual fue publicado en 2016 y ganó el premio Ciudad de Barcelona en 2017. Los cuentos del libro abarcan los géneros de terror, misterio, novela negra y realismo sucio, demostrando así la versatilidad por la que oscila la autora, pero nunca deja de lado aquella morbosidad y valentía que tanto la caracterizan.

Los cuentos de Las cosas que perdimos en el fuego

El chico sucio: Una mujer se muda a la antigua casa de la familia, la que nadie quiere y todos evitan. Cabe decir que el problema no es la casa en sí, sino el sector en el que está ubicada, en la periferia, en donde habita la gente olvidada por la sociedad que está obligada a vivir en las calles. Y es gracias a ello que conoce al chico sucio, un niño extremadamente pobre que suele aparecer afuera de su hogar.

La hostería: Florencia se va de viaje a la fuerza junto a su hermana y su madre, ya que Lali, su hermana mayor, puede arruinar la elección en la que el padre está participando. En Sanagasta, su destino, está Rocío, la chica con la que está descubriendo su homosexualidad. Florencia y Rocío pasan sus días sin mucha entretención hasta que se les ocurre gastarle una broma a la jefa del padre de Rocío, y así terminan entrando a la hostería que años atrás funcionó como centro de detención de la dictadura argentina.

En este relato Mariana evoca inteligentemente las huellas y heridas que dejaron las dictaduras por toda Latinoamérica, al mismo tiempo que presenta una historia con típicas preadolescentes que están buscando descubrirse.

Los años intoxicados: Tal como su nombre lo indica, este relato sigue la historia de un grupo de amigas que prueban diversas sustancias a lo largo de su adolescencia, mostrando una variedad de experiencias un tanto peculiares, las cuales más temprano que tarde las lleva hacia una experiencia que las marcará de una u otra forma.

La casa de Adela: Cuenta el origen de una leyenda urbana sobre la desaparición de una chica en torno a una casa abandonada. Un grupo de niños liderado por Adela, una muchachita a la que le falta un brazo, decide investigar una casa abandonada en los confines de su barrio.

Una mezcla de casas embrujadas y la estructura del relato popular propio de cualquier lugar del mundo dan como resultado uno de los cuentos más conocidos de la autora, el cual también es una parte fundamental de su novela.

Pablito clavó un clavito: una evocación del Petiso Orejudo: Pablo es un hombre que trabaja dando tours por Buenos Aires, pero el suyo no es cualquier tour, sino el más popular de la agencia para la que trabaja. El recorrido que él se encarga de hacer es el de los crímenes del Petiso Orejudo, uno de los asesinos más conocidos y particulares de Argentina. Todo marcha relativamente bien hasta que comienza a verlo, mientras les va relatando sus fechorías al público.

Tela de araña: Una mujer viaja junto a su odioso marido donde sus tíos quienes son los únicos familiares luego de la muerte de sus padres. La protagonista está hastiada de su pareja, no lo soporta y piensa que, llevarlo a conocer a ese lado de la familia, puede hacerlo cambiar. Mas está muy equivocada.

Este texto explora la brujería popular, las habladurías de pueblo y aquella magia que se pasa de generación en generación.

Fin de curso: La historia gira en torno a una niña que, aunque siempre fue extraña, un día comienza a comportarse más raro de lo usual, al punto que empieza a autolesionarse de las formas más brutales posibles. Sus compañeras, curiosas y asustadas, intentan averiguar qué le ocurre y terminan descubriendo que algo paranormal hay dentro del asunto.

Nada de carne sobre nosotras: Una mujer encuentra un cráneo tirado afuera de la facultad de odontología y tiene la brillante idea de llevárselo a su casa. Con el tiempo se va enamorando de ella de una forma en que nunca antes lo había hecho y pronto comenzará a hacer todo lo posible para parecerse a ella.

En esta ocasión la autora crea una historia extraña y escabrosa a medida que muestra la gravedad de lo desórdenes alimenticios.

El patio del vecino: Paula y Miguel comienzan a vivir juntos en su nueva casa. No obstante, pronto empiezan a notar cosas extrañas en su vecino, aunque más que su vecino, el problema es con la mascota de su vecino.

Bajo el agua negra: Una abogada está dispuesta a todo con tal de desenmascarar el crimen de unos agentes de la policía que tiraron a un adolescente al río más contaminado de Buenos Aires. Sin embargo, al adentrarse en las poblaciones callampas alrededor del río termina descubriendo la verdadera razón de por qué el agua debe permanecer así.

Este atrapante relato lovecraftiano hace referencia a La sombra sobre Insmouth al mismo tiempo que denuncia la constante violencia política hecha por parte de las instituciones que supuestamente deberían cuidar a todos los ciudadanos. Muy propio de Latinoamérica.

Verde rojo anaranjado: Una joven narra cómo su amigo terminó por convertirse en un punto de color verde en el chat; un punto verde, rojo o anaranjado según corresponda. Explica cómo este se fue ensimismando y acabó desapareciendo por completo.

Las cosas que perdimos en el fuego: Un grupo de mujeres está harto de la sistemática violencia machista, específicamente que las quemen. Por lo tanto, llegan a la drástica decisión de que, si los hombres no paran de quemarlas, comenzarán a hacerlo ellas mismas para así crear una nueva sociedad de hombres y monstruas.

Este es, sin duda, uno de los cuentos con el mensaje más claro y potente de todos, por lo que no es de extrañar que sea el que le da el nombre a esta espeluznante compilación.

Aspectos generales

Uno de los aspectos positivos del libro es la perfecta y específica localización en la que Mariana sitúa sus historias. Los escenarios son fácilmente reconocibles, en parámetros concretos y reales que cualquiera pudo haber vivido o atravesado en alguna ocasión, pero aún así, lo extraño y lo paranormal irrumpen con violencia y terminan torciendo aquel mundo en una pesadilla.

La autora trata temáticas contingentes que por mucho tiempo la literatura ha decidido ignorar, o puede que se le haya escapado, mas, las drogas, los trastornos alimenticios, la violencia de género, la violencia estatal, la marginalidad, la injusticia y el abandono siempre han estado ahí, como una veta inexplorada. Un monstruo real.

Y es eso lo más característico de Enríquez: sus mensajes, el subtexto de sus historias. Pues, ¿de qué se trata la literatura de terror si no son los miedo de una sociedad o grupo determinado?

El terror siempre es político… En un país que creó fantasmas como política de Estado.

Mariana Enríquez.