Chile está repleto de una selección muy variopinta de paisajes perfectos para crear cualquier tipo de historia. Tenemos desiertos infernales en el norte, playas paradisiacas en la Serena, metrópolis en las regiones centrales, la inmensa cordillera, un montón de islas repartidas por aquí y por allá y, por último, regiones glaciales en las que la vida te pone a prueba. Son estas últimas las principales protagonistas de la novela más reciente del escritor chileno Eleodoro Sanhueza.
Lágrimas de nieve es la nueva novela del autor de Sombras en la lluvia, la cual explora muy eficazmente la región de Aysén, sus miles de kilómetros de tierra dura, blanca, austera. Sus lagos congelados y sus parajes gélidos y peligrosos.
Sinopsis
La novela se centra Ángel, un joven psicólogo que vive en la ciudad de Coyhaique, en la onceava región de Chile. Él está muy contento porque acaba de ser contratado por la municipalidad del pueblo llamado El Barker, donde trabajará como psicólogo con familias vulnerables que tendrán una variedad de problemas: violencia, extrema pobreza, problemas de pareja, etc.
Sin embargo, el pueblo donde lo contrataron no está cerca de Coyhaique, por lo que tendrá que abandonar a su madre y adentrarse en las tierras del fin del mundo hasta llegar a su destino. Allí vivirá en la pensión de la señora Miriam, una amable mujer que pasa la mayoría de su tiempo en su espacio sagrado: la cocina.
En el viaje a su nuevo residencia de trabajo, Ángel conocerá a dos llamativos extranjeros: Alexandre y Hellen, una pareja de suizos que, tras ganar la lotería, vienen a recorrer la Patagonia chilena a fin de comprar un terreno para comenzar un negocio que Alexandre tiene en mente. No obstante, más temprano que tarde queda en evidencia que Hellen no tiene los mismos objetivos que su novio. Y es ahí donde empieza el drama.
Eleodoro Sanhueza, autor de Lágrimas de nieve
Alexandre viaja a la montaña para encontrar la parcela de sus sueños y, mientras se ausenta, Hellen se siente fuertemente atraía por Ángel, que quedó cautivado con su belleza desde la primera vez que la vio en el bus de Coyhaique a El Barker. Así, Ángel y Hellen se embrollan en un adictivo romance que se volverá aún más complicado cuando noten que Alexandre está tardando demasiado en volver al pueblo y que probablemente sufrió un accidente en medio de las montañas cubiertas de nieve.
Lo bueno y lo malo
Quizás uno de los fallos más grandes de la novela es que tarda demasiado en empezar. Las primeras 50 páginas son de contextualización y viaje en bus que, claro, dan cuenta de las inclemencias del clima en aquellos sectores rurales. Muestran lo difícil que es transportarse por esa zona y lo bien preparada que tiene que estar la gente que desea viajar hasta el fin del mundo. Sí, contextualiza y retrata de manera perfecta, pero ¿y la historia? ¿el drama? ¿las acciones? La novela tarda 80 páginas (casi la mitad) en llegar a la premisa que podemos saber con solo leer en la contraportada: Ángel se enamora de Hellen, a pesar de que su relación Alexandre.
Si no fuera por los interesantes casos que Ángel tiene como psicólogo, tal cantidad páginas sin hechos emocionantes serían insufribles.
No obstante, lo negativo de la novela es solo hasta ahí. Desde que Alexandre emprende su viaje a la montaña, la historia mejora considerablemente. Poco a poco la culpa comienza a devorar la cabeza de Ángel, mientras este tiene que lidiar con su trabajo y luego, al ver que el novio de Hellen no regresa, se percata de que no tiene la más mínima idea de lo que está haciendo.
Sin duda lo mejor, por creces, es la ambientación, la calidad de sus descripciones y lo perfectamente que está retratado la atmósfera de la onceava región de Chile. Y es que lo dice la misma contraportada, el clima no es otro personaje más de la obra, sino el más importante de todos, ya que es él quien irá moviendo los hilos de todos los acontecimientos a medida que avance la narración y la gente comience a alarmarse por la desaparición de Alexandre.