«Her», una ficción que conmueve a través de la imagen

“Her”, película de ficción que combina perfectamente la soledad, las relaciones interpersonales y el apego del ser humano con la tecnología.

Escrito por Esteban Hernandez

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Una humanización de las máquinas y la mecanización de la humanidad, el futuro distópico que nos persigue los talones

“Her” es una película de ciencia ficción/romance escrita y dirigida por Spike Jonze del año 2013. La historia se centra en Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), un hombre solitario en la ciudad de Los Angeles, California, que trabaja en una compañía que se dedica a escribir cartas personales para familiares o seres queridos que por algún motivo no pueden redactar por sí mismas.

Con el corazón roto y nada que pueda llenar ese vacío posterior a una ruptura amorosa en el pasado, postergando además un divorcio inminente, se siente intrigado por un sistema operativo que promete ser una “entidad intuitiva y complaciente con cada usuario”. Es así como Theodore y Samantha (voz de Scarlett Johansson), quien sería el nombre del sistema operativo, se conocen. Mientras sus deseos y las necesidades de ambos van aumentando, su relación de amistad se va convirtiendo en una extraña y bella relación amorosa.

La película comienza con un primer plano de Theodore hablando de una manera romántica, melosa y profundamente enamorada, podríamos llegar a pensar que le habla a su pareja, pero en realidad le habla a una computadora que está anotando todo lo que está diciendo. Es así como a través del diálogo, un par de planos y movimientos de cámara se nos revela el entorno, más personas hacen lo mismo, aquí es cuando nos percatamos en qué consiste más o menos el trabajo de nuestro protagonista y cuánto influye la tecnología en la película.

Joaquín Phoenix interpretando a Theo en «Her» (2013)

Luego de salir del trabajo notamos su caracterización, una persona que evita relacionarse, de encuentros bastante cortos, respetuoso y deprimido. Camina solo por las falseadas calles de Los Ángeles mientras escucha música, revisa su correo y escucha noticias mediante un dispositivo que parece ser un “manos libres. Incluso cuando Theodore está acompañado en el cuadro, nos centramos y fijamos en él, su ropa o la dirección en la que se mueve se contrasta con el resto de las personas.

La «promesa»

El largometraje cumple con “la promesa”, o sea, el interés de mantener al espectador dentro de la historia y lo desarrolla en 10 minutos de buena manera. Se nos presenta en gran medida la paleta de color a utilizar, rojos y amarillos pasteles, la iluminación con un estilo moderno, poco contraste y con fondos claros, pero también se nos presenta la motivación del protagonista, a la par que se establece el mundo en el cual se desarrolla la película.

Mientras Theodore viaja en metro, el resto de las personas utiliza un dispositivo electrónico de asistencia de voz, nadie se conversa, ni se dirige la mirada. Está solo, lo vemos jugar videojuegos y cómo no puede conciliar el sueño pensando en su expareja. Un minuto después, se nos presenta lo que llenaría el vacío del personaje, algo que cuestione y mueva sus creencias, o sea, algo que nos ayude a definir su necesidad.

Theodore es una persona solitaria, no tiene muchos amigos y tampoco se esfuerza en generarlos, pero una publicidad de Software Element le llama la atención: se trata del primer sistema operativo de inteligencia artificial, “una entidad que te escucha, te entiende y te conoce”. Es así como se presenta a Samantha, vemos cómo se relaciona y se desenvuelve de la mejor manera con Theodore, haciéndolo sentir seguro, haciéndolo reír. Él adopta una postura más tranquila en comparación al inicio de la historia y a pesar de que siga solo en el cuadro se le ve más confiado y alegre.

Presentación de Samantha, el sistema operativo en «Her», Spike Jonze. (2013)

La película es un viaje en el cual el espectador es compañero de Theodore, siente, conoce el amor y desamor, el enojo, la nostalgia. Es inevitable no poder empatizar con este personaje, además de que la interpretación que nos ofrece Joaquin Phoenix es un nivel al cual estamos acostumbrados, realmente un actorazo.

Resulta increíble cómo Spike Jonze y el equipo de realización consiguen representar una relación amorosa con solo un personaje en pantalla. La cámara sigue a Theo quien está solo en el mundo real, pero acompañado en el mundo virtual.

La película se construye a sí misma bajo los parámetros de la soledad y la compañía, de lo humano y lo artificial, entremezclando dichos conceptos a través del lenguaje cinematográfico.

La gigantesca ciudad de Los Angeles y la presencia casi imperceptible por el mundo de Theodore, todo lo que involucre la comunicación humana estaría mediado por la tecnología, como por ejemplo las relaciones sexuales, tocando de paso el tema de los fetiches de una manera que roza lo inquietante con lo cómico. A medida que se desarrolla la película y Samantha empieza a sentir más cosas, todo se complica.

Cabe mencionar la utilización de la música, suaves melodías acompañan gran parte de la película, tonalidades melancólicas, nostálgicas y tristes embellecen la historia, con sonidos dulces y reconfortantes, una elección bastante acertada y similar a la anterior dirección de Jonze en “Where the Wild Things Are” (2009), pero con un toque más maduro.

Opinión personal

Sin ánimos de matar el viaje emocional que presenta la película, quiero destacar que la cinta es bellísima, es una película que me conmueve cada vez que la veo, es una película que me llevaría a una isla desierta, es la sensación de catarsis más bonita y melancólica que he tenido en el último tiempo.

En conclusión y sin más spoiler, el largometraje es una bonita y triste historia de amor, que nos abre debate acerca de diversos temas, siendo de los principales nuestra relación con la soledad y las relaciones interpersonales, sobre todo las amorosas, además de tocar la “necesidad” que poseemos con el uso de las nuevas tecnologías y hasta qué punto estamos tan inmersos en ellas.