Gótico, la fórmula clásica traída a Latinoamérica

Minotauro presenta la nueva novela de Silvia Moreno-García: Gótico. La fórmula anglosajona clásica traída al México de los años 50.

Escrito por Ktlean

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En esta época donde las redes sociales marcan y esparcen las tendencias, es fácil notar cuando un libro se vuelve popular. Comienza a repetirse en los perfiles de bookstagrammers, en los vídeos de booktubers y en poco tiempo Goodreads se llena de reseñas y calificaciones. Si el libro se encuentra disponible en más de un idioma, todo esto puede llegar a tener aún más impacto.

Ese es el caso de Gótico, novela escrita por Silvia Moreno-García y publicada originalmente en inglés bajo el título Mexican Gothic. Su edición en español (a cargo de Minotauro, del grupo Planeta), llegó recientemente a las librerías chilenas, al mismo tiempo que en España el libro comenzaba a causar furor.

Con una trama que hace clara referencia a clásicos como Jane Eyre o Cumbres Borrascosas, pero ambientada en el México de los 50, Gótico llegó para atraer a los lectores por su toque clásico y la vez actual.

¿Qué historia nos cuenta? ¿Cómo es Noemí Taboada, su protagonista? ¿Es esta novela un nuevo acierto de la literatura de terror actual escrita por mujeres?

La historia

Noemí Taboada es una joven de clase alta que vive en Ciudad de México. Bajo el alero de su padre, lleva una vida repleta de fiestas, amigos y coqueteos. Debido a su belleza y encanto, nunca le faltan pretendientes; sin embargo, no está entre sus planes inmediatos casarse. No quiere perder su aparente libertad, y además está empecinada en estudiar, por mucho que a su progenitor no le parezca un plan adecuado o la gente no confíe demasiado en sus cambiantes decisiones académicas.

Su vida es divertida, pero estable… hasta que una noche, tras llegar de una fiesta, su padre la llama a su estudio para informarle que está preocupado por Catalina, prima de Noemí que se crio con la familia luego de la muerte de sus padres. Catalina, casada con un descendiente de ingleses desde hace poco, le envió una extraña carta a su tío pidiendo ayuda y solicitando la presencia de Noemí, su gran amiga y confidente cuando era soltera.

Todo eso sorprende a Noemí, pero accede a ir como embajadora de su padre, tanto por temor a que algo grave le esté ocurriendo a su prima, como por lo que el señor Toboada le promete en caso de tener éxito en su empresa.

Silvia Moreno-García

Casi de inmediato, la joven emprende un viaje hacia El Triunfo, pueblo pequeño y apartado de la ajetreada vida citadina que ella conoce, para internarse en extraña casa señorial de los Doyle, familia del esposo de Catalina. Nada más llegar a High Place (porque claro, en este tipo de historias las mansiones así tienen nombre), se hace evidente que ha vivido tiempos mejores. Es oscura, apagada y con aire general de descuido. Accesible solo a través de un camino en mal estado por la montaña, se yergue de inmediato como el típico escenario de una historia gótica.

Pero la novela no cumple con el género solo en eso. La casa está habitada por personajes que ni son agradables, ni tampoco parecen esconder buenas intenciones. Los Doyle, conformados por Virgil, Francis, Florence y Howard (el anciano, pero aun así, dictatorial patriarca), reciben a Noemí dejándole claro que es una extraña y que debe respetar las reglas del lugar.

La vivaz joven debe entonces acoplarse (o intentar acoplarse) a un ambiente frío, silencioso y, por qué no decirlo, también bastante lúgubre, todo con el propósito de descubrir qué sucede con Catalina.

Como en un banco de arenas movedizas, Noemí (y los lectores con ella) se irá sumergiendo lenta pero inevitablemente en un misterio que contiene enfermedades capaces de matar a decenas de mineros, asesinatos, suicidios y el fantasma flotante de una maldición.

Lo clásico llevado a México

Es un riesgo escribir con la mirada puesta en el pasado, apelando a géneros y fórmulas revisitados tantas veces que los lectores se saben de memoria. Es un riesgo, pero si se hace bien puede ser un acierto. En el caso de lo gótico en su forma más clásica, hay muestras actuales de que el resultado puede volverse, a lo menos, popular.

Es el caso, por ejemplo, de la película La Cumbre Escarlata. Imbuida de la estética tan propia de Guillermo del Toro (otro mexicano), uno puede llegar a creer que esto es lo más importante que el director puso de sí mismo en el film. Pero no: del Toro se ha hecho famoso, entre otras cosas, por recurrir a fórmulas clásicas. Lo hizo en el Laberinto del Fauno, que hace eco de los cuentos infantiles europeos; lo hizo en La forma del agua, remitiéndose a las historias clásicas de monstruos. Y lo hizo con La Cumbre Escarlata, gótica por dónde se la mire.

En ella, Edith Cushing (Mia Wasikowska), hija única de un burgués acaudalado, conoce a Sir Thomas Sharpe (Tom Hiddelston), de quien queda prendada de inmediato, a pesar de no conocer nada de su pasado y de la presencia cercana y algo siniestra de su hermana, Lucille (Jessica Chastain). Se casa con él, se va a su casa perdida en Inglaterra y cuyo nombre es Allerdale Hall, y es ahí donde no comienzan, pero sí se hacen evidentes los problemas. Desde la perspectiva de Edith, el misterio se va tornando cada vez más escabroso y sobrenatural.

Esta protagonista más o menos indefensa, que tiene que descubrir qué pasa a su alrededor porque los secretos van poniendo cada vez más en peligro su vida, es lo mismo que vemos en Jane Eyre (en una de cuyas adaptaciones trabajó Mia Wasikowska, dicho sea de paso). También en la novela de Charlotte Brontë vemos todo desde la perspectiva de la protagonista/posible víctima.

Es ahí donde reside una de las primeras claves de Gótico: el personaje principal es un agente externo que puede funcionar incluso como el símil del investigador de las novelas de misterio. Es, además, lo opuesto al típico personaje virginal, ingenuo y de apariencia indefensa de las novelas góticas. Sí, es mujer en un ambiente abiertamente machista, pero ella se centra más en las ventajas que sus características pueden tener.

Noemí es como una flor colorida sobre un fondo gris, pero no solo por su género. También lo es por ser una citadina en un pueblo apartado y por ser mexicana (con ascendencia directa indígena, además) en una casa que se esfuerza por ser un pedazo de Inglaterra en medio de México.

Este choque cultural y racial se concentra sobre todo y de manera más oscura en sus encuentros con Howard Doyle, quien siente una fascinación por la eugenesia (filosofía que estudia métodos para perfeccionar la especie humana). Preguntas sobre su color de piel, sobre si cree que existen personas superiores e inferiores, son lo primero que ponen incómoda a Noemí. Dicha incomodidad se transformará pronto en nerviosismo y luego en miedo debido a esa casa llena de secretos y poca luz.

Opinión personal

Desde que abrí este libro y leí la primera página, me sentí atrapada por la lectura. El estilo es muy directo cuando tiene que serlo, así como poético en las descripciones cuando lo que sucede tiene que provocarnos tensión o temor. Noemí es un personaje carismático sin ser afectado o caricaturesco, y el resto logran despertar el interés y la desconfianza sin tener que hacer demasiado.

Creo que lo que puede jugarle en contra a Gótico son las comparaciones con nombres tan pesados como H. P. Lovecraft. Queda claro hacia donde apunta la autora en cuanto a género y tópicos, pero el autor de Providence es tan admirado (venerado, incluso) que ciertos lectores pueden llegar esperando demasiado de una novela que hace bien su trabajo de entretener e interesar.

Y sí, el título debió ser en español, su traducción directa del título en inglés: Gótico Mexicano.