Gen Mishima: un redescubrimiento que vale la pena

Hace doce años se estrenó Gen Mishima, un proyecto arriesgado de ciencia ficción que se ha transformado en una serie de culto.

Escrito por Ktlean

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Hace doce años se estrenó en TVN una serie que se salía por completo del molde de las producciones locales. Su nombre, Gen Mishima, y su historia una mezcla de terrorismo informático, thriller policial y manipulación genética.

Con el tiempo, se ha transformado para muchos en una serie de culto a pesar de lo que pueden considerarse fallas en su producción. Esto se debe a que es uno de los pocos intentos nacionales de adentrarse en la ciencia ficción, específicamente en el subgénero del biopunk.

Pero, ¿vale la pena verla? ¿Es realmente buena?

La historia

Desde el principio, seguimos a Ignacio Maiakovsky (Cristián Carvajal), un periodista obsesionado con un ya desaparecido colegio para niños superdotados, el Instituto Porvenir. Sus preguntas e investigaciones lo han llevado a conocer a los sobrevivientes de la escuela, cada uno más extraño que el otro.

Es en la casa de uno de ellos, Gaspar Huenchumilla (Juan Pablo Miranda), más conocido como Kenshi Imamura, donde Ignacio es detenido por la división de cibercrimen de la PDI. El hecho de que estuviera en la base de operaciones de un perseguido hacker y que al llegar los detectives dicho hacker estuviera muerto, no ayuda precisamente al periodista a evitar el interrogatorio.

Es gracias a este momento, dirigido por el Comisario Rafael Martínez (Pablo Macaya), que nos adentramos en la historia en el misterio de los llamados Niños Porvenir.

Esta no fácil de seguir, mucho menos de resumir. Esto se debe en gran parte a que el guion sabe administrar sus recursos, respondiendo preguntas importantes en cada capítulo. Eso sí, pronto nos va quedando claro que los efectos del Instituto Porvenir van mucho más allá de los niños que fueron objeto de experimentos genéticos entre sus paredes.

Al contrario, se extiende a toda la sociedad gracias a actos terroristas que afectan a colegios, y laboratorios que buscan continuar el trabajo de Seto Mishima, el creador del instituto. Una guerra se gesta entre dos facciones de los Niños Porvenir, los que buscan borrar todo rastro de este y los que planean sacarle provecho a lo que saben y a lo que pueden hacer.

Ignacio Maiakovsky y Rafael Martínez no son los únicos que están en medio de algo que no comprenden del todo. Ni tampoco son los únicos que buscan a Riosuke, alguien o algo que a veces parece alcanzar la magnitud de una divinidad.

Un proyecto diferente

Rodrigo Susarte y Vladimir Rivera Órdenes, director y guionista de Gen Mishima, dijeron en una entrevista reciente que les gustaba la imperfección de la serie. Una frase interesante, sobre todo porque a medida que uno avanza por los capítulos, poco a poco, comienza a encontrarle sentido.

Acostumbrados como estamos a producciones de este tipo venidas del extranjero que, casi siempre, derrochan presupuesto de producción, ver Gen Mishima puede despertar nuestro escepticismo. Pero lo cierto es que la serie funciona y logra enganchar más de lo que uno podría pensar al principio.

Quizás uno de los principales motivos de esto es lo envolvente de la trama. Hay muchos personajes a los que poner atención y uno no siempre sabe de qué bando están. Son semejantes a fichas en un juego que se va haciendo más grande cada vez. La originalidad de algunas de las capacidades que tienen los jóvenes del instituto Porvenir también ayuda bastante como enganche.

Otra cosa que fascina son las varias aristas que tiene el universo, las que van asomando con tranquilidad a pesar de lo corta que es la serie. Es obvio que todo esto podría haber dado más de sí y el final abierto es una clara prueba de ello. Tal vez la intensión haya sido filmar una segunda temporada, pero el proyecto no se concretó.

Sus propios creadores indican que el género de la ciencia ficción es casi nulo en el mundo audiovisual chileno. No podemos olvidar tampoco que esta serie fue estrenada en el 2008, cuando el mercado para este tipo de historias era aún más acotado.

Claro que hay cosas de Gen Mishima que pueden ser mejores. Sobre todo algunas actuaciones, tomas y efectos. Pero aún así, la serie logra ser un producto adelantado a su época (tal vez hasta sería adelantado hoy en día). Una serie arriesgada tanto en su forma como en su contenido. Por algo sus fans no la olvidan y muchos sienten el interés suficiente para verla en la actualidad por primera vez.

Opinión personal

Una de las mejores señales de que una historia nos está gustando es querer saber más. Esto suele ser lo que nos lleva a ver un capítulo tras otro cuando es una serie. Eso sucede con Gen Mishima. Uno quiere más, uno incluso desea que la serie hubiera continuado.

Tal vez el futuro no nos traiga de vuelta a Gen Mishima, pero sí otros proyectos así de arriesgados.