God’s End: una historia sobre Superman

Lo que comenzó como un exilio auto impuesto por el propio Superman, acabó por convertirse en un viaje personal en God's End, el comic.

Escrito por Marcelo Franco

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Superman es un personaje emblemático: es el más grande de todos los héroes y su impacto no puede ser medido, ya que es demasiado amplio. Junto a Batman representan a verdaderos titanes dentro de la industria, pero a diferencia de este último, Superman ha tenido más límites de los que ha presentado el murciélago en la trayectoria editorial.

Son muchos los autores que han imaginado su propia versión de Batman, las que DC Comics jamás se atrevería a publicar, pero si se han acercado bastante; ha sido llevado al límite, lo ha cruzado y ha sabido volver. Con Superman es diferente. No hay manera de hacerlo ir más allá, porque sus horizontes son tan enormes que no podríamos traerlo de vuelta.

Ilustración de la portada de God’s End.

El mito de Superman

Superman es el superhéroe definitivo. Llegó a la Tierra desde un planeta lejano para vivir entre mortales. Podía hacer cualquier cosa, no habían límites para él. Podría haber elegido la vida que quisiera, pero escogió servir a los demás. Entendió que había un deber inalienable y se debía entregar completamente a cumplirlo. Junto a Batman y Wonder Woman se convirtieron en los ejemplos a seguir, y era justo. Personificaban los más altos valores, demostrando que se podían sobreponer a cualquier adversidad.

Múltiples historias, tanto aquellas que se encuentran dentro de su continuidad como fuera de ella, en algunos Elseworlds y crossovers, se han atrevido a soñar con caras de Superman totalmente distintas a la que nos encontramos acostumbrados. Lo hemos visto vestir distintas ropas, realizar acciones impensadas, pero el conflictuado personaje tenía valores demasiado fuertes y siempre terminaba cuestionándose las cosas.

Superman, Batman y Wonder Woman: la Trinidad de DC Comics por Alex Ross.

La esencia del azuloso es tan poderosa que incluso cuando se encuentra fuera del redil, su sola presencia fuerza al guionista a devolverle a su centro. Los principios y valores que representa lo han convertido en un símbolo y el modelo a seguir para los demás héroes. Se le ha mostrado en múltiples ocasiones enfrentado a Batman, pero incluso contrastándolo con él, si ambos son llevamos a su esencia, encontramos a dos héroes que lo único que quieren es proteger a las personas, salvar vidas.

Esa es la esencia de Superman, el sacrificio personal en favor del bienestar general. Es el eje en el que han sido centradas la gran mayoría de sus historias, sobre todo las más celebradas. Es por eso que cuesta encontrar dentro de DC Comics alguna historia que pudiera contarnos otra versión de él, una diferente, pero que al mismo tiempo nos haga sentir que podría pertenecerle.

El Final del Dios: la obra

Ahí es donde aparece God’s End o El Final del Dios, una obra que fue hecha por fans fuera de lo que es DC Comics, creado por Gerardo Preciado en el guion y Daniel Bayliss en el dibujo, famosos por su historia The Deal (basada en el personaje de Batman). Esta vez hicieron lo propio con Superman, tomando el mito del personaje, convirtiéndolo en un dios cósmico.

Han pasado 538 años desde que llegó a la Tierra y 277 desde que la abandonó. Cuando su compañera humana murió (presuntamente Louis, tal vez no se especifica por potenciales problemas de derechos), sus poderes aumentaron enormemente. Él mismo menciona como algo fue liberado dentro de él, por lo que se hizo más rápido que la luz y fue capaz de escuchar a todas las personas del planeta, rezando, quejándose, necesitándole.

Superman comprendiendo la vida.

Las habilidades de Superman se encontraban en su cénit, por lo que comenzó a cuestionarse. Quería ayudarlos a todos, pero le resultaba imposible hacerlo. Se preguntaba por qué él tendría que elegir entre una vida y otra, cómo decidir cual era más valiosa para salvar y cuál no. Desarrolló vacunas para todas las enfermedades, pero no se las entregó a la humanidad, comprendió que había intervenido demasiado, que los humanos no debían ser perfectos, sino que debían evolucionar. Y abandonó la Tierra.

Emprende un viaje a través del cosmos, conociendo como nunca antes la vida en otras partes. Entendiéndola. Apreciándola. Viendo como ellos entienden a la muerte como parte de la vida, ya que nada muere realmente, sino que pasa a formar parta del todo. Comprendiendo que las especies primitivas tienen algo que la civilizada humanidad no: equilibrio.

El viaje y la transmutación del mito

La humanidad tenía todo para acabar con los problemas que azotan a las personas. Acabar con el hambre, la pobreza y la guerra. Superman reconoce que la humanidad tenía el poder para elegir, pero escogieron el egoismo. Secaron los recursos del planeta y ahora querían asolar otros planetas. Están preparando una invasión a un planeta radiante de vida, maravillosos árboles, coloridas flores y agua pura. Los humanos ahí solo ven recursos.

Superman y el equilibrio en el cosmos.

La sabiduría del viaje cósmico le ha hecho entender que la humanidad se encuentra enferma y que todos sus planes de expansión no harán más que esparcir la enfermedad en el cosmos. Entonces Superman ha tomado una decisión. Ha recorrido lugares recónditos para encontrar vida y comprender el orden universal. Ahora ha vuelto a la Tierra, no como el héroe que tantas veces la salvo de la destrucción, sino que ahora es Dios y ha venido a juzgar a la humanidad.

Apreciaciones

Comprender cómo es la vida en otras condiciones distintas a la Tierra lo hizo encontrarse más comprometido que nunca con su deber más intrínseco. La tutela de la humanidad había interferido en su misión de proteger la vida y ahora debía hacerse responsable. Lo que comenzó como un exilio auto impuesto por el propio Superman, acabó por convertirse en un viaje personal a través del cosmos.

Superman comprendiendo su deber.

Esta nueva percepción lo ha vuelto un ser diferente. Superman no solo ha sido llevado al extremo, también lo han hecho con los valores a los que ha servido. Su sentido del deber se encuentra en su máxima expresión y esta vez la escala es universal. Cuando vivía junto a la humanidad, sentía que no tenía derecho para decidir sobre ellos. No podía escoger por sobre la vida, como tampoco decidir el destino que las personas han de recorrer.

Ahora es distinto, aquello en lo que se ha convertido ha hecho que su nuevo entendimiento de las cosas como parte de un todo, lo vuelvan en un ser con el derecho de elegir. Y lo ha hecho. No existe muerte, porque nada muere realmente, todo pasa a formar parte del cosmos. La enfermedad que representa la humanidad debe ser tratada como se trata un virus.

El Dios deberá encargarse de impedir que la humanidad esparza su maldad hacia el cosmos. Se despedirá de la Tierra que tantas veces ha salvado, para rescatarla una última vez y llevarla hacia la Tierra Prometida.