Ensayo de la vida real, un cómic a dos colores

Nos adentramos en el cómic escrito por Alexa Manzano y dibujado por Rebeca Peña, Ensayo de la vida real, de la editorial Desastre Natural.

Escrito por Ktlean

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A mediados del año 2021, la editorial Desastre Natural publicó Ensayo de la vida real, un cómic autobiográfico escrito por Alexa Manzano e ilustrado por Rebeca Peña. En sus páginas conoceremos de primera mano la vida de una mujer trans, desde su infancia hasta el momento en que se libera por fin de una relación dañina.

De manera directa, intimista y personal, el cómic nos hará comprender mejor las dificultades, internas y externas, que alguien trans puede encontrar a lo largo de su proceso de descubrimiento. Todo coloreado de azul y rosado, dos colores para contar esta historia.

El dibujo

Quizás es culpa de los colores usados, que recuerdan a los lápices Bic de pasta, pero el arte de Ensayo de la vida real recuerda mucho a los dibujos que un estudiante podría hacer en las hojas de su cuaderno. Esto no implica que sea descuidado o de baja calidad (basta con mirar los dibujos que muchos estudiantes tienen en sus cuadernos para saber que pensar eso es bastante prejuicioso. No hay que olvidar que casi todos los artistas fueron en algún momento alumnos que dibujaban en clases).

Sin perder cierto aire «infantil», las viñetas de Ensayo de la vida real tienen bastantes detalles (fondos, personajes en segundo plano) y elementos narrativos diversos, que le sacan el mayor partido a la historia. Eso sí, destaca en un par de aspectos: primero, la caricatura y, por ende, la expresividad. No busca en ningún momento emular un estilo realista (su realismo radica en el guion), sino en la versatilidad de sus figuras humanas.

El segundo aspecto y, sin duda, lo primero que llama la atención es el color. Ya desde la portada, vemos que hay dos presentes, los que se mantendrán a lo largo de las páginas, incluso en la rotulación (la tipografía, dicho sea de paso, es bastante personal, lo que aumenta la sensación de intimidad, de estar leyendo una especie de diario de vida ilustrado). Azul y rosado, colores que cuando se juntan con la temática del cómic, pasan a ser mucho más que una decisión estética: son otra forma de narrar.

Por eso, vemos que por lo general ambos colores se reparten el protagonismo dependiendo del momento que esté viviendo la protagonista. En las primeras páginas, que relatan su infancia y adolescencia, suele haber más azul. El rosado está en los detalles, o en el territorio que como sociedad delimitamos como «femenino»: un lápiz labial, unos zapatos de tacón, la falda del uniforme escolar de las niñas.

Si bien hay viñetas donde el rosado sirve solo para dar color a un personaje o a una escena donde sea más preponderante el azul (lo que ocurre también al revés), ambos colores casi siempre tienen un valor mayor, algo que se nos ha inculcado desde siempre como distintivo de «los niños» y «las niñas». Eso queda aún más patente cuando la protagonista comienza a ser más consciente de su verdadera identidad de género. Es ahí cuando ambos colores representan visualmente su lucha interna: lo que le han dicho que es y lo que ella de verdad es.

El guion

Desde que leemos el prólogo en las primeras páginas nos queda claro su carácter autobiográfico. En palabras de su guionista, Alexa Manzano, esta historia estaba basada en la suya. Esta es su forma de contar su verdad, su parte de la historia. El título proviene de una de las tantas pruebas, la última específicamente, que muchas personas trans deben superar antes de poder optar a una cirugía de reasignación sexual.

En pocas palabras, dicha prueba, llamada test de la vida real o cotidiana, consiste en asumir comportamientos del género que la persona considera el suyo. El nombre, la ropa y actitudes generales, todo con el fin de determinar si en realidad la persona está preparada para el cambio definitivo. Dicha prueba ya está obsoleta en muchos lugares y la misma autora del cómic afirma no haber tenido que afrontarla, pero eso no quita que su proceso no haya tenido mucho de esa presión, de esa exigencia social.

Así lo vemos en Ensayo de la vida real. Sumida desde la infancia en una sociedad cisgénero, binaria, dividida en niños y niñas, los primeros años estuvieron llenos de dudas y confusión. Si bien hubo señales desde entonces, pronto la protagonista decide ocultarse en ese comportamiento «propio de los niños», en ese machismo infantil, para así ser parte del grupo, para no ser alienada por sus pares y por su familia.

Es a medida que crece, ya en la adultez, cuando por fin asume su verdadera identidad. Es apoyada por su pareja de aquel entonces, comienza a cambiar su expresión de género, a ser más ella misma. Pero poco después de esto comienzan los problemas en la relación, mostrando escenas de violencia física y verbal.

Tal como nos ha contado todo lo anterior, el guion no teme tratar temas complejos. El tono íntimo no se pierde en ningún momento y es por eso que al salir de esta lectura uno siente que conoce mejor una vida, que ha podido adentrarse en el proceso vital de una persona.

Un cómic necesario, porque es personal y, en ese sentido, único. Y con un arte que acompaña de la mano a la temática, es una lectura más que recomendada.