«Burning» y la genialidad del cine coreano

Parasite no fue la primera gran obra coreana. El 2018, Lee Chang-dong nos mostró una vez más con "Burning" la genialidad del cine asiatico.

Escrito por Felinesio

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La mayoría conocemos la historia de Parasite, aquella película que logró revelar al cine coreano al mundo y llevarse todos los premios. Pero no nos equivoquemos, la obra de Bong Joon-ho no fue el primer largometraje asiático que tuviese tal calidad. Al contrario, Corea viene desde hace décadas regalándonos cine de una calidad abrumadora.

Uno de aquellos directores que siempre han contado grandes historias es Lee Chang-dong, el cual nos dejó en el año 2018 una película increíble: Burning.

El siguiente análisis no tiene spoilers importantes sobre la trama de Burnig,

La historia nos pone en los zapatos de Jongsu, un escritor recién egresado, el cual se topa con Haemi, una antigua compañera de escuela. Ambos inician un romance, que es interrumpido por el viaje de la chica a África. En su regreso, ella vuelve con Ben, un misterioso joven.

A partir de aquí es donde la historia comienza a transformarse lentamente, algo que suele ser característico de varias producciones coreanas: no se estanca en el género. La película comienza señalándonos que nos toparemos con un romance. Luego lentamente pasamos a un drama sin el componente romántico, hasta fundirse en un thriller psicológico que nos dejará completamente descolocados.

Esto es algo que el director sabe trabajar muy bien, la transición entre géneros es brillante y hace todo de manera muy orgánica. La introducción de Ben es el componente que hace que todo cambie. No es añadido solamente como ayuda para hacer el cambio de género, sino como una crítica y metáfora pura. Esto último hace que la película gane mucho, pero que también se vea afectada por algunos problemas.

Ben aparece como un excéntrico millonario, muy relajado y con una visión nihilista sobre la vida. El bien y el mal son meros conceptos que puede abstraer e incluso jugar con ellos. Esto hace un contraste directo con Jongsu, el cual parece tener preocupaciones más humanas: problemas económicos, con su familia y el amor.

La crítica resulta obvia, el cómo la posición social puede generar que alguien se preocupe de cosas totalmente banales y se vea con el derecho de pisotear a otros sin preocuparse de aquello (algo que dará pie al thriller en la cinta).

Sin embargo, es en el tema de las metáforas donde la película peca un poco de ser demasiado entusiasta. Hay muchas escenas que son bastante ambiguas. Las cuales ni en el final tienen explicación alguna. Es probable que muchas de estas tengan una respuesta en las tan controversiales metáforas del cine. Sin embargo, llega un punto en el que resulta agotador lo excesivamente críptico de ciertos pasajes de la historia.

Afortunadamente, esto es maquillado con unos planos y secuencias abrumadoramente bellas. Cada una de las tomas están en perfecta armonía con los momentos de la historia. Se destaca por sobre el resto el atardecer donde los personajes discuten filosóficamente sobre la vida y danzan al son del jazz. Escena que por cierto, tardó más de 1 mes en rodarse.

http://vimeo.com/280458016

Si bien es una trama de cocción lenta (por lo que puede llegar a ser pesada para algunos) se agradece cómo el director se toma todo el tiempo que necesita para ciertas escenas, las cuales generan desde absoluta paz hasta una tensión insostenible.

Ya hacia el final de la cinta, nos quedan muchas dudas, pero una satisfacción latente de que acabamos de ver una gran película. Sin dudas su conclusión nos dará mucho qué pensar y podremos interpretar lo que nosotros estimemos conveniente. Pero hay una cosa que queda muy clara: el cine asiático es espectacular. Y directores como Lee Chang-dong nos muestran el por qué es tan sensacional.